Transparencia Política
Política y pandemia …con cadáveres recogidos de las casas, calles o callejones, llevándolos al cementerio para incinerarlos al fondo de la capilla. Las carpinterías trabajaban día y noche fabricando cajas de muertos. Pepe Bulnes sobre la influenza española de 1918. Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com Mi mejor ahijado en periodismo, Antonio Vidal, llevó a la tinta de […]
1 de abril de 2020

Política y pandemia

…con cadáveres recogidos de las
casas, calles o callejones, llevándolos
al cementerio para incinerarlos al
fondo de la capilla. Las carpinterías
trabajaban día y noche fabricando
cajas de muertos. Pepe Bulnes sobre
la influenza española de 1918.

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
Mi mejor ahijado en periodismo, Antonio Vidal, llevó a la tinta de imprenta y los bytes de internet, el pasado jueves, lo que podría haber aumentado la conciencia del peligro que se avecina con la pandemia del coronavirus.

Rescató el dirigente y líder de la Asociación Tabasqueña de Periodistas (ATP) parte de lo que el primer cronista de Villahermosa, Pepe Bulnes, escribió sobre la influenza española que pegó a Villahermosa en 1918.

Por si algún lector mío no leyó a Toño Vidal vale reproducir aquella tragedia sanitaria de hace un siglo.

Cuenta Pepe Bulnes: “Clavadas en las jambas de las puertas, sobresalientes banderines amarillos, blancos o negros, como señales que servían de aviso a la enfermedad. Los amarillos indicaban la tenencia de un atacado, la blanca sin novedad y la negra la muerte.

“A los médicos de entonces, serviciales, incansables, resignados y expuestos al contagio –verdaderos apóstoles- se les veía desesperados en el ir y venir de un barrio a otro, a pie, a caballo o a como se pudiera: Maximiliano Dorantes, Roberto Fitzpatrick, Lorenzo Brindis de la Flor (…), el farmacéutico Artísipe Figueroa Sáenz y el químico Marcelino Cabieces. El doctor Adelfo Aguirre era jefe de salubridad en el Estado”.

El historiador nos habla de las “boticas insuficientes, apretadas de gente”, entre ellas “La Antigua”, “La Palma”, “La Cruz Verde” y “La Santa Cruz”.

Entre ratos se escuchaba “el chirrido lúgubre de las carretas de don Juan García Valencia, de don Miguel Hernández o de Rosalino Sanlucar, con cadáveres recogidos de las casas, calles o callejones, llevándolos al cementerio para incinerarlos al fondo de la capilla. Las carpinterías trabajaban día y noche fabricando cajas de muertos.

Barrios castigados por la pandemia fueron Santa Cruz, Casa Blanca, Esquipulas, Camino Real, La Pólvora, La Punta, Tierra Colorada, El Arroyo, 2 de Abril, El Macayo, Circuito de Guelatao, El Rastro, Puerto Escondido, entre otros.

Bulnes da cuenta que la influenza española cobró más de 7 mil muertos en Tabasco.

Un siglo después: Pese a que ahora, 101 años y 4 meses después —la influenza española atacó a principios de noviembre de 1918— ya cayeron en “el cumplimiento del deber” la encargada de la Salud, Silvia Guillermina Roldán Fernández, y por descuido irresponsable el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández —y ya debe estar infectado la mayor parte del equipo de primer nivel del Gobierno—, se estima que el número de muertos será muchísimo menor a los 7 mil que hubo en 1918.

Esa vez —no encuentro datos contrarios en los pocos documentos a la mano en mi aislamiento en casa— ni se enfermó el gobernador Heriberto Jara, quien tomó el gobierno dos días antes de los primeros casos de influenza, el 1 de noviembre, ni el que fuera jefe de Salubridad, Adelfo Aguirre se descuidó con la peste.

El doctor Diógenes López Reyes —a quien Bulnes no menciona, como tampoco al médico Juan Graham Casasús atendiendo el mal— como historiador narra, según el libro Villahermosa Nuestra Ciudad, tomo II, del ahora cronista de la ciudad Geney Torruco Saravia narra sobre la peste: El día 3 (de noviembre 1918) se detectan los primeros casos de influenza o gripe española, epidemia que causó muchas muertes, sobre todo entre el sexo femenino. Se logró precisar quela epidemia se inició en los muelles de Villahermosa, donde se hospedaron las mujeres que acompañaban a la tropa del general Jara.

Si bien no debía hacerlo tengo que aclarar que la farmacia La Cruz Verde que cita Bulnes no estuvo cuando la influenza pues había sido cerrada por su dueño Saturnino Cuevas, el 30 de abril del año de la peste. GTS dixit.

Lo que sí dice Pepe Bulnes es que hasta los primeros días de enero de 1919 luchó en Tabasco el gobernador Jara contra la peste (influenza) y la política.

Y es cierto. Como ahora, un siglo después, la división del pueblo por la política puede ser la causa de que la pandemia del coronavirus sea más grave de lo normal si hubiera unidad de razonamiento entre pueblo y gobierno.

Aquella vez de la influenza española, los tabasqueños estaban peleando por la política. Unos eran azules que querían como gobernador a Luis Felipe Domínguez y otros rojos, con Carlos Greene.

Ahora, una mayoría chaira se ha descuidado sanitariamente porque el propio presidente de la República les pedía que no se aislaran en sus casas. El resultado de esta imprudencia está por verse.

A quienes pedían el aislamiento, el quedarse en casa, los satanizaban de enemigos de Andrés Manuel López Obrador y por ello no tomaron la precaución de aislarse en casa para evitar crezca el contagio.

Sin embargo muchos tabasqueños desoyeron el canto de la sirena presidencial y desde hace más de quince días —o más— permanecen en sus casas, salvo quienes por cuestiones de patrones desalmados tienen que seguir acudiendo a sus fuentes de trabajo. La solidaridad no ha sido una virtud surgida de esta enfermedad.

Todavía es tiempo de quedarse en casa. En muchos hogares hay la bandera blanca que recomendó, ahora, el Papa. Ojalá y sean pocas las amarillas y las negras. Y que Dios nos ayude.

Compartir: