Vida y obra del político, escritor y poeta, Don Manuel Rosado González
Político, escritor y poeta 11 de septiembre 1899-29 de septiembre 1983 Especial Rumbo Nuevo Doña Isabel Rullán de Izundegui, en el prólogo de uno de los más de 13 libros y folletos que escribió a lo largo de su vida denominado LOS VIAJES DE UN TROTAMUNDO (1978) lo describe de la siguiente manera: …“Manuel Rosado […]
29 de septiembre de 2012

Político, escritor y poeta
11 de septiembre 1899-29 de septiembre 1983

Especial
Rumbo Nuevo
Doña Isabel Rullán de Izundegui, en el prólogo de uno de los más de 13 libros y folletos que escribió a lo largo de su vida denominado LOS VIAJES DE UN TROTAMUNDO (1978) lo describe de la siguiente manera: …“Manuel Rosado nació en Teapa el 11 de septiembre de 1899 en la calle Manuel Buelta número 18, tiene un rancho que se llama “PLATANÓPOLIS”.
Incasable viajero y gran observador, escribe libros sobre sus experiencias de viajes donde relata todo lo que ve y observa durante ellos.
Fue presidente municipal de Teapa y fundó una biblioteca estilo griego, frente al parque, mandó a construir un arco a la entrada de la ciudad, donde decía “Bienvenidos los que me visitan” y una columna con un libro abierto donde se leía la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, Monumento dedicado a Bernal Díaz del Castillo.
Siempre se ha estado preocupando por la cultura de su pueblo y es un luchador incansable contra el vicio, principalmente el alcoholismo lleva trece libros escritos y ¿quién no conoce su figura de hombre simpático, recargado de espaldas, blanco y sonrosado como un niño, que va vendiendo libros que lleva en un maletín?
Hombre de mérito, sencillo y sin rebuscamientos escribe como le salen los mil recuerdos que a través de su vida ha ido acumulando, o los interesantes relatos de sus viajes.
Siempre pensando en su Teapa, siempre luchando por que se conozca su historia; siempre con el afán de crear cultura, es un hombre espléndidamente bien intencionado que ojalá tuviera muchos imitadores, porque con la cultura se eleva el nivel de vida de los pueblos en todos los aspectos. Dijo Moncho Mendoza: “Es merecedora de encomio la obra de Manuel; sobre todo, desarrollar este grato esfuerzo en honor de Tabasco, donde tanta falta hace fomentar el hábito de la lectura; aquí, donde los libros de temas regionales son tan escasos y los que se ponen a la venta se distribuyen con una lentitud pasmosa.
Por eso a los hombres como Manuel Rosado hay que estimularlos comprando sus libros y leyéndolos, pues son girones de nuestro diario vivir de tabasqueños y es bueno enterarse de las cosas que de otra forma ignorarían.
¡Ojalá y Manuel siga escribiendo; que Dios lo guarde muchos! Pues a pesar de su edad en vez de estar molestando tiene una mente lúcida y grandes deseos de trabajar, sigue en su tenaz lucha por elevar el nivel cultural de su terruño. Algún día no lejano, Teapa reconocerá los méritos de éste su apasionado hijo, que todo lo sobrepone a su amor por ella. Si en todos los municipios hubiese un hombre como Manuel Rosado González, ¡Cuantas cosas históricas y curiosas sabríamos!, dispondríamos de libros para hacer una larga y minuciosa historia de Tabasco…”
Qué manera tan espléndida de la señora Isabel Rullán de Izundegui, de describir a un hombre que amó profundamente a su pueblo, a su historia y le entregó años enteros de su vida a la investigación histórica, geográfica y poética, pues gracias a él Teapa cuenta con el libro denominado Poetas de Teapa en alusión directa a don Carlos Ramos y que contiene un vasto poemario de Marcos A. Becerra, de Alberto Correa, de Joaquín Pedrero Córdova, de Lorenzo Casanova, de Ramón F. Cornelio, de don Loire F. Sala, de Marcos A. Jiménez Callejas, de José María Bastar Saso, de Manuel Rosado González, del Lic. Bernardo del Águila, del Lic. Leandro J. Duque de Estrada, de Saúl Wade Tellaheche, de la Profesora Dolores Correa Zapata, de Pedro A. González, de Tilo Ledesma, de Noé de la Flor Casanova, de Bernardo Calzada, entre otros.
Cinco años más tarde, después de tan espléndido prólogo escrito por la señora Rullán de Izundegui, fallece el día 29 de septiembre de 1983, don Manuel Rosado González.
Siendo niño tuve la oportunidad de conocer a don Manuel Rosado González, pues fue compadre de mis papás y llegaba muy seguido a casa a platicar de sus viajes, sus anécdotas, sus pesares, su preocupación por sus hijos Manuel y Licho, afectados ambos por enfermedades de los nervios; entre su casa y la nuestra no habían más de 80 ó 90 metros; siendo siempre recibido en casa con un profundo cariño. Otras veces le pedía a mi padre lo llevase a la Ciudad de Villahermosa al periódico Rumbo Nuevo, a entregar sus colaboraciones que durante años tuvo con ese prestigiado diario, otras veces le pedía a mi papá, pues don Manuel dejó de manejar por su edad, que lo acompañara a entregar la copra que sacaba de su rancho al negocio del señor Duglas Jiménez Gómez. En otras ocasiones se quejaba de lo difícil que era el progreso en las fincas. Recuerdo también verlo sembrar las plantas de coco que todavía hoy existen tres o cuatro en el malecón frente a la Avenida Carlos Ramos, siembra de la cual siempre estuvo orgulloso, pues nadie ni ciudadanos ni autoridades se preocuparon por dotar al malecón de sus cocoteros. Fue un hombre recto del cual existe constancia de su entrega, su pasión y su dedicación por la historia y la cultura.
Pero demos paso al PREFACIO del libro que contiene la autobiografía de Manuel Rosado González, Titulado “MEMORIAS DE UN RANCHERO”, quien describe su vida, sus raíces, su historia de la siguiente manera: “…
…A mis amables lectores, mis hijos y familiares: En la vida del hombre, nada es más interesante que dar a conocer su propia autobiografía. La mía se intitula, “Memorias de un Ranchero”, porque aunque yo nací en la ciudad de Teapa, mi niñez, mi juventud y la formación de mi hogar fueron en el rancho; primero en la finca San Ildefonso de mi padre, y después casado en Platanópolis, fracción de veintiuna hectáreas que me dio mi padre en pago de mi haber materno, rancho que bauticé con ese nombre, porque producía mucho y muy buen plátano.
Rosado Alonso.- Célebre conquistador y poblador de Yucatán, hijo de Andrés Rosado y María Álvarez, nació en el año de 1520, fue autor de la relación de los pueblos de Dzan, Panab-chén y Muna. Pueblos de los que fue encomenderos en 1581.
El jueves 11 de junio de 1541, frente al cerro artificial Thóo convertido en fortaleza por los conquistadores españoles, se presentó el cacique Maya Nachi-Cocón con un ejército de mil indios, de aspecto fiero y salvaje dispuesto a tomar el cerro y expulsar a los extranjeros invasores de su patria, los escasos doscientos españoles mandados por los capitanes Francisco de Montejo (hijo) y Alonso Rosado, que tan señalados triunfos prestara en la conquista de Yucatán, derrotando el último a los mayas en Tixpéual un año antes.
Alonso Rosado, el valiente conquistador hispano que tan notoriamente menciona el ilustre historiador Lic. Eligio Ancona, en su libro “La Cruz y la España” es el fundador de toda la numerosa familia Rosado en todo el sureste, entre los que se encuentra el autor de esta autobiografía y el Lic. Felipe López Rosado, que posee el escudo de armas “de Rosado” otorgado por Carlos V Rey de España.

