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AMLO y la prensa (III) Somos libres y la libertad implica mensajes de ida y vuelta, porque se habla de la libertad de expresión y se niega el derecho de réplica. Quisieran estarnos cuestionando y que nos quedáramos callados. No. No va a ser así. Andrés Manuel López Obrador 051118 Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com Todo indica […]
8 de noviembre de 2018

AMLO y la prensa (III)

Somos libres y la libertad implica
mensajes de ida y vuelta, porque
se habla de la libertad de expresión
y se niega el derecho de réplica.
Quisieran estarnos cuestionando y que
nos quedáramos callados. No. No va a ser así.
Andrés Manuel López Obrador 051118

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
Todo indica que la sangre no llegó al río como muchos querían. Y se puso en claro, por un lado, que Andrés Manuel López Obrador no agachará la cabeza ante la crítica, aunque ésta provenga de medios respetables como la revista Proceso, y el mensaje iba más lejos, para otros; y, por otro lado, esta revista fijó lo que debe ser la posición de la prensa ante el poder: respeto y diálogo.

Mal empezaría la transición política de México, la cuarta transformación, con un presidente timorato ante los medios. Y con una prensa avasallada por el poder político, aherrojada, usada para el halago y la componenda. Se han fijado los límites. La prensa y el poder no son, no deben ser adversarios en cuanto se sirva al interés nacional. Una crítica hace más bien que el incienso. Y en situaciones de crisis puede haber simbiosis entre quien ejerce el poder y quien tiene el poder de comunicar a éste con el pueblo, de ida y vuelta como ha pedido AMLO.

No se trata, por parte del Estado, de censura previa, de censores en las redacciones de prensa y otros medios de comunicación. Y por parte de los medios tampoco de ir más allá de la denuncia pública, la crítica a quienes dentro del propio proyecto de cambio traicionen al pueblo. Los lectores, las audiencias, los raitings darán la medida de cada quien. De los políticos y de los periodistas. El pueblo se cansará del ataque sin argumentos. Ya lo está del vasallaje de algunos.

Si bien el fin de semana pasado algunas voces, que no entienden que ya la campaña pasó y que el pueblo se sacudió abandono y latrocinios, convirtieron a la revista Proceso como tendencia en las redes, fueron pocas, por suerte, si se compara con la forma en que los espacios cibernéticos fueron llenados durante la campaña de AMLO.

Salir AMLO al paso de lo que sí fue un exceso de portada —más para vender que para lastimar, dijimos ayer miércoles—, bajó la presión del lado de sus seguidores, aunque los portavoces de enfrente aumentaron sus gritos queriendo amarrar navaja entre el futuro presidente de la República y la revista Proceso.

“Tenemos que debatir, de manera respetuosa, pero tiene que haber diálogo, circular, y libertades plenas y para todos: para el que critica en los medios y el que es criticado que tenga el derecho a la réplica, y voy a ejercer ese derecho y que nadie se sienta ofendido, lo voy a hacer de manera respetuosa”, advirtió el tabasqueño López Obrador, acostumbrado por más de 30 años no sólo a la crítica al estilo Proceso sino al ataque y la diatriba de la prensa al servicio de sus contrarios. ¡Qué no le han dicho! Pero ya llegó.

La respuesta de la revista que fundó Julio Scherrer no fue del mismo tono de la portada más reciente en la que publican una foto con la intención de desfavorecer la imagen de AMLO, y titulan, como nota principal, “El fantasma del fracaso” y como balazo “AMLO se aísla”. Otras portadas han levantado polémica, pero ahora los ánimos del pueblo y de los desplazados del poder —en la política y la prensa— todavía no se enfrían.

“Proceso nunca le ha negado el derecho de réplica a nadie. Hemos decidido tomarle la palabra al presidente electo: que exista el diálogo. Como periodistas que somos, ateniéndonos a las reglas del oficio, le solicitamos formalmente una entrevista con Proceso, con plena libertad para ambas partes. Abordaríamos los temas principales de la agenda nacional, entre otros uno elemental para que se conozcan las reglas del juego: cómo serán las relaciones entre los medios de comunicación y el poder público en tiempos de lo que él llama la Cuarta Transformación”, circuló en las redes.

Ambas partes ceden en aras del interés nacional que ambas representan. Proceso hace un lado la forma en que AMLO calificó la escandalosa portada, y éste la acusación de vituperio que la revista considero por haber dicho que esa portada resultaba amarillista y sensacionalista. Lo último no está lejos de la verdad.

Pero ya hemos visto otras portadas así, polémicas, como se autocalifican. La del hermano incómodo de Carlos Salinas y la que publicaron cuando Peña Nieto fue dado a conocer como presidente electo de México: la banda presidencial ceñía el logo de Televisa, en clara alusión a lo que se ha considerado un sexenio de telenovela, por citar dos.

Y AMLO no había sentido el poder contrario de un medio como el que nos ocupa. Por el contrario muchas portadas ayudaron a su imagen. Una reciente es la edición especial por el triunfo electoral del paisano tabasqueño, con reportajes y entrevistas, mucho material gráfico que recuerdan y documentan “su largo y duro camino al poder”, como titularon.

Una portada crítica fue la que exhibió Ricardo Anaya: la foto del tabasqueño y el título “Los ricos de López Obrador”. No causó escozor porque el panista mostró otra portada contra el candidato priísta Meade “Corrupción en Sedesol y Sedatu. Pacto de impunidad”, pero le recortó el balazo donde Proceso acusaba al propio panista de que “El frente de Anaya también recluta fichas negras”. Anaya quiso contrarrestar “Los turbios ingresos de los Anaya”, portada de Proceso que antes había exhibido AMLO.

Ahora está tormenta de prensa y poder, en la entrada del mes de los muertos, ha pasado; aunque quedarán por ahí algunos daños colaterales… y vientos molestosos.

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