Sigatokas del banano
Historia de los métodos de control en de la Sigatokas del banano en Tabasco Por: Ing. Miguel Ángel Contreras Martínez de Escobar miguelangelcontreras@msn.com Introducción Si algún aspecto tecnológico de la producción de bananos es altamente condicionante del concepto amplio de eficiencia, este debe ser el manejo de la Sigatoka (raya) negra. Lo anterior se sustenta […]
19 de marzo de 2013

Historia de los métodos de control en de la Sigatokas del banano en Tabasco

Por: Ing. Miguel Ángel Contreras Martínez de Escobar
miguelangelcontreras@msn.com

Introducción
Si algún aspecto tecnológico de la producción de bananos es altamente condicionante del concepto amplio de eficiencia, este debe ser el manejo de la Sigatoka (raya) negra. Lo anterior se sustenta no solo por sus costos altos de control químico –alrededor de $1000.00 USD por hectárea al año para el caso de Tabasco en el 2012-, sino además por el impacto económico negativo que puede representar la pérdida del control en materia de producción y calidad de la fruta.
En efecto, la Sigatoka (raya) negra es una enfermedad causada por un hongo  agresivo (Mycosphaerella fijiensis Morelet),  que mancha y destruye las hojas del banano mucho mas rápido que la  sigatoka amarilla (Mycosphaerella musicola Leach)  conocida en México como “Chamusco del plátano” cuya epidemia a finales de la década de los años treinta provoca en Tabasco el colapso bananero y económico regional mas severo del siglo veinte.
Un ataque fuerte de la enfermedad ocasiona una perdida de hojas mayor que la velocidad de producción de nuevas hojas en una planta antes de emitir su inflorescencia. Cuando el racimo esta presente y la planta no produce más hojas, la velocidad de deterioro de las hojas restantes atacadas por la Sigatoka (raya) negra es mucho mayor que la pedida por senescencia natural.

Origen de la enfermedad
El primer antecedente de la enfermedad más importante de las hojas de los bananos y plátanos fue documentado en Java en 1902. Posteriormente en 1912, aparece la primera gran epidemia de la “enfermedad de la mancha de las hojas” en el valle de Singatoka de la isla de Viti Levu, Fiji, razón por la cual se le denominó “enfermedad de Sigatoka” (Sigatoka disease) o “mancha de la hoja por Sigatoka” (Sigatoka leaf spot disease). El agente causal de esta enfermedad es el hongo Mycosphaerella musicola Leach en su fase sexual o perfecta (ascospórica), o Pseudocercospora musae Zimm. en su fase asexual o imperfecta (conidial).
Durante la década de los años treinta la enfermedad de Sigatoka se distribuyó por toda la región del Caribe y Centroamérica. En 1935 la Sigatoka fue detectada en el Valle Ulúa, Honduras, y durante 1936 se presenta la primera gran epidemia  de la enfermedad sobre las plantaciones de la United Fruit Company.
Aunque la presencia oficial  de la Sigatoka en México fue reconocida hasta 1937 en el estado de Tabasco, seguramente ya se encontraba presente en las plantaciones  desde 1936 donde los productores dieron en llamarla “Chamusco del plátano” por las características de las plantas afectadas que daban la impresión de algo quemado. Casi simultáneamente fueron afectadas por la enfermedad las plantaciones del Soconusco en Chiapas.
La “Sigatoka amarilla” como se le ha denominado cuando apareció la enfermedad de la “raya negra” o “Sigatoka negra”, destruyó los comercios de exportación cuando entró por primera vez a la región América Latina y el Caribe. México fue el primer exportador mundial de bananos y pasó de 525,000 ton en 1937, un año después de la aparición de la Sigatoka amarilla, a 240,000 ton en 1941. Las exportaciones del estado de Tabasco fueron prácticamente suspendidas y la región experimentó una profunda crisis económica.
En 1964 el Agrónomo P.L. Rhodes describe una nueva enfermedad de las hojas  del banano en Fiji la cual denominó “enfermedad de la raya negra de la hoja” (Black leaf streak disease). Esa enfermedad había tenido una larga presencia en las islas del Pacífico en el Sureste Asiático.  Fue clasificada como Mycosphaerella fijiensis y definida como una variante agresiva (más virulenta) de M. musicola,  es decir, una cepa más destructiva de las hojas de los bananos y plátanos, con mayores dificultades para su control.  Estudios posteriores en el Continente Americano  demostraron que el hongo de la raya negra de la hoja es idéntico al de la Sigatoka negra.
