Regreso a Tabasco con mi gente
*Zonas indígenas nunca más serán olvidadas *Vamos a disminuir la brecha de la desigualdad Luis Enrique Martínez Rumbo Nuevo Justo 28 días después de ser interceptado por habitantes de Tamulté de las Sabanas, en el trayecto a dar el banderazo para el inicio del dragado del puerto de Frontera, Centla, el presidente Andrés Manuel López […]
28 de febrero de 2020

*Zonas indígenas nunca más serán olvidadas
*Vamos a disminuir la brecha de la desigualdad

Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
Justo 28 días después de ser interceptado por habitantes de Tamulté de las Sabanas, en el trayecto a dar el banderazo para el inicio del dragado del puerto de Frontera, Centla, el presidente Andrés Manuel López Obrador adelanta su reencuentro con las comunidades indígenas de Tabasco. El 31 de enero, había dicho que regresaría en marzo, no en los últimos días de febrero como lo hace a partir de este viernes.

En realidad no será un reencuentro. Para quienes lo conocieron en enero de 1977 cuando asumió la dirección local del desaparecido Instituto Nacional Indigenista, como Reyes Arias Román que participara en el inicio de los camellones chontales, el ahora presidente de México «nunca se ha ido» del corazón y pensamiento de los naturales de Tabasco.

Aunque el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) registró 1 mil 244 localidades indígenas en los 17 municipios del estado, las demarcaciones con mayor población nativa se localiza en las zonas donde el mandatario federal continuará este viernes, sábado y domingo, los diálogos con las comunidades originarias del país: Centla, 36 mil 079; Centro, 33 mil 849; Nacajuca, 23, 414 y Macuspana, 20 mil 209 habitantes.

Tan sólo la villa Benito Juárez (antes San Carlos), acumulaba hace una década 7 mil 333 habitantes.

El 10 de febrero, en Milpa Alta, Ciudad de México, el Ejecutivo federal refrendó su compromiso con las comunidades indígenas del país. En ese lugar, anunció la creación de la Universidad para la enseñanza de las lenguas indígenas:

«Estamos trabajando de manera coordinada, vamos a crear esta universidad porque necesitamos fortalecer las tradiciones, las costumbres, las lenguas, la organización social. Eso es fortaleza, es identidad».

Según el Plan Nacional de Desarrollo 2018—2024, las necesidades de las comunidades indígenas de México son atendidas por los programas para el fortalecimiento económico de los pueblos indígenas (Proeci); de derechos indígenas; de infraestructura indígena; de apoyo a la educación indígena y el programa de radiodifusoras culturales indígenas para generar «un importante arraigo en ciertas comunidades indígenas de México, estableciendo un medio de comunicación diferente».

A través del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas —y con las representaciones locales de la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas—, el gobierno de México promueve acciones «para contribuir al abatimiento del rezago en materia de infraestructura básica (comunicación terrestre, electrificación, agua potable, drenaje y saneamiento), así como en vivienda de la población indígena.

De acuerdo al Programa de Infraestructura Indígena, los tipos de obra que se llevan a cabo también en Tabasco, van desde caminos rurales, alimentadores y puentes vehiculares; hasta las erogaciones que se deriven de autorizaciones ambientales, pasando por electrificación, agua potable, drenaje y saneamiento, edificación de viviendas y elaboración de proyectos y estudios.

PLED para los pueblos indígenas

En Tabasco Escuchar para reconciliar, «Hacia un proyecto social de gobierno», el gobernador Adán Augusto López Hernández expresa la visión referida en el Plan Estatal de Desarrollo 2019—2024 en relación con la respuesta institucional a las necesidades de los pueblos indígenas de la entidad:

«En la gestión de este gobierno ‘debe prevalecer la inclusión y el respeto a la identidad de las y los tabasqueños y en especial de nuestros pueblos originarios’. El objetivo, añade, es «ejecutar estrategias y programas de promoción del desarrollo humano integral de las y los tabasqueños sustentado en ejes rectores que permitan recuperar la calidad en salud, la educación y el rescate de nuestras manifestaciones culturales».

Desde la visión general del punto 4.1 del PLED («Tabasco será un espacio de desarrollo incluyente e igualdad sustantiva de oportunidades entre los géneros, equidad con los pueblos indígenas, personas con discapacidad y grupos vulnerables, en un marco de equilibrio entre las zonas urbanas y rurales), y hasta el 4.3.4, el Ejecutivo local revisa a través de un diagnóstico las condiciones de los pueblos nativos y también define los programas de rescate.

