Tiras de Papel de Juan Antonio Ramos
Con una prosa en primera persona dando a conocer, a través de las líneas lo que acontecía en el Tabasco del siglo pasado, aquello que para muchos era algo banal, pero otros, es conocer lo que acontecía en nuestra sociedad, en nuestro ambiente, por ello, la columna Tiras de Papel que se editaba en Rumbo […]
6 de marzo de 2013

Con una prosa en primera persona dando a conocer, a través de las líneas lo que acontecía en el Tabasco del siglo pasado, aquello que para muchos era algo banal, pero otros, es conocer lo que acontecía en nuestra sociedad, en nuestro ambiente, por ello, la columna Tiras de Papel que se editaba en Rumbo Nuevo en los años setenta, logró cimentarse como una lectura obligada no solo de los políticos, sino de una sociedad que en aquella época, buscaba lectura amena.

Luis Ruiz Sandoval Frade
Rumbo Nuevo
Sin la tecnología de este nuevo siglo, ni las redes sociales ni nada por el estilo, y con una escritita clara, sencilla pero con una pisca de poesía como se tenía en aquellos soleados días, su autor, Juan Antonio Ramos, publicó en las páginas del diario Rumbo Nuevo, por varios años, esta columna que no era netamente política, sino que buscaba reflejar lo que acontecía tanto en Palacio de Gobierno como en una cafetería, en una escuela.
Es así, que el propio autor de esta columna que se tradujo en un libro que se llamó como la misma columna, y con el apoyo del Gobierno del estado en el año 1976 cuando el mandatario estatal era Mario Trujillo y el candidato a este cargo era el ingeniero Leandro RovirosaWade, explicó el porqué, sin ser un escritor o un columnista famoso, tomó la decisión de sacar a la luz este libro, en donde refleja el sentimiento de lo que siempre señaló.
Explicó que en sus épocas juveniles, tanto Salvador Neme Castillo, que posteriormente fue gobernador del estado y Omar Hernández Sánchez, a la postre presidente del Tribunal Superior de Justicia en el gobierno del estado en la década de los años ochenta, indicaba que siendo amigos suyos desde la adolescencia, “me sugirieron seleccionar algunas de las Tiras de Papel para editarlas en un libro modesto y sin mayores pretensiones”.
Indicaba que “creyentes de la buena fe y entusiastas causas espirituales, influyes, pues esta decisión que al fin no siempre el triunfo oropelezco se impone a la victoria del esfuerzo pertrechado y limpio.
Agregó que “es fácil en esta época impía, mojar la pluma en el encono implacable para engendrar amargas invectivas, también auspiciar las caricias fingidas de halago actual sin medir las maldiciones del mañana próximo”.
También subrayó el autor de esta gustada columna en los años setenta que “Cuánta dificulta, sin embargo, para que el hombre pueda llegar con su alma al alma de las cosas, utilizando el cerebro como radar para orientar, ver y razonas en nuestra vida práctica”.
Por lo cual, indicó que esta selección de colaboraciones de Tiras de Papel que se han publicado en Rumbo Nuevo, en su momento bajo la dirección de Don Florentino Hernández Bautista “la ofrecemos amablemente a quienes no hagan el favor de leernos, son crónicas sinceras de un autor de imaginación risueña”.
Sin embrago, quienes lograron leer estas Tiras en su época, como el señor Ángel Suárez Rodríguez, indicó que en este libro, el cual ya tiene cerca de 40 años de ser editado, se observa al escritos con la buena doctrina, la buena fe para lograr que con ello, se convierta en una lectura amena.
Con ello en un reconocimiento para el autor de esta columna Tiras de Papel es para dar a conocer que la crónica, la imagen reflejada en una nevería o en una persona que perdió a sus seres querido, se puede estar en papel y con ello, no perder su vigencia.
Y al paso de los años ni la tecnología ni el internet, hicieron perder el sentido de estas crónicas, que nos hace adentrarnos en estos sitios, a pesar, que no se vivieron…
Uno de sus grandes amigos, Ángel Suárez Rodríguez, habló de lo bueno que eran las Tiras de Papel, en donde en primer persona, señaló que “Juan Antonio Ramos y un servidor nos conocimos, antes que físicamente, a través de nuestras mutuas elucubraciones periodísticas con ínfulas literarios, fue un añorado miembro de esa posterior cofradía, en donde el finado Darwin Andrade Santamaría quien, estudiante del entonces Instituto Juárez, me hacía llegar en sus visitas a Paraíso, en donde su padre era el receptor de rentas, los periódicos de la ciudad capital de Villahermosa en los que Juan, con el seudónimo de MrBelverde, iniciaba sus pasos por los ampos de Montiel en el periodismo provinciano”.
De igual forma, el amigo relató de cómo se hizo un gran amigo del autor de las Tiras de Papel y precisaba:
“En cierta ocasión, Darwin Andrade me llevó a Paraíso un ejemplar de La Pea, periódico estudiante que, mecanografiado, circulaba entre los estudiantes y en donde Tilo Ledesma, un inquieto muchacho de la ciudad de Villahermosa, cuyas posibilidad de estudiossuperiores habían naufragado en la incomprensiónpaterna, escribió un poema que título “Yo nunca he probado el pan de esta alacena”, lo cual hizo que un servidor, en circunstancias semejantes a las de Tilo Ledesma, escribiera algo que robustecía la queja y que, no sé porque azares del destino de la vida, llegó también a manos de Juan Antonio Ramos, pero presiento que el amigo Darwin Andrade lo pegó en el mismo tablero en que permitían colocar al Pea, para que tuviera una mayor divulgación que la permitida las pocas copias al carbón que circulaba”.
Y al continuar este relato de cómo conocía al autor de esta columna y que en su momento escribió el prólogo de su libro que escribió en el año 1977, indicó que “andando el tiempo, Juan Antonio Ramos comenzó a colaborar en los periódicos “El Momento” que dirigía el maestro Pedro César Ocampo y en “Rumbo Nuevo”, bajo la dirección del licenciado Manuel Antonio Romero, ya para ese entonces, un servidor estaba editando en Paraíso “El Cascabel”, anteriormente editado también El Momento, con los mismos colaboradores que fueron Rufino Pérez, Rafael Magaña Aparicio, Juan Santos Romero, Hugo Hernández y Cástulo Suárez, entre los colaboradores más asiduos estaban Samuel Magaña, Arturo Torres y otros de forma esporádica”.
Y relató Ángel Suárez que fue en esta época, cuando físicamente “nos conocimos Juan Antonio Ramos y un servidor, en un encuentro fortuito en el balneario El Limón, que después de utilizó como tema para una de sus tiras de papel, que publicó en Rumbo Nuevo, y posteriormente reunidas en una modesta edición, se pudo admirar”.
Agregó además que “nuestra amistad prosiguió y no fueron pocas las veces que en Juan Antonio Ramos, a petición de un servidor a quien placía escucharlo y a la recíproca, perdía el camión en que había llegado a Paraíso, y a la mañana siguiente tenía que reintentarlo en sus labores, utilizando los servicios de una avioneta que piloteaba mi compadre Saúl magaña Aparicio”.
Y dentro del tobogán de los recursos un fácil y feliz deslizamiento haría problemático el frenaje y me extendería más allá de lo que la prudencia aconsejaba, de manera que mejor hay que hablar sobre las Tiras de Papel”.
Indicó que la primera vez que Juan Antonio Ramos le sugirió discretamente que opinara sobre sus columnas que estaba publicando “recuerdo haber escrito hábilmente escondido entre las galas del estilo, asoma el romanticismo vergonzoso del autor; romanticismo a la manera de Renato Leduc, pero haciéndola salvedad de que no consideró a Juan Antonio Ramos como un descarado imitador de Don Leduc, a quien los dos admiramos, sino que encontré una cierta semejanza estilística, Juan como Renato Leduc poseen una jovial inspiración poética, en lo cual lo jovial les hace, en un momento dado, abandonar el camino romántico por el cual transitaban con holgura, para cambiarlo por lo menos fácil para ellos que era el humorismo”.
Y agregó: “Recuerdo que una vez, allá por el año de 1954, se convocó a un certamen literario para conmemorar el 75 aniversario del Instituto Juárez y Juan Antonio Ramos obtuvo el segundo lugar por un poema titulado “Mi Joven Voz se Eleva”, cuando a su juicio, debió haber ganado.
Precisó que en su mejor momento, Juan Antonio Ramos “siempre fue incorregible; en estas nuevas Tiras de Papel siempre abordo diversos temas, como los recuerdos estudiantiles, como en El Profesor, de cuándo éramos niños, primer cuadro de la ciudad, experiencias profesionales, entre otras cuestiones”.