La aparición de Mycosphaerella fijiensis en América Latina fue registrada por primera vez en Honduras durante 1969 en la finca Guaruma 1 donde estaba plantada una extensa colección de germoplasma del genero Musa donde paso confinada, muy probablemente desde 1961 a 1966. Extensos estudios del prestigioso fitopatólogo Dr. Robert H. Stover reconocieron la presencia de la raya negra de la hoja  en Honduras, fuera del área del Pacifico y Asia, en 1972. Como ocurrió con la Sigatoka amarilla,  la primera y gran epidemia de la Sigatoka negra se presenta también –coincidentemente-  en las plantaciones del Valle Ulúa entre 1973 y 1974.
Entre 1973 y 1980 se registran fuertes epidemias de la enfermedad en diferentes regiones bananeras de América Latina. En 1980 se reconoce la enfermedad en la zona bananera de Tapachula, en Chiapas, y en 1981 se identifica en Tabasco. Para esta fecha la nueva enfermedad de las hojas se encontraba distribuida desde el Sureste de México hasta Colombia. Treinta años después la Sigatoka negra (Black Sigatoka) –nombre acuñado por los trabajadores bananeros hondureños- se encuentra distribuida en todas las regiones bananeras de México, Centro y Sudamérica. Su importancia radica fundamentalmente en cinco aspectos:
•Es más virulenta que la Sigatoka amarilla y sus síntomas aparecen en hojas más jóvenes y en consecuencia produce un daño mayor en el tejido fotosintético.
•Tiene una alta probabilidad  de mutar o recombinarse genéticamente hacia poblaciones mas agresivas y menos sensibles a los fungicidas sistémicos monositio.
•Provoca reducción en el rendimiento,   en la calidad de la fruta  y maduración prematura,  lo que genera impactos financieros negativos cuando en control se descuida.
•Las medidas de control y manejo que se adoptan implican  costos altos, especialmente el combate químico.
•Todas las variedades Cavendish de banano así como la mayoría de las variedades de plátano que se cultivan en México y en el mundo para los comercios locales y  la exportación, son susceptibles o altamente susceptibles a la enfermedad.

Historia de los métodos de control químico
En México los antecedentes en el control de las Sigatokas pueden ser clasificados en  las etapas siguientes.

1938-1939. Espolvoreación de mezcla bordelesa seca
Este fue el primer método de control que se instrumentó en México, particularmente en las regiones bananeras del Tabasco y Chiapas. Su aplicación estuvo orientada en la práctica solo al ámbito experimental en un grupo seleccionado de fincas y entro en vigencia durante la epidemia del segundo semestre del 1938 cuando los agricultores plataneros, que al principio rechazaban la presencia  de la enfermedad,  aceptaron la presencia  del “Chamusco del plátano” como una enfermedad nueva.
Las bases de este programa se establecieron tomando en consideración la experiencia ya iniciada  tanto en Jamaica como en Honduras puestas en marcha un año antes considerando las condiciones y características de las fincas de Tabasco y Chiapas. La fórmula ajustada en forma local resultó ser una mezcla de 25% de sulfato de cobre monohidratado y 75% de cal hidratada con 92% de pureza y finura de 325 mallas por pulgada cuadrada.
De esta mezcla se espolvoreo un volumen de 40 kg/ha, lo que significa una dosis de 10 kg de sulfato de cobre y 30 kg de cal por hectárea por aplicación. Las aplicaciones se realizaron con máquinas espolvoreadotas “Messenger” de 15 HP (Fig. 1) que podrían  cubrir teóricamente 50 metros en ancho de cobertura. Como estas máquinas carecían de tren rodante, al principio se espolvoreo montada en lanchas para tratar plantaciones paralelas al barrote del río (Fig. 2).
Posteriormente se adaptaron sobre plataformas tipo “aplanadora” para ser arrastradas por tracción animal dentro del bananal.
También se generó  desarrollo tecnológico local con la fabricación y venta en el mercado regional de una expolvoreadora extra portátil marca “Broca” (Fig. 3) diseñada por el Sr. Salvador Broca Ruiz, activo empresario, productor de banano y dirigente de  organizaciones de productores en Tabasco.
