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¿Hacia dónde nos lleva la desobediencia? Francisco Gómez Hernández Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte (Proverbios 14:12) La desobediencia civil en términos generales es el acto de desacatar una norma de la que se tiene la obligación de cumplir. La desobediencia puede ser activa o pasiva. […]
13 de julio de 2020

¿Hacia dónde nos lleva la desobediencia?

Francisco Gómez Hernández

Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte (Proverbios 14:12)

La desobediencia civil en términos generales es el acto de desacatar una norma de la que se tiene la obligación de cumplir. La desobediencia puede ser activa o pasiva. El término «civil» hace referencia a los deberes generales que todo ciudadano debe reconocer, legitimando así el orden legal vigente; indica también que el objetivo principal de la desobediencia es traer cambios en el orden social o político que afectarían la libertad y el estatus de los demás ciudadanos.

Para que un acto se clasifique como de desobediencia civil, se necesita que la acción se haga públicamente, que sea ilegal o que así se clasifique y que al mismo tiempo quien cometa el supuesto delito esté consciente de sus acciones y motivos. La causa principal de este tipo de actos proviene de la forma en la que educamos al niño. Habitualmente, la desobediencia está provocada por educaciones autoritarias, negligentes o condescendientes.

El pasado 26 de marzo, a poco más de un mes de haber iniciado en muchos países la pandemia de Coronavirus, circuló en redes sociales un video en YouTube que en minutos se viralizó en todo el mundo, el cual mostraba la agresividad de la policía de la India, garroteando a los ciudadanos que violando el confinamiento impuesto por el Ministerio de Salud, con la orden de no salir de sus casas si no tenían justificadamente por qué hacerlo, no podían salir, como la gente no hacía caso, la orden superior fue de garrotear al que se encontrara en la calle.

Y así fue por un buen tiempo, al parecer la medida dio buen resultado por que la India siendo el tercer país más poblado del mundo con un poco más de mil millones de habitantes, sus infectados por Coronavirus a la fecha son de 800 mil y sus defunciones 22 mil, mientras que en México que su población es de 130 millones sus contagios son de 295 mil 218 y sus defunciones 34 mil 730, 12 mil 730 más que la India.

La finalidad de esta pequeña evaluación es con el fin de hacer conciencia que la desobediencia civil ciudadana, no solo afecta a los familiares directos de quien desobedece y multiplica el contagio propiciando la muerte de algún familiar, padre, hermano e hijo, sino que también afecta a terceros y a la ciudadanía en general, que se convierte en víctima por la irresponsabilidad de los desobedientes.

Tampoco el mencionar la actitud de la policía de la India, es que propongamos hacer lo mismo en nuestro país, sino simplemente ver que la “ley garrote” bien conocida en nuestro estado, viéndola desde el punto de vista de represión, la es, pero viéndola desde otro punto de vista de evitar que gente se muera sólo por irresponsabilidad de una turba de desobedientes, la respuesta pues está mejor en la expresión de la gente que ha sufrido la pérdida de algún familiar por irresponsabilidades ajenas, y que por gracia de Dios deambulan contagiando al que encuentran a su paso.

No hay que olvidar que en nuestra entidad, las medidas más fuertes en términos de restricción fueron la prohibición de bebidas embriagantes, el control de horarios en la circulación del transporte público, y en menor medida se vieron acciones de la policía estatal llamando la atención de manera verbal a los que sin recato alguno se paseaban en las calles sin cubrebocas. Todas esas medidas en su momento fueron criticadas, calificadas de excesivas, pero si bien ayudaron a la contención, poco a poco se fueron relajando por la presión social. Hoy las estadísticas no mienten.

Seguiremos siendo una sociedad permisiva, valemadrista como se dice en el argot, que se molesta porque le cancelan festejos como el Día de la Madre, pero que sale a festejar el Día del Niño comprando pizzas masivamente por las ofertas tentadoras, lo que obviamente provocó brotes comunitarios de COVID-19. Para el Día del Padre muchos compraron alcohol a tiempo, se surtieron para poder festejar, pero cuántos no lo están lamentando ahora. Otros hasta osaron festejar cumpleaños bajo “la sana distancia”, pero al final se les salió de las manos.

¿Acaso queremos la vara de la corrección sobre nosotros? ¿La de la autoridad civil, la llamada “divina”, cuál? Pareciera mentira, pero quizás aún podamos cambiar algo, alguna vida, el dolor de una familia, pues como el vuelo de una mariposa puede provocar una tormenta, así nuestras pequeñas acciones pueden hacer la diferencia.

Si todo sigue igual, no habrá presupuesto de gobierno que alcance para invertir en materia de salud, ni secretarios de salud, ni médicos ni enfermeras y demás personal de apoyo en todas las áreas que puedan aguantar hasta el mes de marzo de 2021, según lo ha dicho el subsecretario Hugo López-Gattell que es la fecha en que la influenza, se aparejará con COVID-19.

El esfuerzo del gobierno estatal y la Secretaría de Salud está a la vista, el trabajo y la inversión nada lo ha detenido, esta semana habrá 80 camas más, y si el problema se acrecienta, habrá más camas, claro nunca podremos igualar a Colombia que acaba de inaugurar un hospital de tercer mundo con mil camas y con equipos de la tecnología más avanzada, pero quién detiene la desobediencia civil que está hundiendo al país y a Tabasco. Y no soy lame huevos, abogado.

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