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Las guerras de ayer y hoy (tiempo estimado de lectura: 5 minutos) “Siga siendo niño y en paz dormirá, sin guerras ni máquinas de calcular. Vuele bajo, porque abajo está la verdad”.Facundo Cabral Jorge Quiroz Casanovajorgequirozcasanova@gmail.comJorge Quiroz Valiente917 106 7165El 24 de febrero de 2022, Rusia lanzó una invasión militar a Ucrania, su vecino del […]
15 de octubre de 2023

Las guerras de ayer y hoy (tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

“Siga siendo niño y en paz dormirá, sin guerras ni máquinas de calcular. Vuele bajo, porque abajo está la verdad”.
Facundo Cabral

Jorge Quiroz Casanova
jorgequirozcasanova@gmail.com
Jorge Quiroz Valiente
917 106 7165
El 24 de febrero de 2022, Rusia lanzó una invasión militar a Ucrania, su vecino del oeste. Esta invasión, que se ha prolongado durante más de un año, ha tenido un impacto devastador en Ucrania y en la seguridad global.

Las causas de la invasión rusa a Ucrania son complejas y están interrelacionadas. Uno de los factores más importantes ha sido la expansión de la OTAN hacia el este, la cual Rusia ha interpretado como una amenaza para su seguridad. De cumplirse las aspiraciones ucranianas de unirse a la OTAN, la influencia rusa en Europa del Este se vería mermada.

Además, desde 2014, Rusia ha apoyado a los separatistas prorrusos en el este de Ucrania, lo que ha provocado un conflicto armado que ha dejado miles de muertos y el presidente ruso, Vladimir Putin, ha promovido un discurso nacionalista que enfatiza la importancia de la seguridad y la influencia rusas. De cajón, esta retórica ha contribuido al clima de hostilidad hacia Ucrania en Rusia.

Por otra parte, la semana pasada detonó el conflicto entre Israel y Hamás, que es uno de los más antiguos y complejos del mundo. Este conflicto, que se remonta al siglo XIX, ha causado la muerte de miles de personas y ha dejado a millones de personas desplazadas.

Los motivos que orillaron a Israel y a la organización de Hamás a entrar abiertamente en guerra son, al igual que la disputa en sí, muy diversos y polémicos. No obstante, sí que existe un motivo primordial de la confrontación. El sionismo, una ideología nacionalista
que promueve la legitimidad del Estado de Israel, y el nacionalismo palestino, que busca
la formación de un Estado palestino, han sido ideologías fuertemente chocantes. Una compromete los intereses, la seguridad y la identidad de su contraparte… o así se interpreta por cada gobierno.

Estos conflictos han traído muertes, tanto civiles como militares. También han provocado la destrucción de infraestructuras civiles, como hospitales, escuelas y viviendas. Millones de desplazados, tanto dentro de las zonas de conflicto como fuera de ella. Por supuesto, también han repercutido de manera negativa en la economía mundial. Y algo que es mucho peor, el alboroto ha agravado la tensión entre muchas otras regiones que, de no controlarse, puede permitir el escalamiento de estos conflictos bélicos.

A pesar de sus evidentes diferencias, ambos conflictos comparten algunas similitudes clave. En primer lugar, ambos conflictos se caracterizan por una asimetría de poder. Así como Rusia tiene un poderío militar mucho mayor que Ucrania, Israel se impone ante Hamás en su respectiva disputa. Esta dinámica dispar de poder ha dotado a la parte militarizada de cierta ventaja, lo que dificulta la resolución pacífica del conflicto. Tampoco ayuda que ambas situaciones muestran una falta de voluntad política para resolver el conflicto. Y un paralelismo interesante ha sido que las dos disputas han tenido un impacto negativo en la seguridad y la estabilidad regional.

De cualquier modo, no hay que perder de vista que son cosas muy distintas. Mientras que la guerra entre Ucrania y Rusia es una disputa internacional, la lucha entre Hamás e Israel es intraestatal. En cuanto a los pronósticos, sus posibles fechas de término también difieren ampliamente: la situación rusa-ucraniana apunta a ser mucho más breve que el asunto entre Israel y Hamás, que no es más que una proyección del histórico conflicto con Palestina. Y, por último, la diferencia más notoria es aquello detrás de cada guerra. La invasión rusa en Ucrania busca territorio e influencia geopolítica, mientras que la disputa entre Israel y Hamás tiene una naturaleza religiosa, política e ideológica.

Se habrá podido notar que se emitieron pocos juicios, si no es que ninguno, sobre ambas guerras. Son conflictos muy complicados, con sus antecedentes y capas de historia, por lo cual no es tan sencillo elegir a un “bueno” y a un “malo”. No solo no es sencillo, sino que es un despropósito. No es posible reprobar a alguien o a alguna nación. No obstante, sí se pueden criticar sus acciones. No cabe duda, las guerras no traen nada bueno a nadie, así como tampoco lo traen el terrorismo ni el sabotaje político. Es importante mantener la objetividad sobre qué están haciendo mal las partes beligerantes y para ello hay que mantenerse bien informados. Hay que cuidarse del sesgo, el amarillismo y el fervor de los medios de comunicación… decir algo con gritos no lo hace más cierto. Entre más convencidos estemos de algo, es probable que menos sepamos, por lo que siempre hay que buscar la opinión contraria.

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