Para Usted
No quita el dedo del renglón: PGG Mario Gómez y González chayogomezg@hotmail.com El actual dirigente estatal del PRI, Pedro Gutiérrez Gutiérrez, es un político dedicado cien por ciento a lo suyo y al que nadie gusta enfrentar en el terreno del debate y la discusión pública, ya que está preparado para la confrontación de ideas; […]
23 de julio de 2019

No quita el dedo del renglón: PGG

Mario Gómez y González
chayogomezg@hotmail.com
El actual dirigente estatal del PRI, Pedro Gutiérrez Gutiérrez, es un político dedicado cien por ciento a lo suyo y al que nadie gusta enfrentar en el terreno del debate y la discusión pública, ya que está preparado para la confrontación de ideas; es estudioso del acontecer gubernamental y tiene firme el timón en cuanto a la ruta que debe seguir el tricolor en estos momentos.

El PRI, tiene que ser un verdadero contrapeso; un dique donde se estrellen las acciones que no vayan de acuerdo a los intereses de la sociedad; un espacio donde los que no tienen voz, puedan expresarse y externar sus desencantos, sus frustraciones, sus rabias, sus corajes, sus desacuerdos.

El tricolor, tiene que enarbolar esa bandera y hacer causa común con la sociedad; pero también, deberá ser la primera instancia institucional en reconocer cuando lo hecho esté bien, porque se hizo bien y es para bien.

Aprobar o desaprobar, en su momento (para el mes de septiembre tenemos entendido), las cuentas públicas del gobierno de Arturo Núñez, en el último año de su fracasada gestión (2018), es por demás intrascendente; ya que poco a poco la sociedad tabasqueña va entendiendo que a nadie de la administración anterior le van hacer algo o los van a obligar a devolver el dinero desviado o robado; o resarcir los daños ocasionados por malas decisiones político-administrativas.

Nunca un gobierno constitucional en Tabasco había terminado tan peor como el de Arturo Núñez Jiménez; vaya, estuvo tan mal, tan mal, que al terminar no le hicieron absolutamente nada (ni una sacada de lengua o mentada de madre). Mucho menos ahora. Sin embargo, ni el partido en el poder, ni la autoridad actual van a impedir el linchamiento social y mediático a Núñez y su gavilla.

Por ello, uno de los vértices o de los soportes donde descansará y se apoyará la viabilidad del PRI como opción de gobierno o para recuperar la confianza que se les quitó por encabezar malos gobiernos federales estatales y municipales, será el de no quitar el dedo del renglón, el dedo de la yaga y exigir la sanción administrativa y penal, para los responsables de la terrible crisis por la que atraviesan Tabasco y los tabasqueños.

Corresponderá al partido en el poder, en este caso Morena, asumirse como el brazo ejecutor del coraje, el desencanto y la frustración de los tabasqueños por el mal gobierno que le antecedió al actual o, de otra manera, dejar seguir y dejar pasar, apostándole al olvido o a la frágil memoria colectiva, que desgraciadamente es parte común del gen choco.

En todo gobierno, se esté federal, estatal o municipal, siempre se escucha hablar de “costo político”. Pero, ¿qué significa ese concepto contable, apropiado por la élite partidista de la, bien llamada, democracia representativa, y cómo repercute en quienes los eligen?

Intuitivamente, se le podría relacionar con la pérdida que asumiría algún político o partido por la toma de una decisión, apoyo a una postura sobre algún asunto relevante o por su inacción ante una situación en concreto.

El costo político, luego entonces, se ha convertido en un argumento salido de la nada que sirve para explicar y, sobre todo, justificar cualquier cosa; también es cierto que el término se ha convertido en una excusa para no hacer nada.

Los políticos electos valoran lo que les conviene hacer y no hacer (costo-beneficio), conforme a los intereses que les han puesto en esa posición. Ahora bien, ¿y qué ocurre con el bien común, con el interés público de servir al país, al estado a al municipio? Pues lamentablemente, o pasa a segundo plano o es descartado.

De ahí que el sistema democrático (desde el proceso electoral por el que se escogen a las autoridades y a los representantes populares, hasta el funcionamiento del Estado), que un gobierno en ejercicio decida en base al “costo político”, para actuar o no, debería motivar una reflexión;

¿Es que acaso los políticos electos y su partido no están en deuda con quienes los eligieron para servir al pueblo y a la sociedad? Y al existir esta deuda, ¿no debería permanecer presente este concepto en las mentes de quienes gobiernan y legislan, y retribuir conforme?

Compartir: