Reaparecen “grafitis” borrados por autoridades
Los muros egipcios se rebelan contra los nuevos inquilinos del poder El Cairo Agencias Con nocturnidad y alevosía un pelotón de funcionarios aplicó hace unos días una capa de cal sobre las tapias cercanas a la plaza cairota de Tahrir. El cemento, que durante meses relató las vicisitudes de una azarosa transición, enmudeció de repente. […]
25 de septiembre de 2012

Los muros egipcios se rebelan contra los nuevos inquilinos del poder

El Cairo
Agencias
Con nocturnidad y alevosía un pelotón de funcionarios aplicó hace unos días una capa de cal sobre las tapias cercanas a la plaza cairota de Tahrir. El cemento, que durante meses relató las vicisitudes de una azarosa transición, enmudeció de repente. Impermeables al desaliento, los grafiteros han regresado para perfilar un nuevo enemigo: el presidente Mohamed Mursi.
«¡Haganlo de nuevo! Borrenlos, régimen cobarde», reza uno de los primeros lemas garabateados en la lengua verde de un policía. Su rostro es un recién llegado a los muros de Mohamed Mahmud, una calle aledaña a Tahrir que durante meses ha sido protagonista de interminables jornadas de batalla campal entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
Los retratos de los caídos, las caricaturas de los militares que sucedieron al dictador o las escenas inspiradas en el Egipto faraónico se esparcían por las paredes sin orden cierto. Hasta que la semana pasada, poco después de que los antidisturbios sofocaran los últimos choques, unos empleados públicos iniciaran el borrado. La campaña de limpieza también ha expulsado del lugar a los vendedores ambulantes y ha sometido a Tahrir, un cruce de caminos ahogado por el tráfico, a un lavado de cámara con la instalación de césped, arbustos y flores.
El borrón y cuenta nueva no alcanzó todo el callejero porque, alertados, los grafiteros acudieron al lugar y levantaron acta de la destrucción con sus móviles. Convertido en un museo al aire libre de los horrores de la revolución, la iniciativa del gobierno encendió los ánimos. El mismísimo primer ministro Hisham Qandil tuvo que difundir un comunicado en el que responsabilizó de la operación al gobernador de El Cairo.
«Eliminar los murales contradice la idea de inmortalizar la revolución en la plaza», afirmó el ‘premier’. Las nuevas pintadas aún en construcción mantienen en el punto de mira al derrocado Hosni Mubarak, el desprestigiado aparato policial o los generales sobre los que cae la amenaza de la persecución judicial. Pero el pincel suma como adversarios al flamante presidente, el islamista Mohamed Mursi, y su grupo, los Hermanos Musulmanes. A ambos se los acusa de haber emprendido una acelerada islamización del Estado que tiene su ajuste de cuentas en los muros.
Así, el ‘rais’ es transfigurado en un rey de trébol en manos de un temido joker y a la renovada versión del rostro compartido por el ex jefe de las Fuerzas Armadas Husein Tantaui y Mubarak se añade el ‘murshid’ (guía supremo) de la Hermandad, Mohamed Badie, a quien los sectores liberales y anti islamistas señalan como el verdadero muñidor de la nueva y pía política egipcia.
Para algunos, el borrado «accidental» de los muros que cobijaban una insólita primavera es una señal más de que los vencedores quieren reescribir la historia reciente. Pero las pintadas, que nunca fueron estáticas y evolucionaron al calor de los acontecimientos, no parecen dispuestas a la rendición. «El grafiti es la expresión más honesta y sincera de lo que ha sucedido en los últimos 18 meses», concluye Sherif Boraie, editor de un libro recién publicado que a lo largo de 680 páginas documenta los cientos de murales que germinaron por Egipto tras la caída del autócrata.

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