Desde las seis de la mañana empezaré a cocinar para el Papa Francisco, a la una de la tarde se empezará a servir la comida, todo será puntual, afirma María del Socorro Arizmendi Esquivel, quien sumamente nerviosa dice: “Espero que por la emoción no vaya a soltar el plato cuando esté frente a él, y corra a abrazarlo y a darle un beso en la mano”.
Chiapas
Redacción
Notimex
Suelta una risa de nerviosismo y trata de expresar con las manos las palabras que no salen de su boca, cuando la voz se le quiebra -como dice ella misma- porque ya está a unas horas de que use la receta heredada de sus abuelas y preparada tantas veces, para en esta ocasión, “dar de comer nada más, ni nada menos que al representante de nuestro señor Jesucristo, es una gran responsabilidad y una alegría muy grande”.
Aprieta sus manos, las guarda entre sus piernas y vuelve a levantarlas cuando dice: “es un regalo de Dios que él me lo dio y yo lo acepto, aunque ha sido todo un reto, pues me ha dejado más de 20 madrugadas y noches de estar despierta y estar pensando en la comida de manera más detallada para que todo salga bien”.