Voz popular
Todo comenzó en Tabasco. Y dentro de dos domingos, el diez de abril, será la revocación de mandato que tanto planteó el joven Andrés Manuel López Obrador desde que inició en la función pública y, paralelamente, en el ejercicio de la política de servicio comunitario entre el sarzal, pantano, veneno, hipocresía y avaricia del poder […]
27 de marzo de 2022

Todo comenzó en Tabasco. Y dentro de dos domingos, el diez de abril, será la revocación de mandato que tanto planteó el joven Andrés Manuel López Obrador desde que inició en la función pública y, paralelamente, en el ejercicio de la política de servicio comunitario entre el sarzal, pantano, veneno, hipocresía y avaricia del poder en la entidad.
Del muchacho de 24 años de edad que en enero de 1977 asumió la coordinación regional del INI (Instituto Nacional Indigenista, ya desaparecido), tras nombramiento otorgado por el gobernador Leandro Rovirosa Wade a recomendación del poeta Carlos Pellicer Cámara, quien falleciera luego a los 80 años de edad, salió el presidente de México.
Don Marco Antonio Sánchez Madrigal desconoce «los primeros pasos» del primer paisano que ocupa el cargo más honorable del país. Pero sí sabe que el camino a la presidencia de la República «no fue fácil». Nadie imagina «lo que ese hombre vivió» ante «tantas traiciones, tanta lucha, tantos fraudes», expresa, compungido.
Con parsimonia, va pedaleando el triciclo con el cual recorre Villahermosa y sus colonias populares, difundiendo a través de un equipo de sonido, uno de tantos discursos de López Obrador para replantear la revocación de mandato como una forma de participación ciudadana para consolidar la democracia como forma de vida en México.
«Sostengo que cuando el pueblo decide ser dueño y constructor de su propio destino, no hay nada ni nadie que pueda impedirlo», se lee en la manta plastilizada que despliega sujeta a dos maderos en horizontal y uno vertical en medio, cuando toma «descanso» en una esquina o en un lugar público.
El fragmento citado aparece coronado con el nombre Andrés Manuel López Obrador, rotulado en color magenta.
Es originario de Jalpa de Méndez. No llegó tarde sino que se integró «de cuerpo y alma» a la lucha del López Obrador desde que le robaron la presidencia en 2006. Antes, cuenta, lo seguía pero no tan cerca como ahora: «De vez en cuando iba a las marchas, a las concentraciones pero no pasaba a más. Ahora sí estoy con todo».
Viste de paisano. Usa un casco de color naranja, tirando a magenta. Dos bocinas, un amplificador de sonido, manta y madero, son la tripulación que circula a diario, incluyendo, domingos, por calles, callesuelas, avenidas, paseos, callejones y el periférico, difundiendo la cita del domingo 10 de abril, día señalado para celebrarse la revocación del mandato presidencial.
«¡Nooó, qué pasó!», réplica, molesto, cuando se le pregunta si alguien paga por el servicio comunitario. «Esto es conciencia ciudadana, un compromiso que, si cuesta o no, es responsabilidad de Marco Antonio Sánchez Madrigal», revira, inflando el pecho.
Es cosa de verlo empujar el vehículo en las pendientes o frenar, arriba del triciclo, cuando desciende las empinadas como la de 27 de febrero, 5 de mayo, Narciso Mendoza, 16 de Septiembre o de José Moreno Irabien…o si lo agarra el semáforo en rojo.
Cuando alguien se asoma a tomarle fotografías en dispositivos móviles, suele levantar la mano izquierda con el pulgar pegado a la palma y los demás dedos enhiestos: es la señal de la 4T…
Para los días nublados como este fin de semana, don Marco Antonio va preparado: lleva impermeables por si llueve: «Como dice el presidente López Obrador:»Hay que estar preparado para lo que venga…»»
Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo

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