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No hay vuelta de hoja …es indispensable replantear el lado ‘b’ o la segunda etapa (…) No es que la revisión implique un arrepentimiento de lo ya vivido. Hugo López-Gatell 060820 Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com El genio de la pandemia en México, Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, en la Secretaría de […]
11 de agosto de 2020

No hay vuelta de hoja

…es indispensable replantear
el lado ‘b’ o la segunda etapa (…)
No es que la revisión implique
un arrepentimiento de lo ya
vivido. Hugo López-Gatell 060820

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
El genio de la pandemia en México, Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, en la Secretaría de Salud, médico epidemiólogo, investigador, y profesor, quiere que le demos vuelta a la hoja.

Que ahora sí nos apliquemos a la pandemia del coronavirus y, quizá, que olvidemos nuestros más de 50 mil muertos, los más den 450,000 contagios acumulados y la economía colapsada.

Mejor dicho, como con gran acierto pregunta, ayer lunes, Pascal Beltrán del Río, director editorial del diario Excélsior, ¿nos estará invitando a dar la vuelta al disco para que así dejemos de escuchar su cara rayada?

El pasado jueves 6, los gobernadores del país le escucharon —muchos asombrados, los otros resignados ante el poder que le da López Obrador—: “Es una epidemia muy larga y es indispensable replantear el lado ‘b’ o la segunda etapa de la respuesta a la epidemia (…) No es que la revisión implique un arrepentimiento de lo ya vivido, sino la necesidad de prepararnos para una etapa que, por su duración y el peso que tiene en la economía, requiere otros abordajes complementarios».

Ningún arrepentimiento de lo ya vivido. Y de lo ya muerto, debió decir. Nada de culpa por la fallida estrategia de vigilancia epidémica ni por el manejo erróneo y mal intencionado de las cifras que presenta día con día. Ya el reclamo del gobernador Adán Augusto López Hernández, de Tabasco, se resolvió comiendo un pejelagarto.

La pandemia, podría alargarse hasta dos o tres años más. Ahora sí habrá mesas de trabajo y es posible se modifique el semáforo de riesgo, escucharon de Gatell los miembros del gabinete y de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), que estuvieron en la reunión virtual del jueves.

En realidad, los mexicanos que han puesto los muertos en este mal manejo de la pandemia del Covid-19 no olvidarán la cara “a” del disco. Son más de 50 mil víctimas. Y las que se acumulen.

Tal vez el lado “b” traiga ya nuevas medidas surgidas de las mentes del equipo de Gatell, pues lo que se hizo —y mal— fue aplicar lo mismo que hace 10 años, cuando virus de influenza H1N1, de lo que ayer iniciamos comentarios en esta columna.

Aunque, dada la terquedad, existe la duda sembrada por Gatell. Se trata —dijo ese jueves— de un balance para dar continuidad a la estrategia, que inició en marzo pasado con la Jornada Nacional de Sana Distancia y continúa desde el 1 junio con la declaratoria de la «nueva normalidad», en la que se han acumulado el 80% de casos positivos y decesos de personas con el virus SARS-CoV-2”.

Fue el subsecretario de Salud más claro que las cifras cotidianas de contagios y muertes con que actúa: no hay «arrepentimiento» sobre lo que se ha implementado a lo largo de estos meses.

Las medidas implementadas no son cosa de otro mundo. Han sido las mismas aplicadas hace 10 años: el lavado de manos con agua, jabón y alcohol–gel, el aislamiento de los pacientes con síntomas de vías respiratorias, el uso de barreras de protección como guantes, cubrebocas, etc., así como evitar cualquier tipo de contacto físico como saludos, abrazos, besos, etcétera.

En esto uso datos del estudio de Carlos Alonso Reynosa, maestro en ciencias de la salud pública con orientación en epidemiología por la Universidad de Guadalajara y epidemiólogo del Instituto Mexicano del Seguro Social, citado en nuestra entrega periodística de ayer lunes.

Hace diez años, dice Alonso Reynosa: la Secretaría de Salud informó con profusión que el virus de la influenza se transmite por medio de las gotitas de saliva que expulsan las personas enfermas al hablar, toser, estornudar, compartir utensilios o alimentos.

Por esto se recomendó toser o estornudar en el antebrazo. El virus sobrevive entre 48 y 72 horas en superficies lisas y porosas, como pasamanos, barandales, manivelas, telas, etc., por lo que hay que desinfectarlas y lavarse las manos con frecuencia.

Un lugar de contagio son las escuelas. Las escuelas donde las medidas de higiene son deficitarias por escasez de agua representan un problema adicional.

Nada nuevo aportó el genio de la salud ahora en el Covid-19. Y sí se quedaron cortos con la obligación que el Estado tiene de garantizar la salud pública.

Es más, para exhibir la negligencia, hace10 años se aplicó el flujograma para el manejo inicial del paciente ambulatorio en primer nivel de atención. En este flujograma se plantearon por primera vez los criterios para considerar a un paciente como altamente sospechoso: presentar fiebre de 38°C o mayor, tos, cefalea y rinorrea de 48 horas de evolución o menos. Ya se hablaba de un periodo, así como de un criterio claro respecto a la hipertermia.

Ahora, diez años después, se abandonó el seguimiento a los contactos de los contagiados. Y el virus tuvo, a sus anchas, no su inmunidad de manada, sino su caldo de cultivo.

La verdad, no hay vuelta de hoja. El cuerpo social aguantará hasta donde lo permitan sus defensas. No hay, ya atajos sanitarios. Ni vuelta al disco, ni vuelta a la tortilla. El virus, per se, involuciona. Que no nos engañen más. Si dan vuelta al disco rayado, no hay para cuando la vuelta a la calle, a la nueva normalidad.

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