Guardián electoral

Si me meto, no tendría autoridad
moral nadie me respetaría; si se
tiene autoridad moral se tiene
autoridad política. AMLO 190820

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
Lo que ayer miércoles dijo Andrés Manuel López Obrador no sólo vale para su partido, Morena, ni tampoco únicamente para la elección de 2021. Es su oportunidad de pasar a la historia, quisiera él, como un demócrata. No “ser más de lo mismo”, según repite casi todos los días. El año entrante será el parteaguas para su sucesión.

Reafirmó AMLO lo que ya ha dicho. No favorecerá a ningún candidato ni influirá en las próximas elecciones federales de 2021, ya que no será un “traidor a la democracia”. El 6 de marzo de este año, en San Luis Potosí, aseguró que la elección Intermedia de 2021 será la más limpia y transparente de la historia. Que sí intervendrá… pero para evitar que haya fraudes, compra de votos y reparto de frijol con gorgojo. México será ejemplo a nivel mundial de democracia, porque se eliminarán viejas prácticas.

El 22 de junio, en su mañanera, aceptó que existe el INE y no se “va a meter en eso” pero que “es importante que quede claro que vamos a estar pendientes para que no haya fraude electoral; me voy a convertir en guardián para que se respete la libertad de los ciudadanos de elegir libremente a sus autoridades”.

Como lo hacía en las fiestas de los pueblos un viejo tenosiquense, que montaba su ruleta para engañar incautos, el presidente parece decirle a los de todos los partidos y de todos los grupos políticos “fuera manos”. Nadie puede apostar ya en marcha el juego.

Se me ocurre que para su propia sucesión López Obrador está pensando que no le podrán acusar de tener su “tapado” y que lo que suceda el 21 será definitivo para lo que vendrá tres años después.

No tiene la carta, el sobre lacrado de Ruiz Cortines, ni guarda bajo la alfombra, como en China, el nombre de su posible sucesor. Les cuento: En el Palacio de la Pureza Celestial, los emperadores chinos tenían por costumbre escribir en un pergamino el nombre de su sucesor y esconderlo bajo un tapete, exquisitamente bordado, colocado justo encima del trono desde el que despachaban los asuntos confidenciales.

No lo leí en ningún libro. Lo supe en la crónica, en La Jornada, del viaje presidencial de Ernesto Zedillo, a fines de noviembre de 1996. “Esa práctica puso punto final, hace más de 200 años, a las feroces disputas que protagonizaban los herederos. Sólo hasta que el relevo era inminente se podía conocer el nombre del escogido…”

—Como el destape —dijo Joaquín López Dóriga en voz alta, cambiando el giro de la explicación que daba Pei Huanlu al presidente mexicano.

—Como el sobre lacrado de Ruiz Cortines —devolvió el presidente y repuso “esas costumbres no son tan improvisadas”.

En ese viaje —con prensa, para constancia histórica— el presidente Jiang Zemin le dijo a Zedillo que sólo la apertura política garantizará y hará perdurable el éxito de la reforma económica.

Eso vale ahora en México. Si Andrés Manuel no garantiza y cuida el ejercicio democrático de la política, la economía mexicana colapsada por la pandemia del Covid-19 estará en riesgos de no recuperarse en los tres años últimos de su sexenio. Y gravitará pesadamente sobre la sucesión presidencial del 2024.

Acostumbrados al “sí señor” —práctica atávica del priismo, traslapada a la autollamada Cuarta T—, en las filas de Morena y del equipo de gobierno de López Obrador pueda que no haya mayor problema y las purgas políticas se den en el 21 y los dos años siguientes para que no haya estorbos al sucesor en ese partido, que no tiene a fuerza que ser el que asuma la Presidencia de la República, el que gane la elección. Es posible que AMLO juegue con otro “tapado”.

El proceso electoral federal 2020-2021, que culminará con la jornada electoral del domingo 6 de junio del 21, arrancará el próximo 7 de septiembre y en Tabasco del 4 al 10 de octubre, para coincidir en la votación el primer domingo de junio, pero ya le están metiendo ruido al chicharrón, por lo que bien vale tomar en cuenta lo que dice López Obrador y aterrizarlo en Tabasco donde ya los dirigentes estatales ddel PRI y del PRD proceden con altanería política, públicamente, contra el gobernador Adán Augusto López Hernández, de Morena.

Javier Cabrera Sandoval, se estrenó agresivo contra el mandatario. Rompiendo todas las negociaciones anteriores entre los partidos y el gobierno estatal dijo que el no tiene porque reunirse con Adán, pero ofrece una relación de respeto. Y en el Congreso ya metió mano para desconocer a Patricia Hernández Calderón como lideresa de los diputados perredistas, recientemente dada a conocer en sustitución de Agustín Silva Vidal. “En la decisión que se tomó no fueron considerados Nelson Gallegos Vaca y Dolores Gutiérrez Zurita, tienen que estar los seis, todos tienen derecho a votar y ser votados”, justificó su intromisión, contra el voto de los cuatro —mayoría— con la que se decidió el cambio,

Los legisladores perredistas Gallegos Vaca, Dolores Gutiérrez y Silva Vidal forman parte del bloque radical que se opone a una alianza del PRD con el PRI, lo que puede explicar el jaloneo en el Congreso.

Por su parte el presidente del CDE del PRI, Dagoberto Lara Sedas, pasó del papel de conciliador político entre los partidos y el gobierno, que incluso lo puso de etiqueta con guayabera nueva en una reunión, a una actitud que raya —ayer lo dijimos— en bravuconería. Declaraciones infortunadas del director jurídico del gobierno de Adán Augusto, sirvió para que el ganadero de Huimanguillo arremetiera contra Adán Augusto López acusándolo de usar a “compinches” para desbaratar la posible alianza PRI-PRD.

¿Será, también, Adán Augusto guardián de los próximos comicios?