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Control de natalidad en insectos(tiempo estimado de lectura: 5 minutos) “Si amas al sol que te alumbra, tal vez amas, y si amas al insecto que te muerde, amas”.Antonio Porchia Jorge Quiroz Casanovajorgequirozcasanova@gmail.comJorge Quiroz Valiente917 106 7165El control de plagas es, en muchos casos, indispensable para que las tierras de cultivo sean viables, abonando tanto […]
2 de julio de 2019

Control de natalidad en insectos
(tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

“Si amas al sol que te alumbra, tal vez amas, y si amas al insecto que te muerde, amas”.
Antonio Porchia

Jorge Quiroz Casanova
jorgequirozcasanova@gmail.com
Jorge Quiroz Valiente
917 106 7165
El control de plagas es, en muchos casos, indispensable para que las tierras de cultivo sean viables, abonando tanto a la eficiencia de su producción como a la calidad del bien que generan. Por este mismo hecho, hoy en día el uso de plaguicidas resulta imprescindible para la producción agrícola, pues se ocupan de acabar con cualquier especie nociva, sea vegetal, animal o patógena, que comprometa al producto vegetal. Si bien los plaguicidas son una herramienta rápida y accesible, es cierto que vienen en conjunto con múltiples efectos no deseables sobre el medio ambiente y la salud humana. Generalmente, se busca que su toxicidad sea lo más específica posible para las especies que se pretenden eliminar. Sin embargo, esto es difícilmente perfecto y en el caso de un insecticida, por ejemplo, se pueden amenazar a muchas otras especies de insectos, algunas endémicas, otras necesarias para el funcionamiento de los ecosistemas como las abejas, atentando así contra la biodiversidad. De igual manera, estos químicos pueden filtrarse a lo largo de la tierra hasta alcanzar algún manto freático y contaminar cuerpos de agua. De acuerdo con el MITECO de España, basta una concentración de 0.5 µg/L del pesticida total en el agua para que deje de ser apta para consumo humano. Solo para dimensionarlo, un grano de sal tiene una masa de alrededor de 50 µg, es decir, se necesita una porción de plaguicida del tamaño de un décimo de grano de sal para que un litro de agua deje de ser potable. Entendiendo esto y con el inevitable enfoque ambientalista que han buscado adoptar los sistemas de producción agrícola, se ha optado por abordajes alternativos para el control de plagas. En lo que respecta al control de poblaciones de insectos, uno muy prometedor por su funcionalidad comprobada y su amabilidad con el medio ambiente es la técnica del insecto estéril (TIE).

A grandes rasgos, la TIE consiste en la captura y reproducción en masa de ejemplares de la especie de plaga de interés o aquella que se busca regular. Una vez conseguida una población abundante en un espacio controlado, se separan a los machos del enjambre para esterilizarlos por medio de radiación, generalmente con rayos X o rayos gamma. Posteriormente, se liberan en puntos estratégicos del cultivo estos machos que, aunque incapaces de producir descendencia, siguen siendo competitivos sexualmente para que ocupen, sin éxito alguno, puestos reproductivos con las hembras silvestres. En algunas ocasiones, para aumentar la preferencia de las hembras por los machos infértiles se les brinda a estos últimos algún tratamiento adicional, por ejemplo, con aromaterapia de aceite de jengibre. De este modo, se logra que la siguiente generación de insectos presente un descenso considerable, todo a raíz de que buena parte de ellos se reprodujeron sin resultados. Por supuesto, no se busca extinguirlos, solo regularlos.

Esta técnica fue desarrollada en Estados Unidos y lleva implementándose más de 60 años. En el año 1981, en México, se inició una campaña contra el gusano barrenador de ganado (Cochliomyia hominivorax) basada en la técnica del insecto estéril. Dicha plaga era causante de miasis, una afección en la que se produce una infestación en tejidos, tanto vivos como muertos, por las larvas de esta mosca. La enfermedad afectaba principalmente al ganado del sureste, hablando de Tabasco, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán, y, además, podía presentarse en humanos que consumiesen carne contaminada. Bastaron solamente diez años para librar al ganado del gusano barrenador en estos estados, salvo en Chiapas, donde se declaró erradicado hasta el 2003. Este y muchos otros casos de éxito se han visto para la TIE, con otras plagas importantes manejadas como variedades de mosca de la fruta y de polillas, la mosca tsé-tsé (cuidado de no confundirla con el grupo de pop argentino), y los mosquitos (OIEA, 2023).

Recientemente, la bioplanta Caudete de las Fuentes, en Valencia, ha recibido un fuerte apoyo por su efectividad combatiendo la plaga de la mosca del Mediterráneo (Ceratitis capitata), una plaga famosa por arrasar con cultivos frutales. Gracias a ella, se han evitado inmensas pérdidas en productos de exportación, primordialmente naranjas. En abril del año 2021, en el puerto de Manzanillo, Colima, se detectó un brote de estas moscas, asunto de preocuparse por motivos que ya se pueden inferir. La respuesta fue inmediata y por medio de la TIE se declaró contenido este brote en agosto del 2022, un tiempo récord que, una vez más, hizo alarde de la eficiencia de esta técnica, ahorrando millones de pesos en pérdidas (SADER, 2022).

Sin necesidad de insecticidas, sin intervenir activamente en las tierras de cultivo, con retorno de inversión comprobado y sin poner en riesgo a otras especies de insectos de valor: ¿qué más se puede pedir? Solamente una cosa, y es que se aproveche tanto como sea posible la técnica del insecto estéril. Como herramienta para la producción agrícola e incluso pecuaria, como se vio con el gusano barrenador del ganado, ha demostrado ser tan efectiva como los plaguicidas, y con un respeto por el medio ambiente paralelo a su funcionamiento.

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