Empero, en todas las Tiras de Papel que conjugar este volumen, “advertimos que no han desparecido en el ceñudo magistrado esa jovialidad del estudiantes, que antes de que cayeran tantas lunas sobre nuestras cabezas, los reconocimos”.
Entre las Tiras de Papel, se dio una a favor de Francisco González de la Vega, en donde el autor señaló que “fue dueño de una notable y clara inteligencia, perspicaz completo y generosamente humano con todo hombre detrás de las rejas, murió el tres de marzo del año en curso”.
Una vida ilustre en la magistratura y en la cátedra, que deja testimonios diáfanos y una orientación segura, herencia invaluable para los estudiosos del derecho penal y la nota del amable recuerdo para las legiones que en México fueron sus alumnos en la facultad de leyes.
Don Francisco siempre se distinguió como un irreconciliable enemigo de la pena de muerte y en su derecho penal mexicano, una de sus obras, se manifiesta escrupuloso penalista que no solo resulta admirable sino que delecta cuando argumenta brillantemente y con palabras los mármoles de la historia; que la pena de muerte es ejemplar, porque enseña a derramar sangre, que en nuestro país ni el estado tienen derecho de matar y en cambio, tiene una grave responsabilidad educacional; debe enseñarnos a no matar, a respetar la vida humana así sea la de un delincuente, y que el recrudecimiento de los delitos y la pena de muerte, son síntomas del mismo mal, la tradición de huichalobos.
Motiva sincera la consternación del fallecimiento del ilustre abogado, que como muy pocos trazó genialmente la trayectoria de los delitos. El emérito profesor Emilio Pardo Aspe, cuando fue director de la facultad de Derecho de la UNAM, reconoció en unja espléndida carta enviada al maestros Gonzáles de la Vega, que por la presión interna de los elementos de la valoración jurídica y cultural, cuya función he sido yo el primero en resaltar, este año en la escuela, ya que los tipos rompen el hermetismo que la leyendoprofana les atribuye.
Dejan la estafa de una elipse y un círculo el robo, trazados sobre las páginas de la edición oficial del código, o en el encerrado de un aula sorda al rumor y al tumulto de la ciudad.
Mediante una interpretación que me atrevo a llamar dinámica, proyecto los esquemas sobre ámbitos no pobladores por abstracciones, sino por seres, y los realiza en concretas zonas de la humanidad que respira, en su atmósfera natural, humanidad nuestra, se entiende.
Durante su fecunda vida, su propio prestigio y la fuerza de la inteligencia, lo llevaron a la gubernatura de Durango, pero en la década que vistió la toga del magistrado en la Ciudad de México, dejo constancias de su sapiencia.
Otra de sus Tiras de Papel se centra en la Ciudad de Villahermosa, llamada el primer cuadro de la ciudad.
Al balsámico amparo del crepúsculo y como para desentumirnos, recorrimos ayer el concurrido sector comercial de la ciudad, antiguo refugio doméstico de familias de la alta y consultorios muy de principios de siglo, ahora convertidos en ancho centro de transacciones donde se simplifica la oferta y la demanda para consuelo de economistas y parpadeo de sociólogos.
Aldama, Juárez y Madero, atravesadas por la larga espada de 27 de febrero, es el área de mayor afluencia humana en las últimas horas de la tarde y en las aceras atestadas, salvo el berrinche de quienes llevan prisa, se pasean almibaradas niñas, muchachas de anhelante pecho y una que otra jamona que aun sabes sonreírdiscretamente.
Como Picadilly, pues. No faltan, por supuestohoras a almidonado lujo, olorosas de baño y señores caso siempre se ojos cansados que se encaminan seguro a la hamaca que todo redime y genera energías para el esfuerzo diario.
Se observan sueltos por ahí paladines del diálogo, verdaderas promesas de la nueva mentalidad; personeros de la vieja guardia, igualmente, en cuyos ojos sin brillo aletean esperanzas que no cuajaron, y se aferran al destino de la tenacidad de mosco.
El toque jovial corresponde, naturalmente a estudiantes de pantalones acampanados y patillas espeluznantes y señoritas de pestañas mágicas con textos bajo el brazo, sin faltar el cincuentón borracho que, como dice Renato, va cantando con el alma herida unja desdicha o acaso un desengaño.
Las neverías del sector, llenas de clientes de un solo refresco, prodigan generosamente estridencias infumablesconocidas como música pop: Aquí en este mundo de solteras y solteros, francamente se desconocen las preocupaciones.
