César Graciano Calvario
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Lo sabemos muy bien, pero preferimos ignorarlo. U olvidarlo de plano. Hasta que nos topamos de nuevo con una fatal disyuntiva en que tenemos que volverlo a considerar: Pedimos cambio, pero nos negamos a aceptarlo cuando nos lo proponen. Por naturaleza somos reacios al cambio. Nos atemoriza. Nos apanica. Y nos hace reaccionar contra él, hasta con violencia. A pesar de los beneficios que pueda traernos.
Hacemos esta reflexión, a la vista de las escenas que se produjeron ayer en el Congreso local, donde, a pesar de los trucos y las mañas de los legisladores priistas -comandados por su mariscala en jefa- fue aprobado el Dictamen que creó la nueva Ley de Transporte del Estado de Tabasco. Un instrumento que permitirá la modernización de este servicio público en beneficio de quien debe tenerlo: la población usuaria.
Hubo dos clases de público que saludó el parto legislativo. Uno dentro de la sala del pleno, integrado por un grupo perredista compacto, que si en los tiempos priistas era una célula fácilmente aplastable, ahora se convirtió en la mayoría que apabulló a quienes se resistieron hasta el final a dejar pasar la aprobación de la nueva ley, sin manotearle siquiera un par de manchones. Otro afuera del recinto. Un grupo de transportistas disidentes que manifestaban su inconformidad y rechazo así como su temor e indignación frente a los cambios
Pero ambos grupos pueden resultar beneficiados por esos cambios. Los de adentro, todavía deberán reflexionar sobre los beneficios que ahora les brinda la ley. Los de afuera, se resisten -y todavía lo harán por un largo rato- a reconocer los beneficios disponibles. Solo ven el horizonte, donde a partir de ahora y en cualquier momento, pueden aparecer los inversionistas foráneos que aprovecharan las nuevas oportunidades. Y lo harán, si los transportistas locales no superan la parálisis autoimpuesta y compiten con las armas modernas ahora disponibles. Ellos tienen la palabra, porque ellos tienen la ventaja. Cosa de superar el terror al cambio.
Tres auditorías al tecnológico de Centla
Esta es la buena noticia que ha dado la Secretaria de Educación el pasado fin de semana. Sin duda que es una buena decisión porque permitirá disponer de un elemento de certidumbre incuestionable, para la cuestionada honorabilidad de Ramón Rodríguez Laynes. Pero la mala noticia es que las auditorias las harán los propios empleados de la SE y la gris Contraloría del gobierno estatal. A ver si los tercos muchachos no rechazan el bendito resultado.
Sernapam ¡si existe!
Y es parte de la estructura orgánica del gobierno estatal. Sabemos muy poco de ella, seguramente porque su titular (Usted disculpará, no sabemos su nombre, y por las prisas para terminar este libelo solo pudimos saber que es una señora) mantiene a la dependencia en el anonimato de la improductividad y la nulidad. Creerá Usted que a pesar de lo urgida que está de que le dé un tibió rayito de reflector, cuando se anunció que Tabasco sería sede del 4º. Congreso de Investigación en Cambio Climático, en el Instituto Juárez, y con la asistencia de la Secretaría Académica de la UJAT ¡envió a una subsecretaria en representación! ¿Será porque andaba encabezando una delegación choca en Liberia y Guinea?
….a pie de carretera
Lorenzo Pacheco
Nuestro Hospital Juan Graham -antes justificado orgullo de la atención médica a las clases más vulnerables- está pasando por uno de sus peores momentos. Tenemos conciencia que el problema se viene generando cuando menos hace una docena de años. Pero su abandono actual en las manos de los «administradores» del sector salud estatal, resulta injustificable y la peor de las soluciones. Así lo muestra el divorcio de su director Pacheco (su apellido) respecto de sus compañeros médicos. El ambiente que se tiene como resultado lo resienten directamente los usuarios de su servicio. Pésimo, desorganizado, inconsistente y carente de los insumos médicos más elementales.
Tenga un magnífico día. Aquí le busco mañana SDQ. Adiu
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