Más comida no es menos hambre (tiempo estimado de lectura: 5 minutos)
“El hambre del mundo, la violencia social y étnica. Estas cosas ocurren porque se ha acelerado la
destrucción de la naturaleza.”
Masanobu Fukuoka
Jorge Quiroz Casanova
jorgequirozcasanova@gmail.com
Jorge Quiroz Valiente
917 106 7165
El hambre es un problema global que afecta a millones de personas en todo el mundo. Según el informe de las Naciones Unidas sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo de 2022, en 2021, 828 millones de personas no tuvieron acceso a alimentos suficientes para llevar una vida activa y saludable. Esto representa un aumento del 16 % con respecto a 2020 y del 28 % con respecto a 2019.
El hambre es causada por una combinación de factores, que incluyen la pobreza, la desigualdad, los conflictos, el cambio climático y las crisis sanitarias. Estos factores pueden dificultar el acceso a alimentos suficientes y nutritivos, así como la capacidad de las personas para producir sus propios alimentos.
En el futuro, la probabilidad de hambre mundial podría aumentar debido a varios factores. Se estima que la población mundial alcanzará los 9,700 millones de personas en 2050. Esto significa que habrá más personas que alimentar, lo que podría poner una mayor presión sobre los recursos alimentarios. Aunado a lo anterior, el cambio climático está afectando la producción agrícola, lo que podría conducir a una disminución de los rendimientos y a una mayor volatilidad de los precios de los alimentos. Aspectos no predecibles poco probables, pero factibles, implican a los conflictos y las crisis que pueden interrumpir la producción y el suministro de alimentos, lo que puede derivar, nuevamente, en su escasez.
Sin embargo, también hay factores que podrían ayudar a reducir el hambre mundial en el futuro, entre los que se incluyen los avances tecnológicos en pro de la productividad agrícola, como la mejora de las semillas y los métodos de riego. Los esfuerzos de
desarrollo para reducir la pobreza y la desigualdad podrían ayudar a mejorar el acceso a
los alimentos, junto con la cooperación internacional que podrían ayudar a desahogar los
problemas globales que contribuyen al hambre.
Una pregunta que siempre se hace en los foros sobre la situación futura de la producción de alimentos es sí será posible producir alimentos de manera más amigable con el ambiente y satisfacer la demanda mundial. Hay una serie de prácticas agropecuarias sostenibles que pueden ayudar a reducir el impacto ambiental de la producción de alimentos, al tiempo que se aumenta la producción.
La agricultura regenerativa es un enfoque de la agricultura que se centra en la restauración del suelo y la biodiversidad. Esto puede ayudar a reducir la erosión del suelo, mejorar la retención de agua y aumentar su fertilidad. Junto con sistemas de producción agrícolas que se basan en prácticas naturales, como el uso de fertilizantes orgánicos, la rotación de cultivos y la protección de los polinizadores, puede ayudar a proteger el medio ambiente, al tiempo que se reduce la dependencia de los combustibles fósiles.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la proporción de alimentos que se pueden producir en sistemas orgánicos a nivel mundial es de aproximadamente el 80%. Esto significa que, con las prácticas agrícolas adecuadas, es posible producir suficientes alimentos para satisfacer gran parte de la demanda mundial de una manera sostenible, considerando que el 100 % tiene un exceso
de alimentos que considera su desperdicio.
Sin embargo, la información no sirve si no llega a quienes la pueden emplear. Los agricultores la requieren para adoptar prácticas agrícolas sostenibles. Esta información puede ser difícil de encontrar y entender, especialmente para los agricultores pequeños y de subsistencia. No siempre tienen incentivos para adoptar prácticas agrícolas sostenibles.
Por ejemplo, los precios de los alimentos pueden no reflejar el costo ambiental de la producción. Las políticas gubernamentales pueden apoyar o dificultar la producción de alimentos de manera amigable con el ambiente. Por ejemplo, las políticas de subsidios pueden fomentar la producción de alimentos de manera convencional. Y además, hay que considerar el reto de romper los paradigmas de una agricultura que lleva décadas haciéndose con agroquímicos.
Por último, retomando el tema del hambre, es casi impensable para muchas personas la idea de la escasez de alimentos. Por el contrario, da la impresión de que ese es un problema del pasado, que ha sido sobrellevado por la humanidad y que, si sigue presente, es por casos muy aislados. Sin embargo, hay que tener la consideración climática- ambiental: no solo la población va a crecer, sino que cada vez parece que tendría que ser más apresurada la transición a técnicas de producción verde, las cuales siguen siendo ineficientes en comparación con la agricultura en masa. Hay alternativas muy buenas para la producción orgánica de alimentos que deben extrapolarse más allá de los huertitos, pero vienen con la información y el apoyo gubernamental. Se ve de nuevo uno de los grandes desafíos de la investigación, el que se aplique, y eso es tarea que corresponde a todas y todos: tanto del productor y del gobierno como de quien elige a este último.