Nos vamos poniendo viejos (tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

“La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido”.
Gabriel García Márquez

Jorge Quiroz Casanova
jorgequirozcasanova@gmail.com
Jorge Quiroz Valiente
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El envejecimiento de la población es un fenómeno global que se está observando en todo el
mundo. En México, este fenómeno se ha venido acelerando en las últimas décadas; en el año 2000, la población mayor de 60 años representaba el 6% de la total del país. Sin embargo, para el año 2023, este porcentaje ha aumentado a 14%. Se estima que para el año 2050, el 25% de la población mexicana será mayor de 60 años.

Este fenómeno tiene una serie de implicaciones sociales, económicas y políticas que deben ser consideradas previo a cualquier decisión que competa a toda la ciudadanía.

Hay una serie de factores que están contribuyendo al envejecimiento de la población en México.

Destaca, sobre todo, la disminución constante de la fecundidad en las décadas más recientes. En el año 2000, la tasa de fecundidad era de 2.2 hijos por mujer. Sin embargo, para el año 2023, esta tasa ha descendido hasta 1.7 hijos.

De manera simultánea, y también abonando a este fenómeno, la esperanza de vida en México ha mostrado una tendencia al aumento. En el año 2000, la esperanza de vida era de 72 años. En cambio, para el año 2023 ha llegado a los 77 años. Junto a todo esto, es merecedora de mención la migración de jóvenes mexicanos a otros países como un motivo del envejecimiento de la población.

Tal y como se viene advirtiendo, la fluctuación de la estructura de edades en un país acarrea un manojo de consecuencias en varias de las esferas de su funcionamiento. A nivel social, por empezar con alguna, el envejecimiento poblacional plantea retos en materia de salud, educación, vivienda y cuidado de los adultos mayores, para los cuales será necesario impulsar la formación de personal capacitado y la infraestructura adecuada.

En lo relativo a la salud, el envejecimiento de la población se asocia con un aumento de las enfermedades crónicas, como las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes y el cáncer. Más pronto que tarde, esto se verá reflejado en una mayor demanda de servicios de salud para los adultos mayores.

En materia de educación, los adultos mayores que no han completado su educación básica o media superior necesitarán oportunidades para obtenerla y ser capacitados. Respecto a la vivienda, el envejecimiento plantea retos donde los diseños les sean asequibles y accesibles. Esto no es una novedad: los adultos mayores pueden tener dificultades para pagar una hipoteca o un alquiler, y pueden necesitar viviendas que estén adaptadas a sus necesidades.

Sobre el cuidado, un incremento en la proporción de personas de la tercera edad supone desafíos importantes, pues los adultos mayores que no tienen familiares cercanos o que no pueden cuidarse por sí mismos requieren cuidado en casa o en centros de atención.

A nivel político, el envejecimiento poblacional puede cambiar el equilibrio demográfico y electoral, potencialmente conduciendo a un aumento del voto de los adultos mayores. Esto representaría un movimiento en las políticas públicas, ya que los adultos mayores suelen tener diferentes prioridades que los adultos jóvenes.

Y una parte muy importante de todo esto son las implicaciones económicas. El envejecimiento de la población puede reducir la fuerza laboral debido a la proximidad de la jubilación de las personas mayores. Sobra mencionar que el sistema de pensiones que existe en México, los apoyos a los adultos mayores y el presupuesto para ello serán gradualmente más onerosos. Esto puede conducir a un aumento de los impuestos o a una subida de precios de las primas de seguros médicos.

Si bien fueron enumerados un sinfín de desafíos adjuntos al envejecimiento de la población, no deja de ser este un proceso natural y ya estudiado de un país en desarrollo.

Sin tener en cuenta casos específicos, como guerras y migraciones masivas, no hay que olvidar de dónde surge este envejecimiento generalizado: del aumento en la esperanza de vida y de la disminución de nacimientos. Es decir, no es necesariamente una mala señal este movimiento en la pirámide poblacional. Ahora bien, cualquier período de transición trae consigo inestabilidad y necesidad de cambios, y posiblemente eso ocurra con este caso.

Es y será cada vez más relevante que el gobierno mexicano adopte medidas para abordar los retos que plantea el envejecimiento de la población. Ahora contamos con la ventaja de la información de otros países, como los europeos, que han experimentado con antelación este mismo fenómeno. Es un problema que requerirá suficiente preparación por parte de las autoridades, y ya anuncia la sabiduría popular de las y los mayores que preferible es prevenir a remediar.