El primer presupuesto de la campaña experimental de 1938 fue de $800,000.00 M.N. que implicó gastos de inversión en equipo y gastos de operación en productos, mano de obra e indirectos. De este presupuesto el 90% fue asignado a las regiones de Tabasco y Chiapas. El costo total de esta campaña fue asumido por el Gobierno Federal por medio de la Secretaria de Agricultura y Fomento,  y operativizada por las Delegaciones  Federales de Defensa Agrícola en los estados productores de banano.
Se ha reportado una superficie atendida en Tabasco  de 8081 hectáreas para el segundo semestre de 1938; si se llegaron a realizar las siete aplicaciones programadas, la superficie asperjada de forma continua fue de 1150 ha. Solo en Tabasco y el Norte de Chiapas la superficie sembrada de banano “Roatán” (“Gros Michel”) para 1937 se estimaba en 23,963 hectáreas.
Durante los meses finales de 1939 y principios de 1940 se realizaron algunas pruebas de espolvoreación con aviones en fincas de Tacotalpa, Tabasco, lo cual demuestra la presencia de acciones de avanzada para la época y que por desgracia sus resultados iniciales fueron insatisfactorios muy probablemente por el escaso avance de la tecnología en el empleo de las aeronaves en la agricultura en dicha época. La participación de técnicos mexicanos excelentes como el Ing. Adalberto Polo Celis, Jefe del Departamento de Defensa Agrícola de la Dirección General de Agricultura  fue sobresaliente desde las etapas iniciales en las campañas coordinadas para el control de la enfermedad en el Gobierno del Sr. Lázaro Cárdenas,  entonces presidente de México. La experiencia de este sistema de control de la enfermedad tanto en el Caribe como en Centroamérica,  así como los ensayos comerciales realizados en Tabasco, México,  durante este periodo,  demostraron un alto nivel de ineficacia por lo cual las autoridades del gobierno de Tabasco y las organizaciones de productores de banano tomaron la decisión de cancelarlo a principios de 1941 e incursionar en el sistema húmedo de aplicación (Trujillo, 1946).
1940-1959. Aspersiones de caldo bordelés.
Durante la época donde se trató de rescatar  la industria bananera en México después del colapso comercial provocado por la salida de las compañías comercializadoras multinacionales del banano a finales de 1939, se realizó un esfuerzo serio y bien intencionado para el control de la Sigatoka amarilla (“Chamusco” del plátano) mediante el método de aspersión con caldo bórdeles. La mezcla bordelesa húmeda había demostrado finalmente  mayor eficacia tanto en Jamaica como en Centroamérica como un método estándar de control exitoso desarrollado por el Dr. Vining C. Dounlap para la United Fruit Company,  por el cual fue considerado el salvador de  la industria bananera en el Istmo Centroamericano y en el Caribe.
Debido a la imposibilidad de instrumentar en México los sistemas fijos de aspersión en alto volumen mediante estaciones de bombeo de alta presión típicos de  las grandes fincas de Centroamérica, los primeros equipos de aspersión terrestres que se utilizaron en Tabasco y Chiapas fueron el tipo “Bean Royal No. 3451” de 12 HP con depósito de 1000 litros, con flujo de 60 L/minuto a una presión de 600 PSI y  equipados con dos mangueras de 100 metros de longitud para operar la aspersión en forma manual dentro de la plantación.
Sin embargo fue a  partir del mes de junio de 1942 cuando en realidad se inició  la práctica comercial de  aspersiones con caldo bordelés con la introducción los legendarios aspersores “Hardie” (Fig. 4,5) de varios modelos y capacidades (No. 9, 15,  61 y  99) usados de una manera satisfactoria  durante los años posteriores que duró esta etapa de control químico de la enfermedad.  La primera remesa adquirida  llegó a Tabasco los primeros meses de dicho año y comprendía un inventario de 535 equipos más un lote importante de repuestos comprados a la Hardie Manufacturing Co. en Detroit, Michigan, por medio del Banco de Comercio Exterior, S.A. a cuenta de la Confederación de Uniones de Productores de Plátano “Tabasco” dirigida en ese entonces por el Lic. Federico Jiménez Paoli (Trujillo, 1946).
