Transprencia Politica
AMLO y El Padrino — (…) quiero que sepan que no estoy aquí para discutir ni para convencer, sino para dialogar. Mario Puzo/ El Padrino Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com El presidente Andrés Manuel López Obrador me saca de honda y quedan aparte mis lecturas de libros de algunas religiones, y novelas como El Jardín de la […]
23 de julio de 2020

AMLO y El Padrino

— (…) quiero que sepan que
no estoy aquí para discutir ni
para convencer, sino para dialogar.
Mario Puzo/ El Padrino

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
El presidente Andrés Manuel López Obrador me saca de honda y quedan aparte mis lecturas de libros de algunas religiones, y novelas como El Jardín de la codicia, de José Manuel Aspas, y la del periodista y escritor Basilio Trilles, Ilustrísimo canalla, que llenaban mi tiempo estos días de encierro domiciliario por la pandemia. Pero es más importante El Padrino.

Dijo nuestro paisano en su mañanera del pasado viernes 17: Está como el asunto de los que van a estudiar al extranjero. El hijo de El Padrino, según la novela de Mario Puzo, estudió en el extranjero; lo mandaba El Padrino. Y así, los que más daño le han hecho al país son los que supuestamente tienen más conocimiento sobre el manejo de la economía, son los que han acabado con el país. Hay uno de ellos, que yo le llamo el “padre de la desigualdad moderna”, que fue presidente, estudió en Harvard. Ahí les dejo de tarea que investiguen quién fue.

Nadie puede negar que AMLO tiene razón. Han sido los presidentes de la tecnocracia los que más han dañado a México. Desde que los tecnócratas asumieron el poder, en vez de los políticos, este país ya no es el mismo. En esta columna se ha dicho y está en las hemerotecas, en la ayudantía de la historia.

Pero si bien no deben tomarse las palabras del paisano como un anatema contra todos los que han estudiado en el extranjero —muchos de sus “colaboradores” lo hicieron—, éste no es el tema de esta entrega periodística sino el asunto de los Corleone y de la mafia. El tema de El Padrino, que es uno de los libros que han documentado, y seguirán documentando, mis columnas. Como lo han hecho la saga de varios autores sobre el arte de la guerra y otros textos, como las de Héctor Aguilar Camín, Luis Spota y Jorge Castañeda, por mencionar algunos. Soy adicto a la escritura libresca, confieso.

Vayamos al quid: publicó Federico Campbell (1941-2014) en su columna Máscara Negra, en la Jornada Semanal, el 8 de marzo de 1992 que “como decía Maquiavelo, la mafia no es una broma. Es una cosa tan seria como la muerte… o el poder”.

“… la mafia es un comportamiento, un modo de actuar, un modus operandi, una manera de hacer las cosas, un estilo. Por eso no era mala aquella aproximación metafórica —o analógica— que veía en los grupos literarios de los años sesenta en México un patrón de corte mafioso”, explicaba muy bien el autor de Periodismo escrito, entre otros libros.

Algo sabía, pues también fue autor de La memoria de Sciascia, quien fue un escritor siciliano enfocado en los temas de la mafia. Campbell fue amigo de Leonardo Sciascia.

Pues bien, también es acertado que en sus ataques mañaneros López Obrador se refiera a “la mafia del poder”, que, acoto, es muy diferente al poder de la mafia, con todo respeto.

Aclarado, pues, que no todos los que estudian en el extranjero han dañado al país y que lo de la mafia es cosa seria, un estilo, vayamos al error de lectura del presidente: Michael Corleone no estudió en el extranjero. Fue a Sicilia, enviado por don Vito Corleone, a refugiarse después de haber dado muerte al enemigo del Don, Virgil Sollozo y al corrupto jefe de Policía que lo protegía. No fue a estudiar, como dice AMLO.

Sigamos con la novela que cada vez que la leo es diferente, heraclitiana. El hijo menor (de tres) del Don se alistó en el ejército norteamericano y luchó en el Pacífico, llegó a capitán y recibió varias condecoraciones. En 1944, la revista Life publicó un reportaje gráfico de sus numerosas hazañas. A su regreso —se licenció “a causa de una herida, sin tener la menor sospecha de que su padre había hecho todos los preparativos para que se le diera de baja—, se matriculó en el Dartmouth College de Hanover, en New Hampshire. Insisto para los adictos a las mafias: no es de los que se preparan en el extranjero para dañar a su país.

Bueno, pero el presidente y paisano me hizo volver a otras aguas de la literatura. Ya dije, nunca es lo mismo releer. Esas aguas han empujado el barco de mis textos, casi siempre usándolas como epígrafes: En la vida del hombre todo es personal. Hasta eso que llaman negocios es personal. ¿Sabes quién me enseñó eso? El Don. Mi padre. El Padrino. Si alguien perjudica a un amigo suyo, el Don lo toma como una ofensa personal. Mario Puzo / El Padrino/TP221110.

O estos otros epígrafes de mi columna Transparencia Política (TP): No soy de los que dan su amistad a quienes no saben apreciarla, a quienes me tienen por poquita cosa. Mario Puzo/ El Padrino/ TP210308/revista Razones; Después se volvió hacia Astorre y dijo—: Cuando hayas decidido matar a un hombre, jamás hables con él. Resulta incómodo para él y para ti. Mario Puzo / Omertà/TP161211. —Me va hacer este pequeño favor, ¿verdad? No lo olvidaré. Hable con mis amigos de la vecindad. Todos le dirán que soy hombre que gusta de manifestar su agradecimiento. Mario Puzo / El Padrino/TP301210
Gracias Mario Puzo. Gracias Andrés Manuel por mencionarlo. Muchos, en esta pandemia, podrían usar las palabras de Genco Abbandando, el gran amigo del Don, cuando éste lo visitó en su lecho de enfermo: “Padrino, quédate junto a mí y ayúdame a encontrarme con la muerte. Quizás si te ve a mi lado, se asusta y me deja en paz”.

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