La reducción de las brechas de desigualdad —expone en su diagnóstico–, es asignatura pendiente con los pueblos originarios, las personas en zonas rurales, los grupos vulnerables y las mujeres; es prioritaria la atención a los grupos en situación de pobreza y discriminación para lograr una vida libre de violencia, con énfasis en la erradicación de ésta en todas sus formas y en especial la feminicida».

Más adelante, en la página 209 del programa de gobierno sexenal, el gobernador López Hernández establece los «programas y proyectos prioritarios» para atender la demanda de desarrollo, progreso y bienestar de las comunidades indígenas del estado.

Fortalecimiento de las actividades productivas en los camellones chontales; fomento y apoyo al cultivo de la milpa; fomento a la medicina tradicional indígena; apoyo a la mujer indígena; invernaderos de hortalizas de traspatio para jefas de familia (mujeres), indígenas y Centros Integradores; comedores comunitarios; política de desarrollo para el bienestar social; programa de desarrollo comunitario en zonas indígenas y Centros Integradores; programa de autosuficiencia alimentaria en comunidades indígenas y rurales; programa estatal de infraestructura para ofrecer servicios de educación, salud, cultura y deporte de calidad, en las comunidades indígenas y rurales a través de los Centros Integradores…

Entre los objetivos, estrategias y líneas de acción, destaca el establecer la cohesión social en localidades con población indígena, para estrechar vínculos de colaboración e impulsar la gestión y ejecución exitosa de obras y proyectos, así como la promoción del trabajo comunitario.

Así como el de establecer vínculos de comunicación y trabajo, a través de la figura de los promotores indígenas, con líderes vecinales, organizaciones comunitarias, grupos de mujeres y de personas indígenas, para contribuir al éxito de los programas, obras y proyectos derivados de planeación participativa, entre otros.

La sociedad tabasqueña, sostiene el documento, reconoce y valora sus raíces y orígenes, vinculados a la civilización Olmeca; a las culturas Maya, Zoque y Náhuatl y a los grupos étnicos chontal, ch’ol, tzeltal y tzotzil, entre otros.

Y para refrendar el compromiso institucional, el mandatario estatal sostiene que ante las necesidades de los pueblos originarios «una opción viable y con visión de futuro es la puesta en marcha de los Centros Integradores de Bienestar, anunciada por el licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, que será insreumentada en Tabasco…para generar un genuino valor público, en término de reducción de inequidades entre las zonas urbanas y rurales, privilegiando la atención a la población con menores ingresos o en situación de alta vulnerabilidad, con obras de infraestructura para mejorar la calidad de los servicios públicos y estimular las actividades primarias y agroindustriales».

De eso trata la gira de trabajo por tres días consecutivos del presidente López Obrador.

Primera experiencia administrativa
Fragmentos del libro ‘AMLO: Vida privada de un hombre público’ del periodista, cronista y escritor Jaime Avilés, donde se narra el reconocimiento público del presidente José López Portillo a la obra social del joven Andrés Manuel en las comunidades indígenas de Tabasco:

«Octubre de 1982 se acerca a su fin.
Andrés Manuel está a punto de cumplir 29 años de edad.

Lleva cinco años y 10 meses al frente de la Coordinadora Regional del INI en la región maya chontal de Tabasco.

Asumió el cargo en enero de 1977, cuando era un muchacho de 24.

El gobernador Leandro Rovirosa Wade le dio el nombramiento por recomendación de Carlos Pellicer. El poeta murió a la edad de 80 años, pocos días después.

Andrés Manuel quedó al frente de una pequeña estructura burocrática, respaldada por una abundante y generosa chequera del gobierno.

Al asumir el cargo se comprometió a atender a 80 mil personas, distribuidas en 84 comunidades marginales de los municipios de Centla, Macuspana y Nacajuca, y la zona rural del municipio de Centro, a las afueras de Villahermosa.

El abandono en que encontró a los descendientes de los mayas era absoluto.

Sin médicos ni medicamentos en sus lejanas aldeas.

Sin caminos ni medios de transporte para llevar a sus enfermos a los hospitales.

Sin tierras. Sin dinero. Sin trabajo.

