PATERNIDAD POR INTERMEDIARIO
Agenor González Valencia agenor15@hotmail.com Tenía que ser en Francia.  Se dice que los niños vienen de París.  Que los trae la cigüeña, a veces, acunados en un lienzo color de rosa y, a veces, en un lienzo de color azul, colgados del pico de la “ave picuda”. No sé por qué razón ese mito se […]
5 de junio de 2013

Agenor González Valencia
agenor15@hotmail.com

Tenía que ser en Francia.  Se dice que los niños vienen de París.  Que los trae la cigüeña, a veces, acunados en un lienzo color de rosa y, a veces, en un lienzo de color azul, colgados del pico de la “ave picuda”.

No sé por qué razón ese mito se ha extendido tanto entre nosotros.  Lo cierto es que muchos como yo no venimos de Francia y eso, naturalmente el físico lo revela; pero tal cosa me tiene sin cuidado.  Ni me frustro ni me entristezco.  Soy producto netamente mexicano.

Tanto en Francia como en Londres, existe extraordinario avance científico en lo referente a la inseminación y fecundación artificial.  Así, por ejemplo, en la Gran Bretaña se comenta el acontecimiento de que un trillizo haya nacido tres años después que sus dos hermanas.  Esto se debe a que pasado ese tiempo los médicos descongelaron el embrión y lo implantaron al vientre de la progenitora.

Vale la pena relatar el hecho: Deidre y Peter Hudson, pareja de enamorados, contrajeron nupcias y decidieron radicar en la localidad de Deal, Inglaterra.  Su vida transcurría feliz hasta que los invadió el ansia de tener un hijo.  Desde 1990 sus intentos fueron inútiles para conseguir ese fin por lo que, como último recurso, decidieron recurrir a la fecundación in vitro.

Formulados los trámites de rigor, los médicos tomaron 20 óvulos de Deidre con los que se lograron producir 15 embriones, con la aportación correspondiente de Peter.

Del procedimiento realizado por los médicos, nacieron en 1991 dos mellizas.  El resto de los embriones fueron congelados y cuando la pareja decidió ampliar la familia, Peter tronó los dedos y pidió a los médicos implantar a Deidre uno de los embriones en reserva, para apagar así su ambicionada sed maternal.  El hijo, de nombre Guy, nació el 22 de julio completando así la unidad de los trillizos.

Idénticas las criaturas sólo varían en la edad del último, circunstancia que se repetirá cuando el padre vuelva a tronar los dedos y a solicitar la descongelación de más embriones.

Cabe hacer notar que la ley británica permite que los médicos congelen los embriones hasta por cinco años y sólo permite la implantación de tres a la vez.  De esta manera pueden venir al mundo, con la alegría de una familia feliz, niños en serie después que los embriones sean descongelados.

En Francia rigen normas médicas éticas que prohíben la paternidad por interpósita persona, regulando con sanciones a los progenitores intermediarios de “bebés de probeta”.

Las leyes francesas prohíben la implantación de un embrión en una mujer cuyo cónyuge haya fallecido y para “garantizar” el cuidado del bebé originado por un donante de esperma, la pareja debe firmar un compromiso responsable ante un juez o notario público.

En México, la paternidad por intermediario, -gracias a Dios-, no está reglamentada.  Aquí, la donataria o donante, cuando se da el caso, mantienen íntimamente el amoroso secreto.  Este suele revelarlo un chismoso despechado o una vecina frustrada.  Cuando esto sucede, alguien sufre terribles dolores de cabeza que se apaciguan a través del tiempo y el cariño al hijo que la cigüeña trajo de París.

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