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La función debe seguir Al final de cuentas, las fallas del ejercicio del poder hoy son el combustible de las fuerzas opositoras de mañana. Gina Trujillo/ Facturas de 90 años/ El Heraldo 040319 Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com Ayer lunes 4 de marzo, 90 aniversario del enfermo PRI, Gina Trujillo, activo destacada del mismo, nos hizo reflexionar […]
5 de marzo de 2019

La función debe seguir

Al final de cuentas, las fallas del ejercicio
del poder hoy son el combustible de las
fuerzas opositoras de mañana. Gina Trujillo/
Facturas de 90 años/ El Heraldo 040319

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
Ayer lunes 4 de marzo, 90 aniversario del enfermo PRI, Gina Trujillo, activo destacada del mismo, nos hizo reflexionar y preguntarnos —en relación al funcionamiento de la democracia como requisito indispensable para el bien común de los mexicanos—, si no estaremos ya, de no fortalecerse el PRI, en las goteras históricas de la desaparición de los partidos o, al menos, de la actividad clandestina de algunos, como ha sucedido en el mundo.

En México los partidos no han influido totalmente en el sistema democrático y, mucho menos, han servido para influir en el ejercicio del poder por parte del gobierno, ni han ejercido influencia positiva alguna en la conducción del Estado mexicano. Han fallado tanto que partido como el Popular Socialista fue acusado de palero de los gobiernos priístas. Y otros mantienen una línea opositora que en nada contribuye a la democracia.

Con 90 años, el PRI, lo dice Gina Trujillo en su colaboración quincenal en El Heraldo, “llega a este punto como una pálida sombra de sus mejores tiempos”. Podría colegirse negra sombra para la democracia mexicana sustentada en una partidocracia que atiende más los intereses particulares de una clase política acomodada en las siglas partidistas, que en el interés social.

Los propios partidos convertidos en antidemocracia interna con el funcionamiento de cúpulas que deciden a favor de cómplices —socios, compadres, colegas profesionales, familiares y amigos— las candidaturas a gobernar en el país. Verdaderas mafias del poder, como antes pensaba el actual presidente de los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, cuyos funcionarios sigue tapando como los gatos los excrementos de sus antecesores inmediatos.

Si el PRI no se reinventa, perderá la oportunidad histórica opositora real a la que lo arrastró su propia descomposición interna, el agravio contra el pueblo, el descontento y la aparición de la figura que combatió desde su nacimiento: el caudillismo; ahora justificado por al menos 50 años de haber perdido el rumbo, Fue gobierno y no supo tener su partido de gobierno. Nunca entendieron los priístas que no todo radicaba en obtener el poder sino en mantenerlo trabajando a favor del pueblo, al fin y al cabo destino final de toda acción de gobierno o de partido.

En realidad el PRI, amiga Gina, los mejores tiempos del PRI se dieron cuando desde el gobierno hubo mano firme y si bien no hubo un partido de Estado sí existió la necesaria cercanía gobierno-partido, que ha funcionado en otras latitudes fuera de nuestra patria. Mejores tiempos en lapsos que van desde su fundación hasta el año 2000 en que pierde la primera elección nacional, sólo 71 años de hegemonía; los últimos 30, quizá, de 1968 a esa caída, agraviando a los mexicanos en gran parte.

Claro que 71 años de “dictablanda”, como se calificó al último periodo de Alfonso XIII, no es como para dejar de tener aires de nostalgia —perdón por contradecirte, Gina— pero sí, para sacar fuerza de flaqueza y aprovechar lo que llamas, Gina, “capacidad de evolución y redefinición de su forma y fondo, que el partido se juega su misma existencia”.

Cierto, como dices: “La historia del PRI, su desgaste, es el reflejo de la idiosincrasia de los mexicanos y el mismo rostro de nuestra identidad como nación, para bien y para mal”. El PRI no morirá.

El Partido Comunista de Rusia es, tal vez, la prueba. Si bien hay que apuntar sus diferencias, desde las ideológicas de los pueblos hasta su propio génesis y desarrollo como partidos. El PRI surgió para contener y combatir a los caudillos de la Revolución Mexicana, para encauzar sus luchas políticas (¿y sociales?) a la vía electoral, cambiar balas por votos. El Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), fundado el 1 de enero de 1912 por Vladimir Lenin —antes del PRI— surgió para combatir al sistema político (zarismo) que empezó en 1547 en Rusia hsta la Revolución de 1917, esa sí posterior a la nuestra. El Partido Comunista en Rusia mantuvo el poder omnímodo más tiempo, que el PRI EN México: 79 años, hasta 1991. Pero si bien fue declarado ilegal, subsiste, así está enraizado en el pueblo.

Las diferencias de génesis partidista no arrebata al PRI la oportunidad de regresar a su fuerza. Hacer un recuento y, con un militante con fuertes raíces populares, lealtad partidista y eficiencia probada en el PRI y en sus posiciones políticas de gobierno, emprender el nuevo proyecto de Nación que los mexicanos demandaron, incluso votando por el caudillismo ante las fallas del propio sistema sostenido por el PRI y la enfermedad que lo mina, los “fantasmas de aquellas épocas en las que los principios se sacrificaban por la gobernabilidad y por un necesario equilibrio”.

El hombre, el militante priísta que se necesita en estas horas está cerca de nosotros, Gina. Habrá que probar de nuevo, como aseguras, que bajo el régimen del PRI “se forjaron las formas políticas que nos hicieron una democracia sólida”.

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