El licenciado Manuel Rosado Palomo
Por el año de 1852, dos eminentes tabasqueños ingresaron al Seminario Conciliar de San Ildefonso en Mérida, Yucatán, para iniciar sus estudios secundarios y profesionales. Estos fueron, un hijo de Cunduacán, Manuel Sánchez Mármol y el segundo de Teapa, Mariano Pedrero. Por la misma época ingresó también al mismo colegio un joven yucateco nacido el Mérida llamado Manuel Rosado Palomo, hijo del Hacendado henequero don Blas Rosado y doña Matilde Palomo.
El joven Manuel Rosado Palomo, se tituló de abogado en el Tribunal Superior de Justicia de Mérida, el 23 de enero de 1860. Ya titulado, influenciado por sus ideas liberales, y la amistad que lo ligaban con los mencionados tabasqueños lo hizo venir a Tabasco para combatir al imperio y a la intervención francesa capitaneado por Eduardo González Arévalo, que se había apoderado de Tabasco, expulsados estos el 27 de febrero de 1874, ocupando el Lic. Rosado, los puestos de Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Tabasco, Secretario del Juzgado de Distrito, Titular del mismo Juzgado y Director de Educación Pública.
El Lic. Manuel Rosado Palomo, sirvió como Secretario al entonces Tte. Crl. Andrés C. Sosa, colaborando con él en la aciaga época de motines y sublevamientos con los cambios políticos locales a raíz del triunfo del porfirismo en Tabasco, habiendo sido envenenado por equivocación en un banquete que le fue dado al Gral. Encarnación Sibajas, para matarlo, terminando así la vida de éste joven e ilustre liberal yucateco, cuando contaba con 30 años de edad, dejando en Teapa a su joven esposa, la señora Carmita Díaz Sozaya de Rosado y a su hijo Regulo de tres años viviendo en una casita, en las cuatro esquinas, entronque de las calles Manuel Buelta y José Víctor Jiménez en donde pasando trabajos y tristezas logró criar y educar a Regulo Rosado Díaz. El Lic. Rosado Palomo fue el tronco de la familia Rosado González y Rosado Díaz en Teapa.

