Heberto Taracena Ruiz La pandemia no tiene horario, días ni noches. Ponerse en el lugar de quienes velan a los enfermos, va más allá de la imaginación. Entender su probada entrega enfrenta la desesperanza por todas partes. El enfermo, aislado y atendido, hecho una paradoja que por segundos vive la...

Heberto Taracena Ruiz En el decurso de la pandemia, por apremiante necesidad, guarden silencio nuestros políticos -que dicen nuestros queriendo o no-; dejando en manos calificadas la recepción y conducción de este dilema por resolver. Tomen en serio la cuarentena de no chistar: el hecho en sí no...

Heberto Taracena Ruiz El presente, -cosa de unos días-, fue pasado y, como padre insensato, parirá el futuro. Si los tiempos del tiempo pudieran nivelar contenidos de vasos comunicantes, otro sería el nivel de ciertas imposturas. Mas cada instante parece marcar rayas dentro de lo suyo… Y luego,...

Heberto Taracena Ruiz La muerte se anda lenta, incesante. Es vela diaria más allá de pestes. Llega a uno por uno o en colectivo: de ciclo en ciclo. Cuando se anuncia predispone, llega. Cuando no avisa, llega. No hay el mejor momento, sólo pide el ser vivo: llega. Estamos hechos mitad para la vida,...

Heberto Taracena Ruiz Si la cara cayera de apocamiento, ella se aprestaría a su rescate y recuperación; pero se agacha sobre el retrete de la indolencia; y entre pujidos esta otra cara nos embadurna con heces para infiltrar olores de tragedia en que, extasiados, caen al hoyo deberes vitales. En la...

Heberto Taracena Ruiz Si la cara se nos callera de vergüenza, ella se aprestaría a su rescate de inmediato; pero se tumba en el retrete de la indiferencia… Y esta otra cara nos embadurna con heces para embaucarnos de olores de tragedia en que, por extasiados, abandonamos el lugar de los deberes....

Heberto Taracena Ruiz Si pasmo puede ser el descanso, Oh, Macbeth, no me apestes de incertidumbre. Que el descanso repare, no petrifique; haciendo, dentro de lo posible a tiempo lo moldeable, sin empujar a excesos mal apurados. Nada mejor que estar felizmente cansado, luego de la fajina ganada a...

Heberto Taracena Ruiz Cuando las manos palpitan de corazón, el corazón irriga tus dedos. No tienes qué pensar en monumentos colosales, sino en juntar emociones contrastadas, a veces, por curtidas rutinas; y enderezar la nave a tus capacidades. Nada de compararte cuando naciste único: si...

Heberto Taracena Ruiz Para entender la nueva realidad, ¿qué hubimos de aprender de la vieja… la vieja incomprendida realidad? Veremos hasta qué punto ésta de hora la interfiere. Las dudas no ofenden y ellas alzaron la guardia para reclamar conductas irresponsable de no pocos inadaptados. Si,...

Heberto Taracena Ruiz Días pasan y pesan, recitando el gran verbo de la vida y el arcano insondable de la muerte. Entenderlos, problema irresoluto. Pasan días con una libertad irrefrenable, en la que nada tienen qué ver desprendimientos de hojas en almanaques. Días que no pudiéramos lacrar ni con...