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Sitiados por Covid-19 Josué hijo de Nun llamó a los sacerdotes y les ordenó: «Carguen el arca del pacto del Señor, y que siete de ustedes lleven trompetas y marchen frente a ella». Libro de Josué 6:6 Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com Hoy martes 7, del mes siete, del año 20 del siglo XXI, cumplo tres cuarentenas […]
7 de julio de 2020

Sitiados por Covid-19

Josué hijo de Nun llamó a
los sacerdotes y les ordenó:
«Carguen el arca del pacto
del Señor, y que siete de ustedes
lleven trompetas y marchen frente
a ella». Libro de Josué 6:6

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
Hoy martes 7, del mes siete, del año 20 del siglo XXI, cumplo tres cuarentenas completas, 120 días, por el asedio del coronavirus que ha matado a cientos de tabasqueños y a miles ha enfermado desde el 18 de marzo que se registró el primer caso de Covid-19 en el aeropuerto de Villahermosa y que murió la primera víctima, el ingeniero Daniel Salinas Falcón, el 31 de ese mes.

Hasta antes del 11 de marzo en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara como pandemia el ataque del virus que empezó en China los últimos días de diciembre de 2019, por la prensa y las redes sociales —periodista al fin— advierto que el peligro sería grande.

El lunes 16 de marzo interrumpí mi vida normal. Solamente visité esa noche a compañeros de La Cumbre de la Montaña para entregarles la revista Antorcha, y me acuartelé en casa.

Hablo de sitio del Covid-19 y de acuartelamiento, porque prácticamente esto es. Una guerra que puede ganarse si permanece uno intramuros, con la protección de nuestros hogares.

Un hogar sitiado que tiene que resistir los embates de un enemigo, en una guerra cruenta de la que las autoridades sanitarias dan cuentas diariamente de las bajas-

Estar 120 días en confinamiento, con dos o tres escapes seguros que ayer lunes mencioné, no ha sido fácil, pero por necesaria medida de seguridad se ha resistido. Desde la sana distancia con la ciudad he visto caer, y caer, víctimas de la terrible enfermedad que es el azote del mundo y ha convertido a Villahermosa y a Tabasco, de nuevo, en los primeros lugares de campeonatos que nos humillan.

Como ven, el 17 de marzo me aíslo, o mejor dicho me sitia el virus, y al día siguiente, el 18 registra Salud el primer caso, una mujer de 61 años que viajó a Europa. Nunca se supo más de ella. Ni tampoco la suerte del joven que, también viajero internacional, infectó al ingeniero Salinas, quien ingreso el 25 marzo al hospital Juan Graham y murió a los seis días.

Pienso cuanto tiempo tendré que resistir, y resistir la familia, un asedio o sitio inesperado como éste. No hay visos de vacuna, que sería la solución definitiva. Y de parte de las autoridades no se ve que puedan dar la seguridad para levantar el asedio.

En el tiempo para leer, meditar, reflexionar, investigar, ordenar archivos, me encuentro que en esto de las guerras —insisto el Covid es una guerra cruenta— ha habido ciudades sitiadas por años. No creo que nos suceda lo de las ciudades españolas Ceuta y Candia. La primera se mantuvo sitiada de 1694 a 1727, 33 años, por el sultanato de Marruecos. Candia sólo 21 años.

Más cerca geográficamente, pero más lejos en el tiempo, el sitio de Tenochtitlán duró del 26 de mayo al 13 de agosto de 1521, menos de tres meses.

La ciudad fenicia de Tiro resistió, en 332 a.C., el asedio de Alejandro Magno por siete meses, mismo tiempo que duró el sitio egipcio de Megidó, Israel, en el siglo XV a. C.

En Tabasco no se ha entendido que más vale el encierro que el entierro. Quienes tenemos cuatro meses confunados, o los que tienen menos, pero han estado en sus casas, vemos caer a las víctimas de esta guerra o sabemos de los informes de las autoridades de salud pública que diariamente dan las bajas y por más que quisieran ocultar los muertos de la pandemia no se puede.

Dios nos libre de enfermarnos con los hospitales colapsados, que es una probabilidad dado el aumento del contagio porque primero no qusimos quedarnos en casa y, segundo, porque ahora les dan permiso de salir a salvar la economía con riesgo de la vida. Cada quien bajo una responsabilidad que no se ha visto en la mayoría de un pueblo suicida.

El sitio de Jericó, duró sólo seis días. Dice el Libro de Josué, las puertas de Jericó estaban bien aseguradas por temor a los israelitas; nadie podía salir o entrar. 2 Pero el Señor le dijo a Josué: «¡He entregado en tus manos a Jericó, y a su rey con sus guerreros! 3 Tú y tus soldados marcharán una vez alrededor de la ciudad; así lo harán durante seis días. 4 Siete sacerdotes llevarán trompetas hechas de cuernos de carneros, y marcharán frente al arca. El séptimo día ustedes marcharán siete veces alrededor de la ciudad, mientras los sacerdotes tocan las trompetas. 5 Cuando todos escuchen el toque de guerra, el pueblo deberá gritar a voz en cuello. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y cada uno entrará sin impedimento».

La fortaleza personal que defendemos los tabasqueños que nos quedamos en casa, no caerá. Las trompetas del Señor están de nuestro lado en esta ocasión. Resistamos.

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