Voces del cambio verdadero
Populismo y demagogia IV Luis A. Pampillón Ponce pampillon_p@hotmail.com Hemos visto, en las entregas anteriores cual es el significado de demagogia y quien en su representante legítimo en México, a no dudarlo: Enrique Peña Nieto. Y el populismo, qué es, qué significa. Populismo viene de pueblo, quizá por eso a alguien se le ocurrió utilizarlo […]
26 de abril de 2016

Populismo y demagogia IV

Luis A. Pampillón Ponce
pampillon_p@hotmail.com
Hemos visto, en las entregas anteriores cual es el significado de demagogia y quien en su representante legítimo en México, a no dudarlo: Enrique Peña Nieto. Y el populismo, qué es, qué significa.

Populismo viene de pueblo, quizá por eso a alguien se le ocurrió utilizarlo para denostar a alguien, a algún personaje popular. Pero populismo no es un concepto negativo, como el de demagogia o demagogo.

Si bien el concepto tiene alguna vertiente criticable en función de quien ejerce el poder, no es un término o forma de actuar negativo. Por el contrario. Veamos:

Puede ser definidas como populistas aquellas fórmulas políticas por las cuales el pueblo, considerado como conjunto social homogéneo y como depositario exclusivo de valores positivos, específicos y permanentes, es fuente principal de inspiración y objeto constante de referencia, (Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, en Diccionario de Política, ed. Siglo XXI, 2013).

Para Peter Wills, el término populismo es “todo credo y movimiento basado en la siguiente premisa principal: la virtud reside en el pueblo auténtico que constituye la mayoría aplastante y en sus tradiciones colectivas”.

Para Lloyd Fallers: es una ideología por la cual “la legitimidad reside en el pueblo”.

Para Peter Worsley es “la ideología de las pequeñas gentes del campo amenazadas por la alianza entre el capital industrial y el capital financiero”.

Para Edward Shils el populismo se basa en dos principios fundamentales: la supremacía de la voluntad del pueblo y la relación directa entre pueblo y liderazgo.

Hace unos días, en el acto en el que el Partido de la Revolución Democrática inscribió su planilla de aspirantes al constituyente capitalino, la secretaria de la Comisión del Distrito Federal en la Cámara de Diputados, la perredista Evelyn Parra (de la tribu de os chuchos) atribuyó la responsabilidad de la actual crisis ambiental que padece la megalópolis a Andrés Manuel López Obrador porque, aseguró, durante su periodo como jefe de Gobierno éste impulsó el uso del automóvil mediante la construcción de vialidades y descuidó la expansión del transporte público. Según la legisladora, el actual presidente nacional de Morena gastó en las obras una suma similar a la que ahora calcula Miguel Ángel Mancera como necesaria para ampliar los sistemas de transporte colectivo.

La mentira cae por su propio peso: entre 2000 y 2005 el GDF aumentó el número de unidades de la Red de Transporte Público (RTP), incrementó el número de vagones del Metro e impulsó el programa de sustitución de microbuses y taxis. En septiembre de 2003 el gobierno capitalino inició el diseño de los autobuses rápidos, el cual incluyó seis rutas de transporte con carriles confinados. Las obras se iniciaron en diciembre de 2004 y el 9 de marzo del año siguiente López Obrador publicó en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el decreto de creación del organismo público descentralizado encargado de operar el Metrobús. El 19 de junio de 2015 el entonces gobernante capitalino inauguró el primer tramo del sistema (Indios Verdes-Doctor Gálvez) en el Corredor Insurgentes, señala Pedro Miguel y agrega:

Por lo demás, en el periodo del tabasqueño el GDF modernizó el sistema de verificación y lo separó del estado de México. Entre 2000 y 2006 los días limpios por año pasaron de 43 a 151 y la concentración máxima de ozono se redujo de 284 a 211 en promedio, (La jornada, 12 de abril de 2016).

No es ésta la primera vez que el perredismo corriente y aliancista con la mafia del poder busca salir de su propio pantano arrojando sobre López Obrador culpas inverosímiles y abracadabrantes. Ya a finales de 2014 pretendieron atribuirle la responsabilidad por la atrocidad perpetrada en Iguala el 26 de septiembre de aquel año en contra de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y en el sexenio pasado algunos integrantes de la cúpula de los chuchos habían buscado señalar como culpable de la imposición de Felipe Calderón al propio López Obrador.
Como diría un exgobernador: los hechos hablan.

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