El estado de Tabasco, Norte de Chiapas y Sur de Veracruz  disponían en su conjunto de un inventario de 940 máquinas aspersoras Hardie en diferentes modelos,  suficientes para garantizar el control de la enfermedad (Broca, 1948). La fórmula usada en México para el control del “Chamusco” (Sigatoka) fue por lo general 0.7-1.0-100 (kg-kg-litros) usando cal comercial, sulfato de cobre penta hidratado  con 94.9% de pureza y 24% de cobre metálico más agua, respectivamente.
Durante la consolidación de este método de aspersión terrestre se aplicaron 1600 L/Ha de mezcla bordelesa húmeda por lo que cada cepa recibía un promedio de 4 litros de caldo. Las aspersiones se programaban cada 20 días durante la temporada lluviosa, llegándose  aplicar 8 tratamientos  en forma efectiva.
El equipo era arrastrado al principio por una yunta de bueyes  mientras que tres hombres manejaban una manguera lateral con la que recorrían callejón por callejón, asperjando cepa por cepa. Con la lluvia fina producida se cubrían las hojas jóvenes de las plantas sin determinar choques directos. Este tipo de maquinas aspersoras ofrecían un rendimiento de 5 hectáreas por ocho horas diarias de trabajo (modelo No. 15), por lo que una superficie de 100 hectáreas podrían ser cubiertas en 20 días de aspersión. Los costos de una aspersión se estimaban en 1941 en $19.71 M.N por hectárea, incluyendo la amortización del equipo.

1960-1982. Aspersiones con aceite agrícola
Durante la segunda mitad de la década de 1950  trabajos de los investigadores franceses del IFAC, H. Guyot, J. Guille, y B. Blanchet, descubrieron las propiedades fungistáticas de los aceites agrícolas y desarrollaron los principios para el control de la Sigatoka amarilla (“Chamusco”)  a base de aspersiones de aceite solo y/o mezclado con otros fungicidas. Este aporte tecnológico revolucionó los métodos y procedimientos  en el control químico de la enfermedad y se inicia con ello una etapa nueva en la historia del control de las Sigatokas del banano.
La significancia de los tratamientos aceitosos fue pasar de aplicaciones de muy alto volumen equivalentes a 1600 L/Ha o más de caldo bordelés, a aspersiones en bajo volumen, es decir, de 10-12 L/Ha de aceite, así como el mejoramiento del nivel de control  en etapas tempranas de la enfermedad en el tejido foliar, la aplicación del producto bajo técnicas de aeroaspersión eficientes, la simplificación de los procedimientos operativos así como en la reducción de costos.
Tanto las técnicas de aplicación como la calidad de los aceites agrícolas se mejoraron significativamente durante este periodo. A lo largo de esta experiencia se observaron diferencias de fitotoxicidad según las características de los aceites, su viscosidad y volatilidad.
Los aceites minerales para uso agrícola deben tener residuos desulfonizado de 90% o más (ello significa 90% de compuestos parafínicos), y un contenido de compuestos aromáticos fitotóxicos menor de 12%. El punto de ebullición es altamente variable, sin embargo las fracciones por debajo de 640º F no controlan la Sigatoka, mientras que por encima de 690ºF son fitotóxicos a pesar de controlar la enfermedad. Se encontró que los aceites con buena acción fungistática y poca fitotoxicidad poseen un punto de semi destilación alrededor de los 655-670ºF a presión atmosférica normal.
La gran mayoría de los problemas de fitotoxicidad eran causados por la calidad de los aceites usados o por aplicaciones deficientes. Uno de los hallazgos más sobresalientes en la acción del aceite agrícola es que la hoja se vuelve resistente a toda actividad patogénica para el resto de su vida, independientemente que sea aplicado antes o largo tiempo después de la incubación del hongo. El aceite es uno de los terapéuticos más efectivos conocidos hasta ahora para el control las Sigatokas en banano.  El Fitopatólogo Lucas Calpouzos  inició  estudios extensos relacionados con la biología y fisiología de Mycosphaerella musicola en Cuba (Calpouzos, 1955) y después de una década realizó contribuciones científicas importantes relacionados con los efectos terapéuticos de los aceites agrícolas en el banano y en la agricultura en lo general (Calpouzos, 1966).
