Heberto Taracena Ruiz

Para entender la nueva
realidad,
¿qué hubimos de aprender
de la vieja…
la vieja
incomprendida realidad?
Veremos
hasta qué punto
ésta de hora
la interfiere.

Las dudas no ofenden
y ellas alzaron
la guardia
para reclamar
conductas
irresponsable
de no pocos
inadaptados.

Si,
inadaptados;
porque además
para los grandes males,
junto a grandes remedios
se hace imperioso
la colaboración
de sus destinatarios:
una enfermedad,
por muy aleve
es menos dañina
si la atiende el enfermo
al pie del médico.

Hasta el momento,
pese a la información
puntual,
hay personas
que creen
que estar informado
es estar indigestado.
Y con ese pretexto
y pregonando a gritos
que se quieren morir,
hacen y deshacen
a su necedad,
en contra de otros,
muchos,
tolerantes.

Sobre las secuelas
que van a quedar,
la actitud de algunos
no hemos de olvidar.

Con todo, es posible
para nuestro bien
hacer hincapié
en esta realidad,
-ni vieja ni nueva-,
con tal de que al punto
no pongamos trabas
al tiempo que sigue.

Cunduacán, Tab., a 16 de mayo de 2020