Se le acabó el gas a la Legislatura 62 al Congreso estatal. La octava sesión ordinaria tan sólo duró una hora sin asunto más notable que la especie de Manual de Carreño que presentó Yolanda Rueda De la Cruz para evitar la «confrontación» parlamentaria.
Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
La iniciativa presentada para expedir el Código de Ética del Legislador recordó «El manual de Urbanidad y Buenas Costumbres» escrito en 1853 por Manuel Antonio Carreño y que, hasta el ultimo cuarto del siglo pasado, dejó de ser libro de consulta obligada en la educación pública.
Desde sus respectivas curules, Manuel Andrade Díaz y José Antonio De la Vega Asmitia, siguieron la intervención de la menudita legisladora que en los primeros 26 días del año ha hecho gala del aplomo obtenido a su paso por la Legislatura 60 cuando a la mitad de 2012 sustituyó a Carlos Mario De la Cruz.
A saber, la especie de mordaza legislativa que pretende eludir polémicas como la protagonizada por los coordinadores de las bancadas del PRI y PRD, el martes pasado, además de borrar el pasado donde «históricamente» el Congreso –según la ponente– ha sido fuente generadora de «polémicas de enconos, desavenencias incluso golpes entre los legisladores que han fomentado el rechazo ciudadano, aumentado el descrédito a la función de los diputados, del cual gozamos (Sic) de menos agrado y aceptación de la población», fue turnada a comisiones.
Cuando en 1982 la Cámara de Diputados se mudó de Palacio de Gobierno (su morada más cercana en el tiempo) al edificio de la calle Independencia 101, el Congreso estatal más bien era algo representativo del senado romano. El más joven de los legisladores que llegaron al edificio que se construyó tras la demolición de La Casa de Piedra, era Víctor Manuel López Cruz. La mayoría de integrantes como Andrés Sánchez Solís y Manuel Llergo Heredia ya pintaban canas y llegaban más que a legislar, a dormir o al cotilleo satírico grabado con la frase de José de la Luz Arias: «¡Tú, dale…!»
En realidad el Congreso era una muestra no pedida del ancian regim. Fue hasta 1992 cuando la somnolencia pasó a mejor vida con el arribo de una pequeña pero aguerrida bancada del PRD. Para muchos el zafarrancho armado en la sesión vespertina del 26 de enero, es inolvidable. Ese día tomaría posición Manuel Gurría Ordóñez como gobernador sustituto del depuesto por el centralismo presidencialista Salvador José Neme Castillo.
De la Vega Asmitia, poca pero tiene experiencia. En la Legislatura 59 hizo equipo con Adán Augusto López Hernández y Oscar Cantón Zetina para poner de cabeza a los priistas. Claro, en ese entonces militaba en el PAN y sus aliados eran del PRD. Ahora el primero sigue sus pasos pues con Morena es el tercer partido en que milita tras iniciar carrera partidista en el PRI.
Recientemente, Andrade Diaz y De la Vega Asmita demostraron que no sólo son buenos oradores sino que también le entran a los puyazos de la retórica popular. Y entre los 35 diputados, hay otros que también saben de elocuencia y de los artificios posibles para enfrentar entuertos: Marcos Rosendo Medina Filigrana, Adrián Hernández Balboa, Juan Pablo de la Fuente Utrilla, Juan Manuel Fócil Pérez, César Augusto Rabelo Rojas, Federico Madrazo Rojas y…la misma promotora del tropical Manual de Carreño que, en los hechos, es una especie de mordaza a quienes sigan la escuela del comiteco Belisario Domínguez.
Pero mientras tiran agua al mar, la iniciativa de la priista pasó a la congeladora como los proyectos de Medina Filigrana y Rabelo Rojas, éste último que regresó a la tribuna para retomar el caso de la Ley del ISSET que, esta vez, no incendio los ánimos de la concurrencia.
A las 12:51 horas, el presidente de la mesa directiva De la Fuente Utrilla clausuró los trabajos que habían empezado a las 11:52 (la diferencia con el final fue de un minuto) con la asistencia de los 35 integrantes de la Legislatura 62.