En México los aceites agrícolas se encontraban en uso desde la década de 1940  en plantaciones de cítricos en la parte norte del estado de Veracruz para el control de insectos de escama, razón por la cual fueron denominados originalmente como “citrolina”.  Coronado (1954) informa que “a raíz de las aspersiones que se hicieron en Tlapacoyan, Ver., para combatir con citrolina la mosca prieta en cultivos asociados de cítricos y plátano (banano), los agricultores observaron que el “Chamusco” (Sigatoka) no progresaba en las plantaciones tratadas; desde entonces algunos de ellos asperjan sus platanares con citrolina aparentemente con buenos resultados. La fórmula  en que se está usando la citrolina es al 1% en  agua en tratamientos mensuales”.
Este hallazgo empírico de agricultores mexicanos resulta curiosamente paralelo y coincidente con las aportaciones científicas de los investigadores franceses en Guadalupe y  Martinica en el uso de los aceites agrícolas para el control de la Sigatoka del banano. Las primeras aplicaciones en México de este producto sobre plantaciones de banano con bases técnicas  fueron realizadas en Tabasco con equipos terrestres  tipo motobomba aspersora, montada en  una camilla (parihuela)  y cargada por dos personas denominadas “matadoras”.
Posteriormente se introdujo la motobomba de mochila “Solo” (Fig. 6), y a partir de 1962 se introdujeron también en la región bananera de Tabasco los primeros helicópteros marca “Bell” (Fig. 7) con los cuales se dio inicio a las aeroaspersiones consistentes de aceite agrícola para el control del “Chamusco del plátano”.
Pasado algún tiempo de las primeras aplicaciones aéreas se introdujo en 1965 el uso de las avionetas Piper PA 18 Super Club de ala alta  con 150 HP que ofrecieron los servicios de aéreo aspersión con citrolina (aceite agrícola) hasta principios de la década de 1980.  Este tipo de avión  diseñado originalmente para vuelos de placer, fue adaptado para trabajos de aspersión agrícola con un depósito de 370 kg; tienen una carrera de despegue de 92 metros, un peso total de 949 kg con una velocidad de trabajo de 90 mph (Fig. 8).
Los costos de los tratamientos durante dos décadas resultaron significativamente bajos debido a un subsidio especial que el Gobierno Federal mexicano a través de la paraestatal PEMEX que  mantuvo  la producción y venta de este tipo de aceite por medio de las Asociaciones Agrícolas formalmente establecidas. Los tratamientos a base de aceite puro se ejecutaban con una periodicidad de 21-23 días durante la temporada seca y de 15-18 días durante la temporada lluviosa para un promedio de 18-20 aplicaciones al año. Aunque los estándares de control no requerían ser estrictamente exigentes dados al destino de la producción, el control de la enfermedad fue razonablemente bueno.
Muchas de las técnicas de campo validadas por Desrosiers (1958) con aplicaciones de aceite puro  en bajo volumen en el Ecuador durante los años finales de la década de 1950, fueron traídas e instrumentadas por primera vez en Tabasco por gestiones directas del Sr. Carlos A. Madrazo Becerra, Jefe del Ejecutivo estatal de ese entonces, en cooperación con la Delegación Federal de Agricultura  en Tabasco a cargo del Ing. José Guadalupe Escamilla Soriano. En este proceso el Ing. Jorge Macías Balboa,  ligado con las agrupaciones de productores de banano en el estado, participó  de una forma activa.   Estas técnicas y procedimientos fueron llevadas después a las otras regiones  bananeras de México.

1983-1996.  Aspersión de emulsiones
de fungicidas en aceite
Con la aparición de la Sigatoka (raya) negra en México a partir de 1981, se inicia la era de las emulsiones de aceite en agua combinadas con fungicidas de contacto del tipo ditiocarbamatos (Mancozeb) y/o fungicidas sistémicos de diferentes grupos químicos. Como se ha descrito, el mayor nivel de patogenicidad de Mycosphaerella fijiensis obligó a la industria bananera a modificar los métodos anteriormente utilizados para el control de la Sigatoka amarilla (“Chamusco”) e incursionar en un modelo de control estricto con una alta dependencia de fungicidas derivados de la química orgánica, potentes, de diferente modo de acción  y amplio espectro.