Don Regulo Rosado Díaz
Nació mi padre don Regulo Rosado Díaz, el 23 de enero de 1874, tuvo la mala suerte de quedar huérfano a la edad de tres años. Mi padre hizo sus estudios primarios con don Pepe Conde y su primaria superior en el Colegio del Ilustre Párroco Nicanor Hernández, quien radicaba en Tecomajiaca; después pasó a estudiar Contabilidad con el Maestro Español Antonio Mojica. Más tarde ingresó como dependiente de la casa comercial del rico y aristócrata agricultor don Víctor Fernández, propietario de la finca “El Azufre”. Don Víctor, educado en Francia, de trato agradable es a quien Teapa le debe el artístico frente de nuestra Parroquia. En esa casa comercial ganando cinco pesos mensuales logró ahorrar ciento cincuenta pesos y abrió un pequeño comercio el que después vendió con todo y casa en seiscientos cincuenta pesos a don Eugenio Sánchez trasladándose con su madre a San Juan Bautista en donde compró otro comercio a los hermanos Ramón y Miguel Casanova en los portales del barranco, hoy calle de Madero. Trabajando allí contrajo nupcias con la señorita Amada González Medina de Teapa, hija de don Pedro González Flores y de doña Isabel Medina de González; allí nació un hijo al que pusieron por nombre Manuel el que falleció en San Juan Bautista el año de 1898, golpe moral que obligó a mi padre a vender el comercio y comprar la finca San Ildefonso a don Plutarco Alfaro.
Radicado en la citada finca nació su segundo hijo a quien pusieron por nombre Pedro Manuel en la calle Manuel Bueltas el 11 de septiembre de 1899. El 20 de noviembre del mismo año me bautizaron, fueron mis padrinos el doctor Nicandro L. Melo y la señorita Ángela González Flores. Más tarde y en el transcurso de los años nacieron María Victoria, Leticia Guillermina y María del Carmen.
Pedro Manuel contrajo nupcias el 12 de febrero de 1930 con la señorita Laura Brito Solís, de Cantamayet, Yucatán de dicho enlace nacieron ocho hijos: Servio Tulio, Amada Guillermina, Regulo, Manuel Sebastián, Edison, Melva María, Alma del Carmen y Rodulfo.
El 31 de diciembre de 1905 a las ocho de la noche falleció mi madre en Teapa y mi padre se casó con su prima Gracia Díaz Ruíz oriunda de Frontera y de cuyo matrimonio hubo la siguiente descendencia: Regulo, Gracia, Rubelio, Carlos, Iris, Ofelia y Pedro.
Radicado mi padre en la Finca San Ildefonso compró otra denominada Perera la que más tarde vendió al doctor Alejandro Luque; más tarde compró otra “Poposa”, la que perdió por no poderla pagar causando serios trastornos. Mi padre fue siempre agricultor, trabajador progresista y amante del estudio. Fundó la primera Unión de Productores de Plátanos Tabasco en las que fue muchas veces presidente, secretario y tesorero. Fue de los primeros que introdujo para las márgenes del Río Teapa la semilla de plátano Roatán para cuyo transporte mandó construir las canoas de láminas de hierro “La Guillermina y la Chela” falleció el 28 de enero de 1952.

Pedro Manuel Rosado González
Mi Niñez
De los primeros años de mi infancia en la finca San Ildefonso, recuerdo aún como un sueño que, al celebrase una fiesta el 23 de enero de 1903, un cohete penetró al corredor y estalló en uno de mis pómulos, motivo por el cual se suspendió la fiesta bajándome a continuación en un cayuco a San Juan Bautista donde me curó mi padrino el doctor Nicandro L. Melo. A esa edad me es imposible olvidar los temblores que sacudían la tierra y la lluvia constante de ceniza que cubrían a tejados, campos y plantaciones de cacao procedentes del volcán de Santa María de Guatemala.
Mi primer maestro en la mencionada finca fue don Pepito Conde quien fue maestro de mi madre. Mi segunda maestra fue la tía Anita Calzada de González, esposa de mi tío Pepe González. De esta maestra es poco lo narrable dado que era sumamente severa en sus castigos. Uno de esos días por haberle derramado tres centavos de petróleo me hincé media hora sobre grano de maíz. Un colegio inolvidable fue el de la monja Dolores Villicaña, ubicado en la casa del señor Alfredo Rodríguez frente al parque Hidalgo, ésta monja tenía como programa de estudios el catecismo del Padre Ripalda y la cartilla de San Miguel. Nos obligaba a rezar al entrar y al salir de la clase; contribuíamos con cinco centavos todos los viernes para el aceite de la veladora del Sagrado Corazón de Jesús. En este colegio fue donde aprendí a leer y a escribir.
Mi segundo colegio fue con el del profesor Exequias Tabuada, en la calle de Eduardo de Cárdenas en la misma población de Teapa, en la casa hoy de la señora Diana Córdova Viuda de Balboa. El profesor Tabuada era originario de Cuba y llegó a Teapa como Director de la Escuela Pública, el anterior lo era el profesor Alfonso Caparroso. Tuve como condiscípulos a los siguientes estudiantes: Demófilo y Octavio González Calzada, Abesalio, América, Demóstenes y Arabey Landero, Nicolás, Angelita y Estercita Padilla, Ramiro Beltrán, Nicanor, Nieves, Alejandro y Horacio Brindis, Romeo, Inecita y Elmira Padrón, Daniel Gamas, Ramón y José Pérez Bastar.
Estudié con el profesor Juan María Lievanos y el segundo años de primaria con el Profesor Francisco Calcáneo. Fueron profesores de esa casa de estudios los inolvidables maestros Ramón Balcázar, Francisco Calcáneo, Marcelino González, Evaristo Palavicini y Juan María Lievanos.
El 23 de enero de 1908 San Ildefonso (la finca) está de fiesta celebra el santo patrón de la finca y el cumpleaños de mi padre, los invitados son los propios peones de la finca, los familiares del amo y los vecinos de la ranchería. En el oratorio se encuentra el altar artísticamente adornado con ramas de coshiguo y flores. Hay muchos santos pero resalta entre ellos un cuadro al óleo tamaño natural del señor San Ildefonso, obra del inolvidable pintor, escultor y maestro don Medardo Borjas. El salón esta todo iluminado por los grandes cirios, en el comedor y en la mesa hay muchas bandejas con turuletes y tortilla de manteca. En la cocina borbotenea en el fuego grandes peroles con exquisitos tamales. Las criadas vestidas con camisas bordadas y amplias enaguas de floreado percal, corren de un lado a otro preparando todo para la fiesta que ya va comenzar.
El rezador rivereño, Octaviano Rubio hace los papeles de sacerdote sentado en un butaque amplio forrado con piel de res; lee sus rosarios en un viejo cuaderno y al cantar es acompañado por los músicos; todo es devoción religiosa de esa ceremonia donde los amos y mozos dan gracias a Dios y a San Ildefonso por conservarles la salud y la vida. La finca está alegre de Teapa han llegado muchos invitados, los músicos son Pedro Sosaya y don Federico Urbina. Terminado el rosario principia en los corredores el baile, las mujeres se acomodan en improvisadas y largar bancas, los mozos resaltan por sus camisetas de manta y pantalón impecable, con huaraches y pañuelos al cuello, así esperan en pie el primer zapateado. El tío Pedro y don Federico con Carmen Gurría y Rufino Rubio rompen el silencio con sus instrumentos ejecutando el pirih, la paloma, el tigre, no faltando el torito. Los bailadores con pañuelo al cuello invitan a las mujeres; suenan los huaraches en el piso y es de ver como llevan el ritmo frenético al compás de violines, guitarras y cornetines. Ese día es de descanso, las labores principian dos días después, esta fue la vida en la finca porfirianas hasta el mes de septiembre que fueron libertados los trabajadores del campo por la revolución carrancista; en Teapa a la llegada del Coronel Pablo Gamas de las fuerzas del General Luis Felipe Domínguez.

Dos Años en el Instituto Hispano Tabasqueño
Sentado en el plan de un cayuco hecho del árbol de caracolillo, debajo de un toldo de lona, salimos de San Ildefonso una madrugada del mes de agosto del año de 1910 para San Juan Bautista. Mi padre me llevaba a inscribirme al Instituto Hispano Tabasqueño para continuar mis estudios de primaria, a las dos de la madrugada el cayuco se desprendió del barranco para deslizarse mansamente por las aguas de Río Teapa, me dormí hasta el amanecer, hora en que mi padre me despertó para mostrarme la boca o desembocadura del Río “Puyacatengo” y Santa Rosa del tío Lencho Gurría, cerca de la boca del Río Tacotalpa mi papá destapó la puscahua que contenía el almuerzo dándome una pierna de gallina frita, a las tres de la tarde llegamos a pueblo nuevo o pueblo viejo pues desde entonces lo conocí viejo, en donde los mozos aseguraron el cayuco para echarse un trago en la tienda de don Blas Limonchi; más tarde continuamos río abajo y al caer la tarde pasábamos por el Ingenio Azucarero “El Censo”, después Torno Largo y finalmente llegar a San Juan Bautista a las ocho de la noche; allí el cayuco atracó en el paso de Berreteaga a donde nos dirigimos al “Gran Hotel” propiedad del Teapaneco don Pánfilo González Maldonado.
Que grato fue para mí pasar por los portales del barranco, entonces calle de Grijalva avenida hoy de Pino Suárez, por la casa Ripol almacén de lujo, la casa Juan Ferrer con sus portales y el olor a cuero curtido con mangle, el hotel Grijalva del Viejo León y sus camas a tostón, los hermanos Carrillo con su barbería en donde se arreglaba mi padre, el maestro León con su sastrería a la moda, el Hotel Zaragoza. Al llegar a la puerta del Gran Hotel espléndidamente iluminado (salieron al encuentro de mi padre el doctor Nicandro L. Melo, su compadre el Lic. Duque de Estrada, don Pánfilo González y su hermano José María que ostentaba una hermosa barba negra idéntica a la de don Roberto Moret, don Fernando Mijares y don Lorenzo Gurría) la barba elegante era entonces adorno personal y causa de respeto. Todos ellos como compañeros de infancia lo abrazaron y felicitaron por la decisión de llevarme al colegio. Aún recuerdo las alentadoras frases de mi padrino el doctor Melo (Q.E.D.)… haces muy bien Regulo la mejor herencia que se le puede dejar a un hijo es una buena educación.
Al siguiente día y después de una buena cena, mi padre tocó a las puertas de una casa pintada de verde, de dos pisos que ostentaba el nombre “Instituto Hispano Tabasqueño” salió a recibirnos el profesor José Gurdiel Fernández quien me obsequió unos dulces y me dio a conocer las delicias del internado, como no sabía que era eso, de momento acepté todo aquello con gusto; más cuando mi padre se marchó quedándome solo en aquel enorme caserón en donde todo era silencio dado que los internos estaban de vacaciones, entonces sí sentí lo que es tristeza y lloré abrazado de mi cabecera; llamé a papá porque madre no tenía.
Unos días después se presentaban las fiestas del Centenario donde tuve la oportunidad de contemplar el ejercicio de tiro por los soldados del General Andrés C. Sosa C., al día siguiente la inauguración del parque de la paz en donde don Manuel Merino declamó una bonita poesía y allí vi pasar al General y Gobernador Bandala con su traje de gala, al Lic. José Ventura Calderón vestido de gala militar dado que había combatido a los franceses en México.
En 1911 Gurdiel y Caparroso, se disgustaron por encuentros políticos que nacieron al calor de la campaña electoral para gobernador de Tabasco por el Doctor Mestre Chigliaza y del Lic. Lorenzo Casanova, de Teapa. Gurdiel enemigo político del Doctor Mestre se sublevó a favor de Pascual Orozco en Balancán y fue asesinado. El Profesor Alfonso Caparroso de ideas revolucionarias y magnífico orador vivía en el mismo colegio con su esposa doña Carmita Valencia de Caparroso y sus hijos Carmita, Santiago y Amado.

El Instituto de Teapa
El 30 de julio de 1912 después de haber terminado los años tercero y cuarto de primaria en el Instituto Hispano Tabasqueño bajo la dirección de los Profesores Gurdiel Fernández y Caparroso fui a pasar los dos meses de mis vacaciones a la finca de San Ildefonso. Y el 17 de septiembre de ese mismo año me inscribí como alumno del quinto año en el Instituto de Teapa, colegio de primaria superior dirigido por el Profesor Normalista José Ochoa Lobato, con la cooperación económica de los padres de familia Manuel Beltrán Wade, Abelino Brindis, Regulo Rosado, Doctor Alejandro Luque, Julio y Feliciano Padrón, Doctor José María Rosas, Margarito Landero y Eugenio Quintero.
Fueron alumnos de este colegio los siguientes: Adelor D. Sala, Gustavo Esquivel, Ramiro Beltrán Bastar, Welio Domínguez, José López Casanova, Héctor L. Prats, Obelio P. Sala, Romeo Padrón, Alfredo Rojas, Rubén y Dolirian Quintero, Pablo y Gustavo Prats, Carlos y Manuel Roca, Rogelio Sala y como compañeras Alicia y Berta Rosas, Norita Quintero, Conchita Herrera, Inés Padrón, María Fidelia Luque, Estela Alvarado, Josefina Beltrán, Lucerito y Carolina Calzada y Etelvina Padrón entre otras.
En el año de 1913 fue de grandes acontecimientos políticos para Teapa y para el colegio dado que llegó hasta nosotros la noticia del cuartelazo de los generales Félix Díaz, Bernardo Reyes y Manuel Mondragón; que trajeron como consecuencia la traición del Gral. Huerta y el horrendo asesinato hecho por éste con don Francisco I. Madero y don José María Pino Suárez. Acto continuo se inició en Teapa el movimiento de tropas federales al iniciarse la revolución Carrancista de la Chontalpa, y en 1914 en abril el bombardeo y toma del Puerto de Veracruz por los americanos, agresión que despertó gran patriotismo entre los alumnos más grandes formándose un cuerpo de voluntarios con la cooperación de don Andrés Quintero Carrillo y la juventud de Teapa unidos a los alumnos del colegio que recibían instrucción militar.
El ocho de septiembre salí de San Juan Bautista en compañía de Ramiro Beltrán embarcándonos en el motor “El Señorito” perteneciente al Lic. Leandro Duque de Estrada; por haber entrado los Carrancistas a San Juan Bautista tuvimos que regresarnos iniciando en octubre un nuevo viaje.

Dos años en el Instituto Juárez
El 5 de octubre de 1914 arribé a San Juan Bautista en la canoa “La Chela” desde San Ildefonso para ingresar al Instituto Juárez alojándome como pupilo en la casa residencia de mi tía Agustina Santiago de Marshal ubicada en la calle de Ocampo número uno, en donde encontré al piloto don Andrés Calcáneo que acababa de llegar en un motor especial para salvar la vida a su hijo el Lic. Andrés Calcáneo Díaz, dada que su vida estaba en peligro por el triunfo de los Carrancistas y su entrada a San Juan Bautista con el pleno rencor revolucionario. Esa misma noche, sentados en el comedor y con las puertas cerradas estando presente la tía Agustina y su esposo, escuché el siguiente diálogo: mira Andrecito, -le manifestó su padre- vine especialmente a buscarte, tengo el motor con el tanque cargado de gasolina en el paso del Maculís. Hoy mismo a media noche saldremos y mañana ya estarás sano y salvo en Ciudad del Carmen donde no correrá peligro tu vida. Fíjate que ya todos los Huertistas se huyeron y otros presos. Solo faltas tú sobre quien recaen las acusaciones de haber traicionado a los revolucionarios de la Chontalpa. No papá.- le contestó el Lic. Calcáneo- yo no me voy porque tengo la satisfacción de no haberle hecho mal a éste gente, ya Toño Hernández Ferrer que está con los revolucionarios me ofreció presentarme y que me darán garantías. No seas ignorante Andrecito – le contestó el padre – aunque tú tengas esa satisfacción, no te la tomarán en cuenta. Vamos Andrecito te lo pido por favor…Es tu padre el que viene a salvarte de la furia de esta gente ávidos de venganza… No papá, yo me quedo. El pobre viejo Capitán y bien padre se quedó allí con la esperanza de salvar a su hijo. El 8 de octubre de 1914 el Lic. Calcáneo se presentó a la comandancia militar voluntariamente fue detenido y al siguiente día conducido al cementerio para ser fusilado este acto tuve la oportunidad de presenciarlo. El Lic. Calcáneo antes de que fuese fusilado pidió escribirle una carta a su padre carta que escribió con toda serenidad sobre una tumba y redactada en la forma siguiente:
Papá: muero tranquilo porque no creo haber obrado nunca con maldad en mis actos como hombre público. Hay que conformase con la suerte de cada quien. A mí me tocó la de pagar por las infamias de otros más hábiles, (porque en realidad eran culpables) se escaparon a tiempo. Yo me presenté voluntariamente. Cuida a mi madre a quién tal vez mate el pesar que mi suerte le cause. Besos a mis hijos quienes tendrán la desgracia de perder a su padre en sus tiernos años. Mi último pensamiento es para Eva que ha pasado por tan duras pruebas. Recoge mis libros y guárdalos como un recuerdo de tu hijo que al morir te manda el alma. Andrés.

