París
El Universal
La UNESCO rindió ayer homenaje a la adolescente paquistaní Malala Yusufzai, víctima de un ataque talibán por defender la educación femenina, y aprovechó su lucha para recordar que la mayoría de los menores no escolarizados en el mundo son niñas.
El alegato en favor de la joven activista reunió a la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Irina Bokova; al presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, y al primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, entre otras personalidades.
«El brutal ataque del 9 de octubre contra ella nos recordó que el derecho de las niñas a la educación sigue siendo nuestra labor número uno», indicó Bokova, que recordó que su formación es «un derecho fundamental y también una palanca de desarrollo».
Bokova, que agradeció la presencia de representantes de varios países hoy a París para defender ese mismo objetivo, anunció la creación del «Fondo Malala para el derecho a la educación de las niñas», al que el Gobierno de Pakistán ha aportado 10 millones de dólares (7,7 millones de euros).
Malala resultó gravemente herida el pasado 9 de octubre, cuando dos milicianos talibanes detuvieron la furgoneta en la que viajaba junto a otras catorce jóvenes que volvían de la escuela y abrieron fuego contra ella.
La adolescente, de 14 años, que recibió un balazo en la cabeza y se recupera en un hospital del Reino Unido, se ha convertido en ejemplo de la oposición al integrismo en Pakistán e incluso se está promoviendo su candidatura al Premio Nobel de la Paz.
El acto de hoy en París, según anunció la UNESCO al convocarlo, toma el testigo de la joven al afirmar que «no existe ningún obstáculo inquebrantable que pueda poner trabas al derecho a la igualdad de género y a la educación para todos».
Con su celebración se busca igualmente «acelerar el impacto de la acción política» en ese objetivo, y se recuerda que la existencia de una sociedad justa no es posible sin que hombres y mujeres gocen de los mismos derechos, empezando por el de la educación.
«La historia de Malala, pero también muchas otras, refleja bien que la violencia, el desprecio de la dignidad humana y el rechazo de la libertad siguen siendo una amenaza permanente», destacó el primer ministro francés en su intervención.
El acto se hizo coincidir con la Jornada mundial de los Derechos Humanos, cuya relatividad, según Ayrault, «es una fábula» ante la que no hay que quedarse inactivo.