Nos llamó la atención, en la nevería más concurrida y en una mesa ubicada al fondo, junto al teléfono, la tímida presencia de un individuo, ya maduro, melancólicamente distraído, con una biblia junto a su café.
Otra de sus Tiras de Papel, es en torno al fotógrafo ambulante, mitad cargador y mitad artista, aunque tiende a desaparecer, todavía pulsa como nadie, la vanidad en todas sus manifestaciones. Un tanto dicharachero y silbador, acostumbra despegar sus actividades del corazón de Plaza de Armas y en otros paseos menos sugestivos y tradicionales.
Mientras llegas sus ocasionales clientes, devora los periódicos de la mañana. Después, en la plática con el amigo que nunca falta, comenta los requiebros del día. El amigo que ahí pierde el tiempo conversando con el fotógrafo, aunque no viva de las rentas, tiene asegurada la del perro y la plática, según estima es unja manera de entretenerse porque considera que el día menos pensado podrá abordar a un político con futuro de esos que han descubierto que la distancia entre el palacio y el PRI es la recta que los une.
El artista al contrario a sabiendas de que no solo de pan vive el hombre, al mismo tiempo que si bica cobra categoría de cernidos de palabras buenas y malas, ya que en su mente, laboratorio de juicio, se elaboran teorías trascendentales como la de la búsqueda del ángulo y la del juego de luces, importa que sus clientes sean de la misma masa anónima, municipal y rustica.
Una honda preocupación del fotógrafo, la constituye los decorados y los telones de fondo. Sabe perfectamente que si llega a retratarse un cristiano, por ejemplo de Corregidora Ortiz, tiene que presentar una utilería propia.
Digamos una caballa cerril y dos pistolas, de lo contrario, pueden perder el cliente.
El decorado de los volcanes o paloma que abandona el nido, como que ya no cuajan en el dulce nuevo estilo de lo que resulta que el hermano fotógrafo, mitad cargados y artista, también tiene que ser un sicólogo práctico.
Sabe muy bien que una dama a nivel ejidal le hará gracia ser fotografiada de medio cuerpo, si su imagen aparece en ventanilla de tetramotor volando sobre la basílica. Este hitazo fotográfico eleva el porcentaje en el centenario de estancia vieja, seguramente.
El verdadero problema del fotógrafo ambulante son los conscriptos y los obreros, que desean fotos para credencial en cinco minutos, exigencias a un artista, por humilde que sea, siempre lastiman. El rebelde acompañado de ranchería, verbi gracias, se sienta frente a la cámara sin dejar de mascar chicle, y en estos momentos precisos en que el fotógrafo decide apretar la pera, aquel ente, cretino y libidinoso mueve y suelta los ojos tras el rítmico paso de unas caderas bien documentadas. El obrero tiene los suyo, cuando más inspirado está el artista en busca de la cuadratura, se le ocurre introducirse un palillo de dientes porque el estorbo de la migaja puede echarle a perder el buen semblante.
El buen semblante es mirar fijamente al infinito, arquear la ceja izquierda y cerrar los labios con serenidad, una especio de gesto cuida ahora tan de moda.
El fotógrafo ambulante, entre otras cosas, espera el sábado que es el día propicio para sus correrías: Caso siempre se le presenta la oportunidad en forma de muchacha humilde y tímida que le acepta un jaibol.
Hombre al fin, le susurra en voz baja “tú me acostumbraste va todas estas cosas” y ella para no desentonar, entorna los mojos, baja la cabeza y con sus dedos comienza a jugar la medallita de su cadena.
También habló de eventos religioso, como el domingo de Ramos, al destacar que fue este último, un domingo soleado y maravilloso, mañana hermosa de risas francas, sinceras y juveniles. Al menos, en el área de la ciudad deportiva, desde ahí disfrutamos los bastos horizontes, impresionante visión de lejanas montañas increíblemente azules, bajo un cielo mediterráneo, nivelador de desigualdades.
A lo largo de la pista, a las orillas junto a los sauces, la nota amable, poética de guayacanes en flor, belleza externa de mutilaciones que hacen sentir que el paisaje no es una simple palabra, sino una realidad poderosa y regocijante.