Sin proyectos. Sin esperanzas. Sin futuro.

Sus viviendas eran frágiles, de muros de palos y techo de palma tejida (guano).

El piso era de tierra, o más bien de lodo, a causa de la humedad permanente.

Adultos y niños dormían en hamacas.

Los asediaban las garrapatas, los devoraban las chinches.

Las lombrices intestinales.

Los piojos. Los tábanos, los jejenes, los chaquistes.

Eran víctimas de las epidemias de sarna.

Pese a que el agua estaba por todas partes, no tenían agua potable.

Tampoco drenaje. Mucho menos electricidad.

Las cocinas se reducían a un comal, un fogón de leña y alguna que otra cazuela.

Cuando aceptó ese puesto, Andrés Manuel todavía no andaba con Rocío.

La había conocido en Villahermosa, en algún momento del segundo semestre de 1976,pero cuando se fue a vivir a Tucta —una aldea de Nacajuca—, para dedicarse por completo a su trabajo, se fue solo.

Necesitaba empaparse de los problemas que iba a enfrentar.

Saber con exactitud en dónde estaba parado.

Averiguó que la región ocupaba una superficie de 89 mil 541 hectáreas, de las cuales sólo eran explotadas productivamente 35 mil 500 y pico.

(…)

El mayor de los problemas sociales era el alcoholismo.

Los adultos varones bebían, desde muy jóvenes, un aguardiente destilado de caña y se emborrachaban, día tras día, para olvidar el hambre, las tristezas, la desesperanza, el azote de las enfermedades curables que mataban a los suyos, los estragos del trabajo inhumano y peor pagado o, en su defecto, el desempleo.

Nadie en Villahermosa los veía; nadie estaba enterado de que andaban descalzos.

Eran, en el mejor de los casos, parte del paisaje.

Sin haber terminado aún la tesis profesional que necesitaba defender para recibirse como licenciado en ciencias políticas y administración pública por la UNAM, Andrés Manuel recordaba muy bien todo lo que había aprendido, viajando por Tabasco y escuchando a su maestro, el anciano poeta Carlos Pellicer.

(…)

Este modo de ver a los chontales —escribirá Andrés Manuel, años más tarde, en su primera investigación histórica sobre el pasado de Tabasco— inspiró a los creadores de las «leyes contra la vagancia», que sirvieron como pretexto a los hacendados del siglo XIX para mantener a los indios en situación de esclavitud.

(…)

De los años de Tucta (enero de 1977 a noviembre de 1982) quedó esa memoria en forma de libro, titulada precisamente Los chontales de Tabasco e ilustrada con 126 fotografías de Nacho López, quien también diseñó la portada y los interiores.

(…)

El proceso que Andrés Manuel desarrollo en la región maya chontal de Tabasco fue, sin duda, uno de los más exitosos del país.

López Portillo lo elogio públicamente el 12 de noviembre de 1981 en Villahermosa:

«Es para mi profundamente satisfactorio entererme que en Tabasco —lugar donde el indio está arrinconado, ahogado, sobreviviendo apenas en el pantano— hay un esfuerzo de integración, lleno de imaginación y posibilidades».

*Indígenas, vanguardia de la democracia

En Tabasco, víctima del fraude electoral, López Obrador reseña cómo aceptó ser candidato opositor al PRI en la elección de gobernador de 1988 tras recibir escritos de apoyo de las comunidades indígenas de la entidad. Aquí fragmentos del texto citado:

«El 13 de julio de 1988 me entrevisté por primera vez con Cuauhtémoc Cárdenas. Casi al mismo tiempo, campesinos e indígenas del estado, me propusieron como candidato a la gubernatura por el Frente Democrático Nacional. Entre los escritos de adhesión a mi candidatura recuerdo bien el de los habitantes de Tocoal del municipio de Centro.

(…)

El domingo 7 de agosto inicié la campaña política por la gubernatura en la zona indígena chontal de Nacajuca. Empecé allí por tres razones: una, los chontales son los pobladores más antiguos de Tabasco; dos, son los más pobres del estado, y tres, con ellos trabajé durante un sexenio cuando fui director del Instituto Nacional Indigenista de Tabasco. Los chontales son viejos compañeros. Hay estimación recíproca. Desde el principio se convirtieron en la vanguardia de nuestro movimiento».

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