Voces del cambio verdadero
La pedagogía peñanietista I Luis A. Pampillón Ponce pampillon_p@hotmail.com En el sistema político mexicano se refleja con toda claridad una de las máximas de Tomás Hobbes: el hombre es el lobo del hombre. De esa manera, el sistema político mexicano es un devorador de hombres, de sus hombres. Primero comenzaron a destruirse los políticos: la […]
14 de junio de 2016

La pedagogía peñanietista I

Luis A. Pampillón Ponce
pampillon_p@hotmail.com
En el sistema político mexicano se refleja con toda claridad una de las máximas de Tomás Hobbes: el hombre es el lobo del hombre.

De esa manera, el sistema político mexicano es un devorador de hombres, de sus hombres. Primero comenzaron a destruirse los políticos: la corrupción somos todos, siguieron con los periodistas: chayoteros, gacetilleros; los policías: ladrones con charola, los médicos: matasanos; las enfermeras, no son profesionales (EPN, dixit), y ahora se le ha pegado con todo a los maestros: en la radio, la prensa y la televisión. Es la pedagogía peñanietista: “garrote con el cliente”. ¿Dónde he escuchado eso?

Y la mal llamada reforma educativa, en donde está, por donde aparece. Luego de estudiar a fondo las reformas constitucional y legal, solamente encontramos un concepto en tres tiempos: evaluación. Evaluación para ingresar al sistema, evaluación para permanecer en el sistema y evaluación para subir de categoría. Ni un renglón que hable de una acción pedagógica, didáctica o que hable de revisión de contenidos.

La reforma educativa, como bien explica la maestra en investigación educativa, Martha de Jesús López Aguilar, en un artículo titulado ¿Por qué luchan los maestros?, fue diseñada por los organismos financieros trasnacionales (FMI, BM y BID), la OCDE, que vende recomendaciones de políticas públicas, y por empresarios de Mexicanos Primero. Para darle certeza legal a la reforma fue impuesta a través del Pacto por México con la participación de PAN, PRI y PRD y aprobada por todos los partidos políticos, sin ser analizada y discutida por los diputados y senadores y sin considerar un diagnóstico, seguimiento y evaluación de las políticas educativas aplicadas en sexenios anteriores. No se tomó en cuenta a estudiantes, maestros, padres de familia, investigadores y especialistas, por lo que carece de legitimidad. (La jornada, 12 de junio de 2016)

La autora del libro “La primavera magisterial de 1989”, considera que la mal llamada reforma educativa se distingue más por ser:

a) Una reforma administrativa y laboral con grandes implicaciones en la organización educativa, que lleva a un mayor control y vigilancia; a más de tres años de su aprobación, aún no se presenta un nuevo modelo de enseñanza, aún se sigue trabajando en las escuelas con un plan y programa de estudios del año 2011; los libros de texto están desfasados, los cuales aún no han sido corregidos, pese a que el mismo ex secretario de Educación Emilio Chuayffet reconoció que además de errores de redacción y ortográficos, hay errores pedagógicos y científicos.

b) Es una reforma regresiva y lesiva porque afecta los derechos adquiridos de los trabajadores de la educación y pone en riesgo la enseñanza pública. La Ley del Servicio Profesional Docente (LGSPD) establece la nueva regulación laboral, violando los derechos adquiridos, según lo expresa el artículo 14 de la Constitución: a ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna. Sin embargo, los maestros pierden la plaza base y la antigüedad, es decir, la estabilidad en el empleo, en su lugar tienen un nombramiento definitivo que dura mientras llega el nuevo examen.

c) Contraviniendo la Constitución, se aniquila a los maestros a través de una evaluación punitiva contenida en el artículo 53 de la LGSPD, dirigido al personal que no se presente al examen, no se incorpore a los programas de regularización u obtenga resultado de insuficiente en su tercera evaluación, se darán por terminados los efectos del nombramiento correspondiente sin responsabilidad para la autoridad educativa; siendo descertificado y boletinado, es decir, no se le podrá contratar en ninguna escuela pública ni privada, invalidando su cédula profesional para ejercer la docencia, sancionando a la institución pública o privada que lo contrate.

d) Los maestros cuestionan la evaluación estandarizada, porque sólo mide aspectos superficiales sobre el manejo de leyes, normas y lineamientos, pero no valora la práctica docente, y menos el vínculo con sus alumnos y comunidad, o su actitud, sus sentimientos, su compromiso y responsabilidad, en fin lo que implica ser un buen docente. Además no es integral ni formativa, sólo se reduce a la medición y cuantificación de resultados observables, tiende a clasificar al etiquetar a los maestros entre idóneos y no idóneos, es descontextualizada y discriminatoria, excluyente y punitiva.

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