Toda esta zona a que me refiero es tal vez uno de los más funcionales pulmones de Villahermosa, Su influencia bienhechora es para el espíritu y para la mente. Y lo es, tan profundamente que en aquellos minutos de recreo inolvidable, alcanzamos la energía adecuada para negar que el hombre actual sea más hijo de la época que de sus padres y de su madre; que nos apasionen los fulgones sencillos y vivos de la existencia y que execramos la insolente agonía del necrófilo errante.
Este domingo de Ramos endulzo el cansancio, por ejemplo de un viejecito bondadoso a quien describió el pequeño tunante y los acribillo a preguntas. A fin lozana flor apenas comenzada, el pequeño recibió una maciza clase de botánica, también fue informado en su curiosidad natural; vio tan humilde y bien al accesible anciano, que Juan Miguel al despedirse me exigió dale diez pesos para que compre panuchos, más que acción noble, ahora piensa, fue genuina asociación de ideas, pues poco tiempo después, el tunante se dio una suculenta panuchiza.
Muchas colonias rodean a la Ciudad Deportiva, en todas ellas, la cordialidad es el sostén de la convivencia, no extrañas opresiones ni súbitas pendencias. Sombras, solo a partir del crepúsculo y eso, para destruir antiguos mitos y hacer más llevadero el dialogo hogareño. Pero como dijo Renato, a veces se duerme tan cerca del tejado que el temblor del lucero nos despierta, sin embargo…

A los estudiantes normalistas con afecto
El Profesor
Llegan de prisa las vitales primicias del espacioso marzo y de inmediato, tenue y silenciosamente, comienza el surgimiento de un mundo cálido, boscoso, de aromas suaves, de flores  y colores increíbles para alfombrar la esperada visita de la primavera. La ocasión, pues, pródiga y sentimental, permiten esbozar temas de hermosa reciedumbre anímica. Al menos, es nuestro convencimiento. Por ejemplo.
Resulta amable recordar que dentro de la armonía que reclama la buena educación, un profesor de escuela obra con juicio, se cuida de la anarquía y entienda que la enseñanza primaria no es un fruto sino semilla. Con su batuta mágica de director espiritual debe mover de manera objetiva, los estímulos del aprendizaje y cuando necesariamente deba coincidir la claridad con la profundidad; despertando, al mismo tiempo, en la inteligencia de los niños la conciencia de sus propias fuerzas. El secreto de la educación no se constriñe a la simple transición de conocimientos sino se extiende a una vivida preparación integral que capacite a los escolapios para la futura confrontación con la vida. La inteligencia del niño, diáfana y aguda, es el campo propicio, evidentemente, para fecundarla con preciosas semillas. . De lo contrario, la indiferencia y el desánimo serán culpables que muchos escolares en cuya frente arde la llama de la genialidad, ignoren esta condición y terminen peligrosamente encajonados sin la menor oportunidad de florecer en sus capacidades. Abundan muchachitos que por falta de ayuda para ejercitar sus facultades se asemejan a una fina guitarra a la que le faltan cuerdas. No hay nada tan importante para un profesor que evitar cuidadosamente que sus alumnos se nutran de ideas incompletas porque a menudo resultan inexactas y casi siempre son deformadoras. Y en este abismo, muchos son los que han visto rodar esos afanes que no vuelven nunca. Todo renacimiento es posible si se posee el entusiasmo de vivir de acuerdo con los mejores ideales. La educación allana todas las barreras y no hay gente más calificada para lograr este objetivo que un profesor de educación primaria, oficio cumbre y bondadoso entre todos los que son dados al hombre.
En este equinoccio, afirman quienes aún manejan antiguas y bellas premisas, la fantasía creadora y el corazón de fuego de los niños resulta un material precioso para que los mentores lo modelen en el curso ordinario de sus tranquilas tareas. Y cuánto bien hacen los maestros de sentimientos resueltos que animados por el grito de la conciencia entregan sus esfuerzos a la acción sostenida bajo la tutela de los eternos principios de la razón. La adecuada comunicación entre un profesor y sus alumnos deja, naturalmente, efectos perdurables. Proceder en contrario sería simplemente practicar tareas que aceleren la sórdida vejes intelectual y los procederes insensatos mal pueden llegar a la sabiduría acabo sirvan, es posible, para eructar indigestos juicios de manifiesto sello pasional  o dogmático que tanto daño engendran.
La actividad de un maestro la ilumina el sol de la vida y es fuente de alegría, es también aliento de aurora y hace, como decía Pestalozzi, de todo lo que se puede la Ley de lo que se debe.