No obstante los fusilamientos que se efectuaban día con día en aquella era del terror del Carrancismo triunfante, el Instituto siguió su marcha. Solo llegábamos a clase ciento veinte alumnos de los distintos cursos. Era director del plantel el Lic. Francisco J. Santamaría y secretario el alumno de quinto año Pedro Casanova quien más tarde fue gobernador interino del Estado. Como condiscípulos que compartieron conmigo los estudios, recuerdo a Miguel y a Angel Armengol Gurría, Hermilo Granados, Gustavo y Carlos Rovirosa, Miguel Calzada, Manuel Everardo Cantoral, José Ornaileta, Ramíro Beltrán, Gregorio Bastar, Jesús Dueñas, Joaquín Peralta, Juan Camacho, Francisco Trujillo Gurría, Octavio González, Manuel Corso y como condiscípulas A. Eneyna Ruiz Brito, Alba Villar, Manuela Josefa Padrón y Esperanza Barrientos. Me salí del Instituto porque mi padre ya no podía sostenerme y me pidió ayudarlo en las faenas del campo, renunciando definitivamente al colegio.
En el año de 1916 y ya a lado de mi padre compramos un motorcito que usábamos para remolcar la canoa “La Chela” y transportar carga y pasaje entre Teapa y Villahermosa, labor que más tarde abandonamos por la competencia que nos hiciera don Celso Sala con su motor Santa Annita que era nuevo y de mayor potencia. A raíz de haber bajado la producción de cacao, el precio del hule y suspensión de los embarques de plátano en los Estados Unidos y a consecuencia de la guerra Europea, nos vimos obligados a cultivar la caña de azúcar para la fabricación de aguardiente, labor que abandonamos por los frecuentes asaltos de los rebeldes de Ramón y Fidel Ramos.
Esta época de mi juventud fue la más pobre y triste de 1919 a 1920 carecíamos de diversiones, solo y de cuando en cuando efectuábamos nuestros bailecitos en la casa de don Salomón Quintero, donde su esposa Cholita Pérez de Quintero tocaba el piano sin que nos costara un solo centavo. En la finca fuimos víctima de los asaltos continuos por los soldados rebeldes. Por esto la familia tuvo que trasladarse a Teapa iniciándose desde entonces mi desventurada vida siempre amenazada. En esa época no se hablaba más que de la revolución, los jóvenes nos reuníamos en el parque para platicar y hablar de levantamientos o de irse a la revolución que era el aliciente. Otra de mis distracciones entonces fue ir de cacería con Romeo Padrón mi vecino, que tenía muy buenos perros y no se le iba un venado al salto. Otras veces organizamos grandes pescas en el “Arroyo Sane”. Hubo una época de mi juventud que me dedicaba a cazar con perros o con linternas de carburo, sacando dinero de allí para mi paseo los domingos a Teapa.
De 1920 a 1923 tuvimos tres años de transitoria paz pues el 6 de diciembre de 1923, estando yo de paseo en México y Veracruz estalló la rebelión de la Huertista, en la que se vio Teapa envuelta en grandes acontecimientos armados, sublevándose en contra de Obregón y a favor de la Huerta don Pedro Calzada y Rubén Quintero, los que formando parte de las fuerzas del General Alberto Pineda sostuvieron sangrientos combates en el Estado de Chiapas en donde fueron fusilados muchos hijos de este pueblo entre ellos Ramiro Beltrán, Gerónimo, Pedro y Policarpo Bastar, José María Rosas, Jacobo Sala que se mató con su propio cuchillo y otros más hasta sumar diecisiete. En abril de 1924 sofocada la rebelión por Obregón renace de nuevo la paz y se inicia los embarques de plátano Roatán (llamado Tabasco).
De mi juventud entre los veinte a los veinticinco años tuve la oportunidad de convivir con los músicos los hermanos Rufino y Amado Rubio, don Telésforo Asmitia, Cleofas Rodríguez y Felipe Pérez Castro, con mis amigos Andrés Medina Pardo, Víctor Manuel Alfaro, Rubén Quintero, Guillermo Salazar, Maximiliano Méndez, Gustavo Prats, Roberto Conde, Neftalí Quintero, Pepe Tejeda y Jorge Calzada y las señoritas Carmila, Eva, María y Eneyda Salazar, Guillermina Aglae Casanova, Cholita Prats Sala, Inés Sala, Gloria Prats, Conchita Alfaro, Nila y Esperanza Medina, Josefina Reséndez, Esperanza y Teresita Brindis, Isabel Balboa, Yolanda y Rosario Ramos, Juan Reséndez, Hortensia y Ena Casanova.
Transcurrió el tiempo hasta el 12 de febrero de 1930 que me uní en matrimonio en la finca Santa Anita con la señorita Laura Brito Solís radicándome en San Ildefonso en donde levanté mi casa a base de sacrificios. Allí nacieron mis ocho hijos a excepción de Regulo que nació en Villahermosa. Treinta años viví en ese lugar a lado de mi compañera la que definitivamente en el año de 1967 por cruel enfermedad me abandona para siempre. Por esto más tarde me radiqué en Teapa en la calle Carlos Ramos número ciento uno.
Durante la época en que fue Gobernador del Estado Francisco J. Santamaría y con la decidida colaboración de su esposa, Chabelita Calzada tuve la suerte de salir electo como Presidente Municipal de Teapa. Con la ayuda desinteresada del Lic. Santamaría y la del Lic. Agustín López, logré petrolizar doce calles, instalé una planta para energía eléctrica; además construí cinco escuelas, una biblioteca pública, un parque infantil, una cancha de basket ball, un arco de saludo, tres monumentos, lavaderos públicos y sostuve el periódico “Teapa” durante cuatro años para ser por medio de él labor cultural.
Al terminar mi periodo municipal un año después fui nombrado inspector de administración, puesto que dejé para trasladarme a México en donde estuve un año, retornando a Platanópolis en unión de mi familia…”.
Manuel Rosado González, desarrolló a lo largo de su vida un importante legado intelectual y cultural tanto para Teapa como para el estado de Tabasco, escribiendo e imprimiendo muchas veces con recursos propios sus diversos trabajos dentro de los cuales señalamos los siguientes:

