Crónica: ¡Ay, profe…!
Luis Enrique Martínez Rumbo Nuevo No es el único pero si la excepción contemporánea en Tabasco. Más aún, si el reconocimiento viene del presidente Andrés Manuel López Obrador. De paso, el elogio en vitrina nacional al maestro Rodolfo Lara Lagunes también es para los apóstoles de la educación no para la negligencia funcional cuyo efecto […]
16 de mayo de 2020

Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
No es el único pero si la excepción contemporánea en Tabasco. Más aún, si el reconocimiento viene del presidente Andrés Manuel López Obrador. De paso, el elogio en vitrina nacional al maestro Rodolfo Lara Lagunes también es para los apóstoles de la educación no para la negligencia funcional cuyo efecto se manifiesta por estos días en la incredulidad de un sector de la población a la pandemia del Covid19.

Ni duda cabe que uno de los factores de la «irresponsable» presencia de hombres y mujeres en la calle a pesar de la restricción sanitaria es consecuencia del nivel educativo en la entidad. Un sistema cuya peor época no fue cuando en 1979, la cabecera municipal de Teapa albergó las primeras pláticas para la posterior formación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, sino por la semiprivatización de la educación pública que comenzó Roberto Madrazo Pintado en 1995.

En su más reciente libro «Al rescate de la educación pública», el maestro Lara Lagunes da cuenta de la formación de la disidencia magisterial nacional pero no menciona quiénes representaron a Tabasco en esas primeras pláticas. Uno de ellos fue Manuel Rodríguez Cornelio, un verdadero apóstol de la educación cuya muerte no aclarada del todo sembró sospechas en la alianza entre el gobierno de Leandro Rovirosa Wade y la Sección 29 del SNTE.

Desaparecido el liderazgo del ex director del Cbetas de Tapijulapa, Tacotalpa, la burocracia priista con Fausto Méndez Jiménez como cacique del gremio oficial cedió paso a la ignorancia supina. La formación de la nueva generación de maestros vino a menos pues ingreso y egresos a la Escuela Normal «Rosario María Gutiérrez Skildsen» quedó al mejor postor, además que la calidad del personal docente disminuyó por intervención de la Sección 29.

El caso de Martha Victoria Andrade Alcocer es por demás ilustrativo. De la dirigencia local del SNTE salió a presidir el PRI tras ocupar una curul federal y local. Esa actividad política partidista le sirvió para negociar la medalla «Manuel Altamirano» pero no el valor para recibir el reconocimiento en el teatro «Esperanza Iris». En su momento, envió un propio por el documento y el cheque por alrededor de 100 mil pesos a la oficina central de la Secretaría de Educación de Tabasco. Un caso similar fue el del «columnista» Rubén Arceo Pérez.

Andrade Alcocer fue artífice para la división de la Sección 29. Formó a «los muchachos» que crearon el Sitet y a la otra disidencia reconocida que se formó gracias al apoyo de Madrazo Pintado y del también ex gobernador Manuel Andrade Díaz. Esos «liderazgos» fueron los que combatieron al maestro Lara Lagunes en 2013. Algunos de ellos, impulsando la sucesión de Argentino Baeza como aliado del gobernador Arturo Núñez Jiménez.

En medio de la generación que se distribuyó la herencia de la priista Vanguardia Revolucionaria, comenzó la descomposición de la educación hasta la fecha. Un nadir que se refleja en los indicadores nacionales pero también entre la relación de padres y hijos hasta infectar a una sociedad sumida en la mezquindad donde los partidos políticos sacan raja temporal.

«Ese es el hijo de la maestra y del maestro…», suele lamentar la vencindad cuando escucha el florido lenguaje de aquel adolescente o joven distante de las reglas de urbanidad. Aquella expresión recuerda otra, la del «ay, profe ¿por qué me reprobó?» de esa generación preocupada ante una evaluación desfavorable que rompía con el reconocimiento de las autoridades, de la familia y amigos.

Con el arribo del PRD al Poder Ejecutivo estatal, la sociedad apostó por una limpia en la Secretaría de Educación. Sin el apoyo del gobernador Núñez Jiménez —que trasbambalinas impulsó su caída—, el maestro Lara Lagunes no pudo. Seis años después, Guillermo Narváez Osorio enfrentó sesgadamente a los aviadores. «Era aviador pero ya lo pusimos a trabajar», presumió cuando se le mencionó el caso de Pedro Vidal Ovando, autoidentificado como Piter.

«No cuestiones, deja trabajar al que pone su granito de arena en la educación», reviró, también, Santana Magaña Izquierdo, actual subsecretario del ramo pero que con el PRI fue dirigente de la Sección 29 del SNTE, diputado local, federal, presidente municipal de Jalpa de Méndez y…también galardonado con las preseas y el estimulo económico que los gobiernos Federal y Estatal otorgan cada año al magisterio distinguido por 30 (medalla Rafael Preciado) o 40 años de servicio.

Lo dicho: son excepciones a la común negligencia magisterial a los que el presidente López Obrador elogió al recordar a su maestro de aula, Lara Lagunes, cuando cursó el tercer año de secundaria en Villahermosa. De todas maneras y a pesar de la ley seca, seguramente la celebración del Día del Maestro no pasó inadvertida para nadie aunque la mayoría de la población exija tomar medidas extremas para obligar a la insensibilidad a quedarse en casa.

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