La magia presidencial

Por Fernando Hernández Gómez
fdohernandezg@hotmail.com

Lo que sea, Enrique Peña Nieto cautivó a tabasqueños y campechanos, comenzando con sus autoridades, con el anuncio de medidas de corto y mediano plazo tendientes no sólo a mitigar la crisis de empleo provocada por el desplome de los precios internacionales del petróleo que orillaron a realizar drásticos ajustes en las inversiones de Pemex, sino sobre todo a despetrolizar y diversificar la economía de ambas entidades.

Se esperaba –como ya se había anunciado– un programa emergente de empleo para la zona, para atender los SOS que desde principios de año lanzaron los gobernador Arturo Núñez Jiménez y Alejandro Moreno Cárdenas.

Y el miércoles, en presencia de ambos mandatarios estatales y actores políticos y económicos de ambas entidades congregados en el centro de convenciones Tabasco 2000, Peña Nieto llegó acompañado de medio gabinete presidencial para anunciar un –así lo dijo– paquete de acciones estratégicas contenidas en el Programa de Reactivación Económica y Desarrollo Productivo para los estados de Campeche y Tabasco.

Es una estrategia presidencial muy inteligente, sobre todo, porque aun cuando implica acciones de diversas instancias del gobierno de la República para atender la crisis petrolera que disparó el desempleo en Campeche y Tabasco, no se aprecia la implementación de recursos adicionales más allá de los contenidos en el presupuesto federal.

Y déjeme decirle que esto no es nuevo. Las medidas emergentes, los programas especiales o acciones estratégicas, como es el caso, las han empleado los presidentes de la República para atender situaciones complejas en diversos estados o regiones que se han visto en situaciones de crisis, sea por los vaivenes de la economía, el desbordamiento de la inseguridad o por desastres naturales.

Me explicó, y usted lo recordará: en 2007 Tabasco sufrió la peor inundación de su historia que devastó los bienes de los tabasqueños, la infraestructura pública y las actividades productivas. Raudo, el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa se apersonó una y otra y otra vez en la entidad, y para expresar su solidaridad a los tabasqueños anunció recursos por nueve mil 300 millones de pesos que, en su mayor parte, eran para lo que se denominó Plan Hídrico Integral de Tabasco (PHIT).

Las inversiones del PHIT no fueron del todo extraordinarias, sino que dentro del presupuesto de Conagua para el estado, se hizo una proyección a corto, mediano y largo plazos para que en uno, dos, tres, cuatro, cinco, todo un sexenio o más años se realizaran una serie de obras de infraestructura avaladas, entonces, por el Instituto de Ingeniería de la UNAM.

El caso es que hoy que el PHIT ya no existe, pero tiene obras pendientes de aquellos nueve mil 300 millones de pesos –como un canal de alivio en el río Grijalva, aguas arriba de Villahermosa–, éstas fueron contempladas en una nueva estrategia a la que el régimen peñista denominó: Proyecto Hidráulico de Tabasco (Prohtab) y a dichas acciones se les ha venido dando largas y se posponen año tras año.

Muy hábil, Peña Nieto puso a trabajar a su gabinete. Con la participación de colaboradores cercanos de los gobernadores de Campeche y Tabasco, se buscó la forma de ejercer en el corto plazo y mediano plazos recursos de los programas de inversión federal para 2016, 2017 y 2018; agilizar la liquidación de los pasivos de Pemex, y tomar una serie de disposiciones presidenciales –como acuerdos de decreto– para atender peticiones que le formularon los mandatarios estatales.

Este esfuerzo prevé agilizar el pago a proveedores locales de Pemex; generar empleos eventuales con proyectos de pavimentación del Fondo de Apoyo en Infraestructura y Productividad (FAIP) y el adelanto, para este año, de las acciones previstas para 2017 del programa de remozamiento de escuelas.

Además, por medio de un decreto presidencial, se reducirá la ‘zona de exclusión’ a la pesca en la Sonda de Campeche, y en materia de infraestructura, se va a construir el nuevo Puente de la Unidad en Campeche y el tramo 2 del Libramiento de Villahermosa, con dos mil 500 millones de pesos, obras que ya estaban previstas y hasta en proceso de ejecución.

También, ya se sabía que con el objeto de potenciar la modernización industrial y diversificación de esta región, se incluirá a los dos estados dentro de las tres Zonas Económicas Especiales, que recién fueron aprobada por el Congreso de la Unión.

Una novedad es que, a diferencia del PHIT o el Prohtab, este paquete de medidas económicas viene con un candado especial, como lo es el esquema de seguimiento y comunicación, que –afirmó el Presidente– dé certidumbre a los actores económicos locales de que lo comprometido esta vez, sí se hará.

Para ello, habrá de integrarse un Consejo para la Reactivación Económica y el Desarrollo Productivo en cada entidad, en el que participarán los sectores empresarial, social y público.

Así es que con recursos que Pemex debía a sus proveedores desde hace muchos meses, con acciones de diversas dependencias federales para el 2016, 2017 y 2018 que se adelantarán para este año, y la voluntad presidencial para que después de tres décadas pescadores campechanos y tabasqueños puedan pescar otra vez en la sonda de Campeche, se acumuló una bolsa de seis mil 800 millones de pesos, que no despetrolizarán de tajo a esta zona petrolera, pero sí es un buen punto de partida para diversificar su economía.

Ah… la magia presidencial.