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Una enfermedad más y más compleja(Tiempo estimado de lectura: 5 minutos) “Decir que la obesidad está causada por el mero consumo de demasiadas calorías es como decir que la única causa de la Revolución Americana fue la Fiesta del Té de Boston”.Adelle Davis Jorge Quiroz Casanovajorgequirozcasanova@gmail.comJorge Quiroz Valiente917 106 7165Las tasas de obesidad están aumentando […]
17 de diciembre de 2023

Una enfermedad más y más compleja
(Tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

“Decir que la obesidad está causada por el mero consumo de demasiadas calorías es como decir que la única causa de la Revolución Americana fue la Fiesta del Té de Boston”.
Adelle Davis

Jorge Quiroz Casanova
jorgequirozcasanova@gmail.com
Jorge Quiroz Valiente
917 106 7165
Las tasas de obesidad están aumentando rápidamente en todo el mundo, lo que provoca un cambio epidemiológico importante. Los datos más recientes de la Organización Mundial de la Salud afirman que más de 1.900 millones de adultos tienen sobrepeso y más de 650 millones son obesos. En general, esto representa alrededor del 13% de la población adulta del mundo. Aún más preocupante es la abrupta escalada de la obesidad infantil. Si estas tendencias continúan, la prevalencia global de sobrepeso en niños menores de 5 años podría aumentar al 11% para 2025. Esta evolución es motivo de gran preocupación debido al importante impacto social, económico y sanitario de la obesidad.

La variación en la forma en que las personas ganan peso, incluso si se sigue una dieta similar, puede atribuirse a una combinación de factores genéticos, metabólicos, ambientales y de estilo de vida. Algunas manifestaciones de estos cuatro componentes son el metabolismo basal, las hormonas, los niveles de actividad física, la respuesta al estrés, el microbioma intestinal, hábitos de consumo de alcohol y tabaco y la epigenética.

La epigenética se refiere a los cambios en la actividad genética que no implican alteraciones en la secuencia del ADN. Este término surgió del trabajo de Conrad Waddington en un intento de explicar cómo células con el mismo genoma exhiben diferentes especializaciones (Wahl et al, 2017). Por ejemplo, los hepatocitos y las neuronas son muy diferentes en cuanto a su función, a pesar de tener el mismo ADN.

Los factores epigenéticos son sustancias o mecanismos a través de los cuales trabaja la epigenética. Únicamente influyen en cómo se activan o desactivan ciertos genes en las células del cuerpo, es decir, los regulan. Gracias a ellos, por ejemplo, no encontramos receptores de luz en el tejido del hígado, pero sí en el de los ojos. En el contexto de la ganancia de peso, varios factores epigenéticos pueden desempeñar un papel significativo, y por ello es relevante entender qué influye en esos factores epigenéticos.

Entre los casos más notorios, la dieta de la madre durante el embarazo y la nutrición temprana en la vida del infante pueden afectar la metilación del ADN y la modificación de histonas, ambos mecanismos de regulación genética, en los genes relacionados con el metabolismo. Recientes estudios en roedores y humanos han confirmado que las condiciones maternas adversas (incluida la sobrenutrición y la desnutrición) pueden desencadenar modificaciones epigenéticas en la descendencia que median una predisposición a la obesidad y las enfermedades metabólicas. De acuerdo con los hallazgos, algunos desbalances nutricionales durante el embarazo podrían afectar la regulación del apetito y del equilibrio energético de la descendencia (Ribaroff et al, 2017).

También la exposición a ciertos productos químicos, como disruptores endocrinos o contaminantes ambientales, puede afectar los patrones epigenéticos relacionados con el peso corporal y el metabolismo.

Y, con un efecto parecido, los microorganismos en el intestino pueden producir y liberar sustancias que para ellos son comunes, pero que repercuten en la expresión génica en el cuerpo humano.

Los estudios de asociación de todo el genoma (GWAS) han identificado algunas variantes genéticas de susceptibilidad asociadas con la obesidad. Sin embargo, la genética por sí sola no puede explicar el reciente aumento constante de las tasas de obesidad en todo el mundo. En primer lugar, porque es bastante improbable que el genoma humano, en general, haya cambiado tanto en un período tan corto. Y, más importante, porque sólo un porcentaje muy pequeño de personas obesas tienen mutaciones en los genes de obesidad identificados. Claramente, la obesidad surge de la compleja interacción de genes de susceptibilidad con múltiples factores ambientales, sean el estrés, los productos químicos, los tratamientos farmacológicos, la actividad física, la dieta o la misteriosa epigenética.

Dado que los cambios epigenéticos se ven fácilmente influenciados por estímulos externos, como la dieta, la comunidad investigadora sigue realizando estudios para determinar si las alteraciones epigenéticas pueden manipularse favorablemente mediante opciones dietéticas para reducir el riesgo y la prevalencia de ciertos padecimientos.

Definitivamente, es un campo nuevo por explorar en el abordaje y entendimiento de la obesidad y del resto de enfermedades.

Algo que la epigenética demuestra, así como otros tantos descubrimientos médicos lo han hecho, es que la obesidad es una enfermedad más complicada de lo que se le da crédito.

Se suele simplificar excesivamente esta condición y mucho más sus causas, construyendo toda una serie de prejuicios, estigmas y estereotipos alrededor de ella. No es una “decisión”, como se llega a creer. Es un cúmulo de factores internos y externos a la persona; algunos dentro de su control y otros tantos decididos desde antes de nacer.

Por supuesto, hay que buscar una alimentación adecuada, actividad física recurrente y otros buenos hábitos, pero nunca hay que descuidar los componentes genéticos, epigenéticos, metabólicos, ambientales e incluso psicológicos que rodean a la obesidad, sobre todo a la hora de buscar tratarla. Para entenderla hay que tener disposición.

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