Transparencia Política
Tren Maya, vía libre …por los durmientes y los rieles tendidos desde Allende, Veracruz; muchos de los cuales mi propio padre colocó o vigiló se colocaran, poco antes de fundar, junto con Juan Aguilar, el pueblo se San Pedro, vieja estación que con nosotros, los de aquellos tiempos, sueña revivir un día al paso del […]
11 de septiembre de 2018

Tren Maya, vía libre

…por los durmientes y los rieles tendidos
desde Allende, Veracruz; muchos de los
cuales mi propio padre colocó o vigiló se
colocaran, poco antes de fundar, junto con
Juan Aguilar, el pueblo se San Pedro, vieja
estación que con nosotros, los de aquellos tiempos,
sueña revivir un día al paso del tren. Erwin Macario/
Transparencia Polìtica 090816

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
José Raúl Reyes —uno de los buenos reporteros de Tabasco— me trajo la nostalgia del tren. Realiza un reportaje en la zona donde el Tren Maya pasará, de Palenque, Chiapas, a las regiones mayas de Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Pasando por las estaciones de acceso a las zonas arqueológicas de Tenosique y Balancán, sobre el derecho de vía del desaparecido Ferrocarril del Sureste. Busco un reportaje que hice sobre la muerte del ferrocarril para apoyarle. No lo hallo. Iré a la hemeroteca.

El rescate ferroviario en esta parte del sureste mexicano, por parte de Andrés Manuel López Obrador, futuro presidente de México, contempla una inversión pública y privada del orden de los 150 mil millones de pesos, —de los cuales los primeros 16 mil millones se invertirán al inicio del gobierno de AMLO en el tramo de Chiapas y Tabasco—. Será un circuito de unos 1,500 kilómetros que partirá de la estación de Palenque y en un primer tramo de recorrido (144 kilómetros) llegará hasta Escárcega, Campeche de donde continuará hacia Campeche y Mérida, por el citado derecho de vía que utilizaba el antiguo ferrocarril pero ahí, en Escárcega, partirá hacia Calakmul. Xpujil, Bacalar, Felipe Carrillo Puerto, Tulum, Playa del Carmen, Puerto Morelos, Cancùn, Valladolid, Chichèn Itzà, Itzamal y Mérida, un nuevo tendido ferroviario sobre el derecho de vía de carreteras para cerrar el circuito turístico del mundo maya.

Quienes —tabasqueños, chiapanecos, campechanos y yucatecos—, hemos vivido ese maravilloso mundo de los trenes sabemos de lo que habla AMLO y Rogelio Jiménez Pons. El tren fue nuestro medio de transporte por años. Conocimos primero Campeche y Mérida, que Villahermosa. En el viajamos hasta estación Allende para cruzar el río a Coatzacoalcos y de allí hacia Veracruz o el entonces llamado Distrito Federal. Otros los hacían fluvialmente hasta Frontera, Centla, y de ahì por mar hacia Veracruz. Más mágico aún.

Embarcarse en San Pedro, Balancán —donde los tendidos de durmientes y rieles mucho le debieron a mi padre Candelario Macario González que junto con don Juan Aguilar fundaron ese pueblo cuando llegaron con la construcción de la vía— rumbo a Coatzacoalcos era un pasadía. Nunca —hasta hace unos días en casa de mi hijo, gracias a Merry— había disfrutado unos pollos fritos como los que doña Francisca, mi madre, llevaba para el largo viaje. Aparte la comida que en cada estación ofrecían los vecinos de esos lugares.

Mis primeros camarones empanizados los comí en el restaurante del tren, rumbo a Campeche, aconsejado por mi padre que fue mi primer héroe. Del ferrocarril se bajó para servir como maestro impulsado por la escuela garridista de la que fue seguidor. Pero era en su relación con el tren como lo sentía por encima de otra gente. Me causó admiración una noche verlo descender del tren que circulaba por la vía principal de una estación y subirse al vagón de pasajeros del tren que había dado paso en el patio de esa estación, en los riele de cambio o escape, mismo donde su familia íbamos a casa.

Ya he escrito y publicado que San Pedro (antes El Tiradero) era como nuestro Macondo. El hielo lo conocimos porque nos llegó por tren, en costales con aserrín. Después tuvimos una fábrica de hielo y paletas en el caserón que era vivienda y tienda. Por tren nos llegaba todo. Hasta las revistas (los chistes) y el Diario de Yucatán, que subíamos a comprar en el vagón de pasajeros, de segunda, cerca donde siempre viajaba una partida militar. De niños no viajamos en pulman. Ya casado, viajamos Merry y Rommel en el vagón-dormitorio a Campeche, en quizá los últimos viajes de aquel tren. Ya con Rommel, Kristell y Lupita Anahí, nuestros hijos —y por accidente del automóvil, en Veracruz— viajamos en tren del entonces DF a Guadalajara y de ahí a Mazatlán para cruzar el mar y llegar a La Paz y el naciente Los Cabos.

Por tren nos llegaba el correo. Mi nostalgia a mis padres, desde los lugares de estudio. Pero el ferrocarril era más que viajes o mercancía a la tienda familiar. En los vagones estacionados en el patio, en espera del maíz que se `producía en súper grandes cantidades, ya en estación El Barí, improvisábamos nuestro ring. Sólo uno de los gemelos, Miguel Ángel Aguilera, que era zurdo, me vencía. A Raúl y a Cirilo no los dejaba ganar, aunque a veces llegaba a casa con algún ojo hinchado. En Tenosique, en la Arena de Box pegada a la casademlos abuelos, en la calle 17, se me quitaron las ansias de seguir la carrera del Kid Corona o el propio Ricardo “Pajarito” Moreno, los ídolos de entonces. Me subieron a cuatro rounds. A veinte pesos cada uno. Sólo cobre cuarenta pesos.

También el tren nos acercó al teléfono, que conocimos con los abuelos. En los vagones estacionados en la espuela del pueblo nos comunicábamos desde el último hasta el primero a través de las mangueras de frenado y agarre entre una y otra unidad.

La violencia también la vimos cerca del tren. A un costado de la vía se colocaban los durmientes que iban a ser llevados a preparar para el tendido de los rieles. Entre los espacios que dejaban al colocarse cruzados, una vez vimos un pleito en donde los machetes cortaban carne de los contendientes. Al huir aterrorizados no supimos quiénes eran, mucho menos si quedó alguno vivo.

Eso y más es el tren. Bienvenido Tren Maya.

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