•En 1949 desarrolla su libro “De Platanero a Turista”.
•En 1949 “¡Oh Teapa Hermoso!, “Marcha para Canto y Piano”, música de Cecilio Cupido y letra de Manuel Rosado González.
•En 1950 “Cuentos Regionales Tabasqueños” y Diversos Artículos.
•En 1962 “Historia y Geografía de Teapa”.
•En 1964 “Un Viaje al Mundo de los Muertos”.
•En 1969 “Poetas de Teapa”.
•En 1969 “Por los Caminos de Cristo”.
•En 1970 “Memorias de un Ranchero”.
•En 1971 “Tacotalpa, Tierra de Historia y Leyenda”, Coronel Lino Merino.
•En 1976 “Origen Histórico de la Familia Rovirosa en Tabasco”.
•En 1976 “Bernal Díaz del Castillo Soldado y Escritor”.
•En 1976 “Alto ahí ¡quien vive!” Episodios de la Revolución Mexicana en el Sureste.
•En 1978 “Los Viajes de un Trotamundo”.
•Otros, “Mi Ideario”. Pensamientos, “Porque Maté a mi Padre”, “Drama Antialcohólico”, “El Alcoholismo”, folleto agotado. “La Parroquia de mi Pueblo”, folleto agotado.

Sería abusar del lector hacer una reseña de todos los libros y folletos editados por don Manuel Rosado González, quien sin duda alguna hoy en día ocupa un lugar muy especial en la historia de este municipio y en la historia de Tabasco, hombre que consagrado su vida a la investigación histórica, a escribir y a viajar por el mundo lo que le dio oportunidad siempre de traer nuevas ideas y proyectos para su municipio. En la época en que fue presidente municipal llevó a cabo la petrolización de muchas calles de Teapa las cuales ofreció cuando tomó posesión en el año de 1947, adquiriendo en esa época un camión usado, pues el presupuesto en los municipios era totalmente escaso y que le sirvió para cubrir muchas calles de grava, que después las emparejaban a puro pico y pala. Siempre contó con el apoyo del Gobernador del Estado en ese entonces el Lic. Francisco J. Santamaría.
En 1948 la Cía. Construcciones del Sureste S.A. inició en firme la construcción y petrolización de la carretera Villahermosa-Teapa instalando su campamento en la finca “San Román”, bajo la dirección del Ing. Avelino Hinojos, continuando dicho trabajo el Ing. Carlos de la Cerda, otro director entusiasta y dinámico que se interesó grandemente por ayudarlo a la petrolización de las calles que fueron: calle al costado norte de la parroquia y las calles “Anastacio Luque”, “Corl. Eusebio Castillo” y “Eduardo D. Cárdenas” y los callejones “Gregorio Payró” y “José N. Rovirosa”. En el año de1949 adoquinó con cemento y grava la calle “Julián Dueñas” y ese mismo año con el apoyo y colaboración de los señores Ingeniero Carlos de la Cerda y Agustín Lira, jefe de la residencia de la S.C.O.P. en ese municipio consiguió que el Lic. Agustín García López ordenara la petrolización del Boulevard “Bernal Díaz del Castillo” en el cual también sembró árboles y construyó tres monumentos, poniéndole a dos los bustos de bronce de los Ing. Pedro A. González y Pedro Córdova, el Lic. Francisco Santamaría a nombre del Estado inauguró las obras del eminente escultor teapaneco Profesor José Natividad Correa Toca.
El Ing. Félix F. Palavicini lo felicitó por dicha obra y le dijo: Felicito por su conducto a mi pueblo natal Teapa y a Usted por haber conseguido la petrolización de doce calles, aún cuando hay poblaciones con más de veinticinco mil habitantes que no tienen una. Esa fue la dinámica que le imprimió a su administración don Manuel Rosado González quien demostró que más que un interés personal era el interés general por servir a su pueblo, y que cuando se quiere trabajar no se requieren más que el interés y el propósito por lograr lo que uno se propone.
En su faceta poética, me permitiré compartir con el amable lector las siguientes poesías de su autor Manuel Rosado González:

Al río Teapa
(Bravo)

Te deslizas entre piedras majestuoso,
turbulento, arrasador, incontenible;
tin orillas ruges como un coloso
arrasando todo, fiero, irresistible.
Ya no son tus aguas cristalinas,
ahora bajan troncos, lodo y basura;
ya no se bañan en tus ondas las ondinas
y tus aguas inundan la llanura.
Invades hogares; lo destruyes todo;
ahoganse las gentes, los animales,
dejas los campos cubiertos de lodo,
con pobreza y recuerdos fatales.

