Heberto Taracena Ruiz

Si la cara
cayera
de apocamiento,
ella se aprestaría
a su rescate
y recuperación;
pero se agacha
sobre el retrete
de la indolencia;
y entre pujidos
esta otra cara
nos embadurna
con heces
para infiltrar
olores de tragedia
en que, extasiados,
caen al hoyo
deberes vitales.

En la fetidez
de la pandemia
excusas proliferan
del tingo al tango;
remedando gusanos,
embriagados,
al brindis por la muerte.

Explicaciones
menudean
echando al Covid 19
la carga de la prueba;
habida cuenta
de que así somos
de arrojados
y tercos.

No hay sino la secuela
que dejan
comportamientos
erráticos.
La mixtura
apelmazada
de varias generaciones
que diluyeron
el amor al prójimo
en pequeñeces
contra horas solidarias.

Ninguna autoridad
va a sustituir
la parte tocante
a personas
y familias;
cuando cualquier pretexto
llena supermercados
a granel.

Serán menos…
pero hacen daño
a diestro y siniestro,
contra una mayoría
que se guarda
convencida,
rigurosamente.

Cunduacán, Tab., a 21 de mayo de 2020