De esta forma entran al cuadro los programas “alternos y combinados” compuestos por emulsiones rotativas entre fungicidas de diferente modo de acción, es decir, de contacto (protectantes), sistémicos y trans laminares. Para estas fechas con la pérdida de sensibilidad  (resistencia) de los fungicidas Benzimidazoles en Centroamérica,  particularmente al Benomyl, se había introducido el concepto de “cocteles” así como la instrumentación de restricciones  al número,  frecuencia y acompañamiento de las aplicaciones con este tipo de fungicida.
Bajo este escenario entra  al mercado bananero de Centroamérica y México, el Clorotalonil (Bravo 500 de ese entonces), un fungicida protectante de alta eficacia aplicado solo en agua como única alternativa para aquellas zonas bananeras donde la resistencia al Benomyl alcanzó hasta 300 ppm aún aplicado en mezcla (coctel) con Mancozeb. Esto ultimo  se debió  a la  dependencia alta en su utilización como resultado de la eficacia que el Benomyl mostro inicialmente y a los costos razonablemente atractivos del tratamiento.
Durante la primera mitad de la década de 1980,  se inició en México la utilización de emulsiones con Tridemorf (Calixín) solo y/o en coctel con mancozeb las cuales participaron en los programas alternantes en época de alta presión de la enfermedad con resultados altamente satisfactorios pese al costo de tratamiento considerablemente elevado.
Las aplicaciones de emulsiones con Mancozeb + aceite fueron el tratamiento más común durante la época de baja precipitación. Hasta 1985 se manejaron intervalos de aspersión con equipo aéreo entre 8 y 14 días máximo, donde los cocteles de Tridemorf+Mancozeb, Benomyl+Mancozeb y las emulsiones simples de Mancozeb con aceite y agua a 25 L/Ha, fueron los tratamientos más populares y dominantes de acuerdo con el patrón de distribución de lluvias.
Así mismo, se mantiene la tendencia heredada del pasado a usar dosis iguales o mayores a 10 L/Ha de aceite que aunado a los 38 ciclos al año que se llegaron a aplicar, provocaban marcados bronceamientos (fitotoxicidad) ya que las plantaciones recibían más de 350 L/Ha durante un año. Fue durante este primer inicio en el control de la Sigatoka (raya) negra cuando se forman las primeras empresas de aeroaspersiòn propiedad de los productores con el propósito de lograr un control administrativo directo y vertical  capaz de permitir la calendarización  y cumplimiento riguroso de los programas de aeroaspersión. Se introducen los aviones Piper Pawnee 235  y  Cessna Ag Truck (Fig. 9).
Este último tipo de avión, con una envergadura de 12.7 metros, peso total de 1905 kg,  285 HP, recorrido de despegue de 207 m  y capacidad de 1060 L de mezcla, se mantuvo en operación durante algunos años hasta que fue sustituido totalmente por los aviones Pawnee 235 (Fig. 10).
Durante la segunda mitad de la década de 1980 y principios de 1990  se vive la
etapa de mayor esplendor en la historia del control de la Sigatoka (raya) negra y de la actividad bananera en América Latina.  Las tendencias cambiaron. Los productores de Tabasco y Chiapas consolidan sus empresas de aeroaspersión creando una sólida infraestructura  con equipos modernos e instalaciones especializadas bajo la supervisión de profesionales dedicados exclusivamente al manejo de la enfermedad y su logística de control.
No obstante, la característica más importante de este periodo es el notable avance en el conocimiento de la enfermedad en su relación patógeno, planta, medio ambiente, manejo cultural, fungicidas y técnicas de aplicación, que repercutieron en una constante reducción de los ciclos de aspersión. De este modo se pasó de 36 ciclos en 1986 a 28 durante 1987, 25 en 1988, 20 en 1989 y 17 durante 1990. En este progreso jugó un papel preponderante, sin duda alguna, la introducción del fungicida  Propiconazol (Tilt) en los programas de control que permitió abrir considerablemente los ciclos desde 21 hasta 28 días o más,  sin riesgo de pérdida en el control de la enfermedad. El Tilt es  el fungicida que más ha revolucionado el control de la Sigatoka en toda la historia de la enfermedad, pero también el que pasó una factura severa a la industria bananera mexicana durante toda la década de 1990. Un ejemplo de la contribución de los diferentes programas de control en la década de los años 80’ se presenta en el cuadro de la página tres.