1968 año de las inundaciones

Después que muera

Después que muera, y yerto,
en mi tumba sepultado
nada quiero, estoy muerto
todo para mí ha acabado.

Solo quiero en mi tumba inserto
y en mi loza bien grabado,
un epitafio que diga:
“Aquí yace Manuel Rosado,
fue buen hijo, leal hermano,
fiel esposo, gran ciudadano
y un hombre muy honrrado”.

Teapa, Agosto de 1969

Alma
Alma se llama mi hijita,
de mi prole la adorada,
la de mejillas rosadas
y dulce sonrisita.

Alma se llama mi hijita
de mi hogar la consentida,
mi hijita más querida
por se la mas pequeñita.

Ella es todo mi consuelo
cuando me da su sonrisa,
cuando mi rostro acaricia
en mis noches de desvelo,
que en busca de otros cielos.

Yo me acuesto meditando
sobre lo que esta pasando
en esta ingrata guerra
que al mundo está destrosando.

Por eso por las mañanas
cuando al campo yo me voy
ella me despide ufana;
y por la tarde al retornar
de “jiliar” el cacaito
¡Ay Jalisco y el torito!
me pongo alegre al cantar.

Agosto de 1939.

El bisturí mágico

Al eminente cirujano
Doctor José Manuel Mayans V.
Como testimonio de gratitud

En la mesa gime triste la enfermita,
su rostro tiene una palidez de muerta,
y de su boca con voz casi incierta
en un ¡ay Dios me lele! Prorrumpe la nenita.

¡El caso es grave! Nos dice el cirujano,
dirigiéndose a sus padres allí presentes,
y estos sobreponiéndose al dolor humano
piden que se le opere violentamente.

¡Neo-cocaína, metafen, gasa, ¡pronto enseguida!
exclama el galeno con el bisturí en la mano,
y de aquel cuerpecito mucho antes lozano
entre ayes, sangre y pus surgía la vida.

Villahermosa Agosto 19 de 1941

Los Viajes de un Totramundo
El 15 de agosto de 1924 realiza un viaje a San Cristóbal de las Casas a caballo.
En septiembre de 1931 realiza un viaje a la Ciudad de Mérida en compañía de su esposa Laura Brito y su hijo Servio Tulio, de donde salió a caballo para el “Paso de la Ermita” en donde se embarcó en el Teapita de don Andrés Pérez Castro, para llegar a Villahermosa.
Su tercera excursión nacional la lleva a efecto en un viaje de Teapa a Chihuahua para conocer la cuna de la revolución en donde Abraham González y Pancho Villa junto con Pascual Orozco fueron los iniciadores de la revolución a finales de 1910.
Como representante del Club de Leones junto con Salomón Quintero y Luis Fernando Sánchez acudieron a las 52 Convención Internacional de Leones en Tokio, Japón, organizando esta excursión “Turismo Nacional S.A.” de la Cía. de México y al frente de ella como organizador de Tabasco el Doctor Alberto Díaz Bertolini.
Tuvo la oportunidad también de viajar a Hong Kong y describirlo para él como el puerto más bello del mundo.
Tuvo la oportunidad de conocer Madrid, Sevilla, Granada, Córdova, Jerez, Cádiz, Francia, Estados Unidos, Málaga, Marruecos, África, Rusia, Escandinava y Países Socialistas, Río de Janeiro, Perú, Cuba.
De todo esto dejó constancia en su libro denominado “Los Viajes de un Trotamundo”, Teapa Tabasco Marzo de 1978 en donde tiene uno la oportunidad de trasladarse y vivir por la manera en que lo narra su autor a todos y cada uno de los lugares que visitó.
Hablar de Manuel Rosado González, es penetrar a un mundo lleno de historia, anécdotas, personajes, que sin duda alguna si hiciéramos referencia minuciosa de los días que le toca vivir desde su infancia en la cual ya se gestaba a nivel nacional un movimiento revolucionario que cambiaría diametralmente la vida de los ciudadanos de este país y de tantos eventos históricos que le tocó presenciar tanto de la revolución como del constitucionalismo de don Venustiano Carranza la muerte de éste personaje de la historia nacional, la llegada al poder del Gral. Álvaro Obregón, el levantamiento de la Huertista, la consumación de la revolución, los levantamientos posteriores a ella, la expropiación petrolera y todos los demás acontecimientos en el ámbito municipal, estatal y nacional que tuvo la oportunidad de vivir y presenciar hasta el 29 de septiembre de 1983 en que dejó de existir físicamente este extraordinario teapaneco.

Lic. Emilio A. Contreras Martínez de Escobar
Recopilador

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de “jiliar” el cacaitop

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