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¿Por qué confiar… y por qué no? (tiempo estimado de lectura: 5 minutos) “ꟷPorque amar significa renunciar a la fuerza”.Milán Kundera Jorge Quiroz Casanovajorgequirozcasanova@gmail.comJorge Quiroz Valiente917 106 7165El dilema del prisionero es un juego didáctico que ilustra la dificultad de la cooperación entre dos personas que se encuentran en una situación de competencia. El juego […]
8 de octubre de 2023

¿Por qué confiar… y por qué no? (tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

“ꟷPorque amar significa renunciar a la fuerza”.
Milán Kundera

Jorge Quiroz Casanova
jorgequirozcasanova@gmail.com
Jorge Quiroz Valiente
917 106 7165
El dilema del prisionero es un juego didáctico que ilustra la dificultad de la cooperación entre dos personas que se encuentran en una situación de competencia. El juego fue desarrollado por los matemáticos Merrill M. Flood y Melvin Dresher en 1950, y se ha utilizado en diversos campos, como la economía, la política y la sociología.

El juego se desarrolla de la siguiente manera: dos prisioneros, A y B, son acusados de un crimen. Los prisioneros están encarcelados en celdas separadas y no pueden comunicarse entre sí. El fiscal les ofrece un trato: si ambos confiesan, serán condenados a cinco años de prisión. Si uno de los prisioneros confiesa y el otro no, el que confesó será liberado, mientras que el otro será condenado a diez años de prisión. Si ninguno de los prisioneros confiesan, ambos serán condenados a un año de prisión. La solución óptima para los dos prisioneros es no confesar, pues la represalia es la menor y la más equitativa. Sin embargo, la solución que resulta más ventajosa para cada prisionero individualmente es confesar, ya que en ese caso podría ser liberado o condenado a sólo cinco años de prisión, sin exponerse a pasar los diez años en caso de que el otro hable.

En la mayoría de los casos, los prisioneros terminan confesando, incluso si sabe que la colaboración sería la mejor solución para ambos. Termina ganando el incentivo por traicionar a la contraparte.

El dilema del prisionero tiene una serie de implicaciones para la cooperación. En primer lugar, el juego demuestra que la cooperación puede ser difícil de lograr, incluso cuando es en el mejor interés de todas las partes involucradas. En segundo lugar, el juego sugiere que la cooperación puede verse socavada por la desconfianza y la amenaza de la traición. Este juego puede ser utilizado para comprender la cooperación en una variedad de contextos. Por ejemplo, el juego puede ser utilizado para ilustrar la dificultad de la cooperación entre empresas que compiten por el mercado, o entre miembros de una asociación, donde los beneficios pueden ser para el grupo, aunque a veces se sacrifica el interés personal.

La confianza es un ingrediente esencial para las relaciones humanas. Es la creencia de que otra persona es digna de fe, que cumplirá sus promesas y que actuará de forma ética y moral. La confianza es importante en todas las facetas de la vida y en toda relación, sea personal o profesional. Al final de cuentas, nos permite ser vulnerables con los demás.

Contrario de lo que puede parecer, bajar la guardia es una estrategia muy efectiva de supervivencia: ahorra energía. Resulta paradójico, pero confiar en alguien libera tensión y aporta una sensación de seguridad o respaldo.

En las relaciones profesionales, la confianza es esencial para el éxito. De forma preliminar, en un grupo se crea disposición para intercambiar información, conocimiento y puntos de vista, todos pilares de la resolución efectiva de problemas. Algo todavía más importante, cuando confiamos en nuestros colegas, nos sentimos seguros de que harán su trabajo de forma competente y ética. De nuevo, la confianza es una manera de economizar el recurso, y en este contexto se traduce en delegar el trabajo. Es decir, se aprende a seccionar y repartir una labor, evitando el desgaste focalizado de ciertos miembros del equipo.

Se podrían seguir enumerando beneficios de la confianza. La importancia del dilema del prisionero, sin embargo, es mostrar que no es tan sencilla su ejecución. La confianza se vuelve una apuesta arriesgada. Puede o ser perfecta o traer consecuencias catastróficas para quien decide practicarla. Si bien se ha hablado de casos a pequeña escala, por supuesto que los dilemas de confianza se pueden extrapolar a situaciones de mayor trascendencia. Por ejemplo, la desmilitarización del mundo es una idea más que lógica, basta imaginarse a los países redestinando todos esos fondos a fines más fructíferos, como la cultura, la educación o la infraestructura. Ahora bien, ¿qué pasa si al menos una nación traiciona y conserva sus armas? Resta confiar en su buena fe (que mucha no ha de tener porque la raíz del problema fue una traición). Es exactamente el mismo problema que con los prisioneros: o nos va bien, o nos sigue yendo mal o desigualdad. En fin, la confianza requiere trabajo, pero es por un bien común, y no hay que confundirla con ingenuidad.

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