Transparencia Política
El PRI y su pasado Los errores de quienes se apoderaron de ese partido y lo entregaron a la tecnocracia política contribuyeron a que se dieran condiciones para que el PAN llegara al poder —sólo 12 años— y después llegara López Obrador. TP 280619 Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com Hace poco más de un año, cuando Alejandro […]
21 de agosto de 2020

El PRI y su pasado

Los errores de quienes se apoderaron
de ese partido y lo entregaron a la tecnocracia
política contribuyeron a que se dieran condiciones
para que el PAN llegara al poder —sólo 12 años—
y después llegara López Obrador. TP 280619

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
Hace poco más de un año, cuando Alejandro Moreno Cárdenas iniciaba en Querétaro, lo que aquí se bautizó como la quinta etapa del PRI, escribí que ese partido ha sido factor para combatir el caudillaje que —está demostrado universalmente—, puede convertirse en autocracia, después en dictadura, pasar a tiranía y acabar en la anarquía del poder.

Pensando en el libro Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt dije que estos estadios de poder no necesariamente se tienen que dar por la vía violenta, sino que pueden pasar por las urnas. Bien lo explican esos autores.

Con Alito como líder nacional —dirigente número 55 del PRI, y el tercero de origen campechano; el primero que llega por elección directa de las bases—, ese instituto político entró a su cuarta transformación histórica, pues tres grandes cambios en la vida político-electoral de México han existido en ese partido desde 1929: la propia fundación del Partido Nacional de la Revolución (PNR), su transformación a Partido de la Revolución Mexicana (PRM), en 1938, y, en 1946, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Sería, como lo ha dicho el propio Alito, la quinta etapa pues la cuarta etapa fue el proyecto e ideario de Luis Donaldo Colosio en su 14 Asamblea Nacional.

El 13 de junio de 2019, en Querétaro, se delineó lo que el 2021 tendrá la última llamada rumbo a la sucesión presidencial. Dijo Alito: “Vamos a trabajar unidos, vamos todos, vamos a conquistar juntos lo que hemos construido. Ningún partido ha hecho más por México que el PRI”.

Las desviaciones que en el poder han tenido algunos gobernantes y funcionarios en que éstos delegan funciones, hicieron que en esta etapa del PRI se intente culpar a ese partido por dichos errores que han llegado a constituir graves delitos, corrupción y otras faltas que para los comicios del año entrante y la sucesión del 24, se están utilizando mediáticamente, en mayor parte, al no poder procederse penalmente contra los autores, que son los que debieran responder por esos ilícitos que, por cierto, no tienen un solo color pues en Tabasco, que es el ejemplo más a la mano, el saqueó más grande en su historia lo ha hecho Arturo Núñez Jiménez, que llegó a ser gobernador por Andrés Manuel López Obrador y el entonces su partido PRD.

Amén de estos señalamientos que para una gran parte de la población hacen culpable al PRI, en ese partido no se ha podido entender que se tiene que “trabajar unidos”, que si bien ningún otro partido ha construido en México como lo ha hecho el tricolor, la gente olvida el pavimento por el que circula, el agua que llega a sus casas, la energía eléctrica —por cierto muy cara en estos tiempos— y todo lo que los gobiernos priistas han sembrado para el progreso de este país.

Aparte, lo dije en esa Transparencia, la historia política de México, quiérase o no, ha sido la historia del PRI. Desde que nació para frenar el caudillaje y encauzar el poder por la vía del voto.

Hace un siglo, en mayo de 1920, la sucesión presidencial, entre caudillos de la Revolución, se resolvió con la muerte del presidente Venustiano Carranza. Ocho años después, el 16 de julio, en el restaurante La Bombilla, se usó el mismo método al eliminarse a Álvaro Obregón, reelecto en la presidencia para suceder a Plutarco Elías Calles a quien había dejado como sucesor pese a las protestas y al levantamiento de Adolfo de la Huerta. El jefe constitucionalista Carranza había, también, cometido el error de querer imponer como su sucesor al ingeniero Ignacio Bonillas, ex embajador de México en Estados Unidos, en un primer intento de terminar con los presidentes militares, oponiéndose a las aspiraciones de los generales Álvaro Obregón y Pablo González.

La sucesión de Carranza cobró su propia vida. La sucesión de Calles, cobró la vida del que ya era presidente impuesto, Obregón. La historia se repetiría, ya más cercano el tiempo, en la sucesión de Carlos Salina donde no murió el presidente saliente, ni el presidente electo, sino el que era todavía candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, en 1994, a 63 años de que se había fundado el PRI (PNR entonces) para terminar esos métodos violentos en la política.

Desde entonces la fuerza conductora del PRI se perdió. Hoy tiene que luchar por la unidad primero en sus filas y por volver a la gente. Ya el actual presidente AMLO ha tomado la responsabilidad de garantizar que los cambios de poder se den en paz y con transparencia. Se escribió ayer en este espacio. Andrés Manuel López Obrador se ha erigido en guardián de la democracia.

Los tiempos han cambiado al no ser el PRI el único partido ni el partido hegemónico que fue mucho tiempo, desde aquel día sábado 1 de septiembre de 1928 cuando Plutarco Elías Calles rindió su último informe de Gobierno en el que planteó la creación de un partido nacional. “La necesidad de resolver nuestros problemas políticos y electorales, por nuevos métodos y nuevos procedimientos”, según el primer manifiesto del Comité Organizador del Partido Nacional Revolucionario. Ya había cobrado la sucesión dos vidas: la del presidente Carranza y la del presidente por reelección Álvaro Obregón.

Habría paz durante más de 60 años, hasta que empezó la debacle priísta con la muerte de su candidato presidencial Luis Donaldo Colosio el último candidato presidencial del PRI considerado político-político. Después vendrían los tecnócratas y los más grandes problemas de ese partido.

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