La personalidad de un profesor de primaria, es un hermoso tema que merece una biografía. Yo los admiro razonablemente y coincido con Roger Gousinet en que todo buen maestro debe reír con un ojo y llorar con el otro porque si no se sabe esta fórmula, es porque ha errado su vocación. Alguna vez escribiremos la apología del profesor de escuela.

Sor Juana y el nuevo feminismo
Allá por 1691, Juana de Asbaje en su culterana  “Respuesta   a Sor Filotea”, no sólo propinó reverendísima tunda al Obispo de Puebla, sino que defendió con vehemencia y brillo el derecho de la mujer a cultivarse. Le corresponde, pues, ser la pionera de eso que ahora se le llama Movimiento de Liberación de la Mujer, Sólo que los convincentes argumentos de Sor Juana Inés revelaron que era una feminista de esclarecidas facultades intelectuales y de mucha estabilidad mental si la comparamos, en contraste, con las de quienes enarbolan hoy a bandera de una igualdad que ignoramos si es marca registrada pues hasta donde se sabe, la mujer está disfrutando razonablemente de los mismos derechos del hombre.
Los vientos del estío, se afirma disminuyen todo sentimiento indómito y fogoso y hasta se sospecha que reduce a las mozuelas bulliciosas, las enseña a ser sobrias y las acostumbra al silencio. Esto no es, sin embargo, una verdad definitiva. Porque hete aquí, que de improviso la semana pasada algunas lideresas del feminismo, ante e jovial asombro de los diputados y regocijo de las galerías, en plena Cámara exigieron, entre otros desatinos, que en lo sucesivo se impusiera a los hijos como primer apellido el materno y que las casadas suprimieras el “de” que se coloca antes del apellido del marido, por ser un símbolo humillante de propiedad que es prueba afrentosa en los tiempos que corren. Con tamaño pretexto como razón, un amigo soltero alabó entusiasmado su condición de Águila Solitaria, expresando que a este paso es evidente que el hombre terminará por firmar escribiendo su nombre y agregando “de” antepuesto al apellido de la mujer, para que quede claro, sin asombrar de sospecha, en este nuevo sistema quién seguirá llevando los pantalones con aplomo y firmeza en la diaria rutina.
Se advirtió, por otra parte, que en el recinto parlamentario las inquietas lideresas dejaron ver aquellas “ideas cortas” de que hablaba Schopenhauer, porque si bien se mira, es más romántico y encantador dejar vigente el auto engaño de los hombres, todavía en uso; la añeja costumbre que aún se estila para que esa deliciosa convicción masculina de suponerse “señores de la casa”, aunque no sea sino vaga ilusión que se estrella en el faso oropel de las apariencias, como cantaba Porfirio, el Bienamado.
El movimiento, como dice el dicho, se demuestra andando y la rebelión de las faldas chanel está en poético pie de lucha. Nada de floreros vacíos y rosas desmayadas, que los pájaros tiran en los balcones donde brotan suspiros hondos y primorosos que perfuman el aire. De otra suerte.

En la muerte de Carlos Pellicer
Mi réquiem sentido en la intimidad de la conciencia; Carlos Pellicer deja un vacío que tal vez no sea llenado nunca. De pasión profunda y constante por su tierra, su preclaro talento superior y su poesía de paisajes vivos y confortantes quedan ya como herencia inestimable de este poeta lúcido que se habló de tú con las flores, con la vida y con la muerte.
Vivió en riña con el silencio y hoy ingresa, como huésped singular, a la morada del silencio.
Fiel al pasado, también lo fue al presente; lírico brujo de cuya boca brotaron policromías increíbles y cantos de esperanza; niño de estallidos y de alma arcaica como su cuna tabasqueña; fue en sus desplazamientos, lo recuerdo, un perfecto cristiano y un creyente de tiempo completo. Firmador de respaldos, sangre rebelde que encontró sabores y colores; que supo halar misterios bendecidos y escuchar el eco de las piedras:…Te oído toda en mi ser, piedra que suenas
Como el cielo ante el sol que se declara……………………………………………………………………………………………
Colmado de virtudes tropicales fue generoso en su emanación social. Con arte supo abrirse el corazón en cuya herida mágica mojó la pluma para su poesía. Ese fue su secreto. Con palabras de Alfonso Camín quiero decirle a viajero.
Don Carlos, le doy mi simpatía
Por su aire de murciélago y canario.

Descanse en paz!

Compartir: