Preceptos básicos para un orden político entre prensa y poder
Jesús Martell Chagoya jesmarch-11@hotmail.com Un orden político se singulariza por la presencia de varios preceptos básicos, los cuales deben estar presentes para que sea posible clasificar un gobierno poliárquico. De  esas características, dos tienen especial reverberación en el caso de los medios: libertad de expresión y variedad de fuentes de información. Poder, empoderamiento, poliarquía, rendición […]
16 de octubre de 2012

Jesús Martell Chagoya
jesmarch-11@hotmail.com

Un orden político se singulariza por la presencia de varios preceptos básicos, los cuales deben estar presentes para que sea posible clasificar un gobierno poliárquico. De  esas características, dos tienen especial reverberación en el caso de los medios: libertad de expresión y variedad de fuentes de información.

Poder, empoderamiento, poliarquía, rendición de cuentas y responsabilidad serán los conceptos que se podrán enmarcar y, con ello  se podrá explicar en gran parte la transformación en la relación medios y política en México que actualmente se encuentra muy álgida.

Como hemos señalado en entregas anteriores, el fin del monopolio de Estado en la producción de papel periódico, la reforma política de 1976-1977, las reformas electorales para consolidar la democracia y la profesionalización periodística fueron y serán ahora  elementos fundamentales en el proceso de transformación de la relación medios de comunicación masiva con la política.

El período post-revolucionario, y sobre todo la época del despliegue hegemónico del partido único en México de 1934 a 1977 habría  que entenderlo como un espacio en el que las tres dimensiones del poder, mencionadas, eran las que privaban en la relación prensa escrita-poder político.

Recuérdese que la Productora e Importadora de Papel S.A. –PIPSA- fue creada por decreto del General Lázaro Cárdenas en1935, después de un conflicto en la principal fábrica de papel periódico de aquella época conocida como  “Compañía San Rafael.»

Con esta medida, Cárdenas sentó las bases para que en lo referente a la prensa escrita se estableciera lo que lo que se define como un presidencialismo institucionalizado, una relación que ya no dependería de una persona sino de un entramado institucional complejo construido alrededor del presidente y del partido oficial en turno.

El ejercicio del poder en cuanto a lo que se refiere a la primera dimensión,  era tal en México, que la generosidad material del régimen, generalmente, agregaba al insumo entregado a precios y condiciones preferentes otro elemento inmaterial, las igualmente prolíficas sugerencias  qué hacían para escribir precisamente en ese papel.

En 1954, durante la inauguración de la nueva planta de PIPSA, los editores de periódicos escucharon el mensaje personal del presidente Adolfo Ruiz Cortines en el que les reiteró su absoluto respeto a la libertad de prensa pero les exteriorizó también su confianza en que los periodistas sabrían servir con eficacia y lealtad a la patria, o sea  al presidente en turno.

Efectivamente así se hacia y continuo de la misma manera por muchos años. Los valores tradicionales del partido en el poder de la época, al que por cierto esta afiliado el Sindicato Nacional de Redactores de Prensa  la que por acuerdo de su  Convención Anual (1954),  señalan que la lealtad, obediencia, y el apoyo a los ideales de la Revolución Mexicana, seria  la cohesión social que propagaban entusiastamente medios impresos y electrónicos.

En la prensa se coronó la vertiente que percibía al receptor de la información, al ciudadano, como un sólo cuerpo, como un ente llamado pueblo que no se configuraba por la yuxtaposición de individualidades sino por la disolución de las conciencias individuales. Más allá de las excepciones, por cuanto siempre hubo los independientes marginales, en los 127 diarios y 673 revistas de todo género que circulaban en ese momento en la República Mexicana, la norma era la línea del Señor Presidente, insisto  eso prevalecía en aquellos tiempos.

Por lo que respecta a la prensa, dos de los rasgos definitorios del sistema presidencial, ni el presidente ni los secretarios de estado son políticamente responsables ante el congreso y la ausencia de controles suficientes fueron especialmente acatados.

En México los medios de comunicación masiva al hacer mancuerna con el poder público y el poder económico monopolizaron el espacio público de intercomunicación e intercambio, la carencia de variedad de fuentes de información y una libertad de expresión disminuida fueron la norma en esta época de ausencia de poliarquía en México.

En 1968, la relación de la sociedad con el poder político empezó a cambiar. La prensa fue uno de los elementos en los que ese cambio habría de hacerse evidente. Cada marcha estudiantil por Paseo de la Reforma se detenía en el número 18, bajo el balcón del director de Excélsior, a gritar: ¡Prensa Vendida! Al final del movimiento estudiantil, ese balcón fue ocupado por un personaje que habría de ser central en la historia del periodismo nacional, Julio Scherer García, quien sustituyó a Manuel Becerra Acosta, precisamente en  agosto de 1968.

En un par de años Scherer García se asentó en el cargo y empezó a ejercer con seguridad y pasión un periodismo que exhibía a funcionarios e instituciones gubernamentales lo mismo que a empresarios y personajes de la iniciativa privada, En 1972 ese tipo de ejercicio de  libertad de prensa le trajo a Excélsior un boicot publicitario por parte de los empresarios mexicanos y, cuatro años, después la salida de su Director General.

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