Durante 1991-1994 se presentaron los primeros síntomas de agotamiento en la eficacia de los programas de control en base a emulsiones con fungicidas sistémicos. Esto fue el resultado de un  manejo anárquico de los programas y el abuso en la utilización del Benomyl y el Propiconazol,  propios del exceso de confianza  ligado también a la carrera por mantener un reducido número de ciclos al año.
El esquema de bloques de tres aplicaciones consecutivas de Tilt para un máximo de dos bloques y seis aplicaciones acumuladas al año en la época de alta presión de la enfermedad dio señales de  pérdida de eficacia. Las emulsiones de Benomyl en coctel con Mancozeb o solo en emulsión con aceite  tenían poco  efecto positivo en el control de la enfermedad; las aplicaciones de Tridemorf que financieramente podían  ser soportadas no llegaron a controlar la enfermedad por si solas y las  emulsiones de Mancozeb en aceite representaban  poco impacto en el control dado la tendencia general aplicar ciclos con amplio intervalo como se concebía en ese entonces. Entre 1994 y 1995 el control de la enfermedad colapso totalmente en forma paralela a la crisis financiera de México.

1996-2012. Aspersiones de fungicidas protectantes en agua
Derivado de la pérdida de control de la enfermedad, algunos productores de la región Chiapas-Sur (Tapachula) idearon suprimir totalmente las aplicaciones de emulsiones de fungicidas de contacto o sistémicos en aceite e incursionaron en un programa a base de fungicidas protectantes en mezcla agua más una resina a base de pinolene y/o en agua exclusivamente,  a ciclos cortos en función de la  presión climática y del ritmo de emisión foliar (REF) durante todo el año.
En el primer caso la mezcla Mancozeb+Nu-Film resultó  mas competitiva por costos, y la segunda representada por el Clorotalonil, de alta eficacia como fungicida de contacto, representó una segunda alternativa. La experiencia resultó exitosa, el control de la enfermedad fue re establecido paulatinamente aún cuando ello representaba un incremento diametral en el número de ciclos de aeroaspersión respecto a los programas pasados a base de emulsiones con fungicidas sistémicos, trans laminares y de contacto.
El cambio en los programas de control de la Sigatoka (raya) negra reorientado a los fungicidas protectantes sin aceite salvó a la Industria mexicana del banano y ha generado una interesante experiencia local  a lo largo de los últimos catorce años. La evidente pérdida de sensibilidad del hongo a los fungicidas sistémicos monositio o de un modo de acción específico, sigue siendo un fenómeno biológico latente en todas las regiones bananeras del mundo aún cuando los programas se diseñan y vigilan profesionalmente considerando siempre los criterios  “antirresistencia”.
La experiencia mexicana durante esta época demuestra también los principios del efecto multisitio sobre la fisiología del hongo derivado de la recuperación del control de enfermedad  y sobre todo el re establecimiento de la sensibilidad de las poblaciones del hongo Mycosphaerella fijiensis a las moléculas sistémicas de acción monositio  después de más de una década en el uso de fungicidas protectantes de una manera casi exclusiva. No obstante a la eficacia lograda hasta ahora, los programas de control dependientes en mayor medida del fungicida mancozeb sugieren interrogantes importantes y retos serios que afrontar en para el control de las Sigatokas del banano el un futuro cercano.
En el año 2008 la empresa de aeroaspersión “Productores Agrícolas de la Sierra” de Teapa, Tabasco, introduce por ves primera en la actividad bananera de México el  bandereo electrónico en sus aeronaves; el sistema opera mediante geo referenciación satelital y válvula de flujo inteligente que permite no solo una precisión alta en las líneas de vuelo sino también en calibraciones exactas de los volúmenes asperjados lo cual significa un nivel tecnológico alto en aplicaciones aéreas, responsabilidad socia y protección al medio ambiente.
Otro elemento importante de este periodo lo constituye la introducción de los aviones agrícolas “Air Tractor” con capacidad del depósito de 1200 L por parte de la empresa “Aerofumigaciones Jorge Efraím”, lo cual ha contribuido con una mayor eficiencia en plantaciones bananeras de mayor escala.

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