Vivir, el incentivo
Heberto Taracena Ruiz El incentivo de vivir puede experimentarse de instante a instante. Se da tan franco que, sin escudriñarlo, parece consecuente. Abarca cada hilo del ovillo que por momentos tiende a enredarnos, para luego ponerse en orden nada más. Está adentro, a la mano, no escondido y a redonda de todo cuanto aspiramos… Recordar […]
17 de enero de 2022

Heberto Taracena Ruiz

El incentivo de vivir
puede experimentarse
de instante a instante.
Se da tan franco
que, sin escudriñarlo,
parece consecuente.
Abarca cada hilo
del ovillo
que por momentos
tiende a enredarnos,
para luego ponerse
en orden nada más.
Está adentro, a la mano,
no escondido
y a redonda de todo
cuanto aspiramos…

Recordar es volver
de la siesta
a la realidad;
del interior que llama
al estado de ánimo,
cualquiera que éste sea.

Dos elementos juegan
para entender el rumbo
a que convoca
el incentivo de vivir.

El juego no es a base
de impulsos
por ver si la razón
o la naturaleza
dan su brazo a torcer:
tales dos elementos
tienen que armonizarse.
La razón como buena
componedora
y la naturaleza
aquilatando leyes
diversas, colosales.
Ahí están, no escondidas,
ambas fuerzas,
aconsejadas
por la conciliación
que a una y otra asesoran.

No habrá que ir tan lejos
recomiendan las voces
que han trazado caminos
con los años.

Razón, naturaleza,
en humano vaivén,
estimulan, constantes,
el incentivo de vivir…

Cunduacán, Tab.,a 6 de enero de 2022

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