A la mitad del camino
Luis A. Pampillón Ponce

La pluralidad política tenemos que verla como elemento esencial de la democracia más que como freno, planteó el gobernador Arturo Núñez Jiménez al realizar una apretada síntesis de su tercer informe al frente de la administración pública estatal, en un evento que reunió a destacados personajes de la clase política local y nacional en el Centro de Convenciones de Tabasco 2000.

Entre los asistentes podemos señalar al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Mancera, a Diego Fernández de Ceballos, senadores, diputados federales, gobernadores y exgobernadores, como los de Tabasco, Enrique González Pedrero, Enrique  Priego Oropeza y Víctor Manuel Barceló Rodríguez.

Dijo que los logros alcanzados por su administración están a la vista de todos, pero que no ha sido fácil debido a los saldos negativos en que encontró a la entidad.

En efecto, la situación en que se encontraba y todavía se encuentra en gran medida la situación económica y social de la entidad es grave. De manera que enderezar la nave ha costado trabajo. Y pasarán varios años. El daño infringido a los sectores productivos, por ejemplo, tardará en ser revertido, aunque ya se han dados los primeros pasos.

Quizá el mayor logro del gobierno sea haber detenido el deterioro económico tanto de la administración pública como de los sectores productivos que parecían iban de caída en un tobogán. En estos tres años de administración se han comenzado a sanear las finanzas y a recomponer los sectores productivos. Con mucho esfuerzo, pero sin endeudar más a la administración pública estatal, se ha comenzado, aunque lentamente, a liquidar adeudos del pasado a los proveedores y comienza a caminar la obra pública en diversos sectores y municipios.

Recordar de dónde venimos y el pasado de degradación de la ética pública “no es un ejercicio ocioso ni coartada justificatoria sino una advertencia realista acerca de lo que no debe volver a pasar, planteó el mandatario tabasqueño.

Y tiene razón el licenciado Núñez Jiménez al realizar el anterior señalamiento porque si bien no hemos caído en el abismo, estamos cerca o se le asemeja bastante con la crisis económica en los sectores productivos, el desempleo, la violencia, el secuestro y los asesinatos. En suma, la grave descomposición social que tiene aterrada a gran parte de la sociedad tabasqueña y que ha orillado a muchos a abandonar sus hogares y trasladarse a otras entidades o a otros países. Volver a caer sería imperdonable. De ahí la importancia del recordatorio.

Hoy, a tres años de distancia, comienza a verse los frutos en el rescate de las plantaciones de cacao, por ejemplo, pero el asunto va para largo porque replantar las 90 mil hectáreas con las que se producían 42 mil toneladas del grano cada año está en chino. Porque no basta sembrarlas; las plantas para estar en producción deben tener, al menos siete años. Lo mismo ocurre con las plantaciones de coco.

El camino es largo pero, ya vemos los primeros pasos en la recomposición que abre camino a la esperanza renovada. Como lo planteó el mandatario tabasqueño “llegó el momento de entregar a Tabasco algo que resulta invaluable para todas las sociedades: la renovación de la esperanza”.

Más allá de las diferencias y los legítimos intereses todos los tabasqueños debemos tener un lugar en el proyecto del cambio y construir una base común de entendimiento y acciones compartidas. Solo de esa manera podremos salir del rezago en que nos hemos ido quedando frente al crecimiento de entidades vecinas como Campeche, Chiapas, Yucatán y Quintana Roo, que con menos presupuesto que Tabasco pero quizá con mejor imaginación y unidad están nos están dejando atrás.