Para Usted
La paz social nos compete a todos Mario Gómez y González chayogomezg@hotmail.com Los hechos ocurridos durante los primeros días de enero, como resultado del alza en el precio de la gasolina, son actos delictivos y no de participación ciudadana, nos debe quedar perfectamente claro a todos los tabasqueños y ni que decir a todos los […]
9 de enero de 2017

La paz social nos compete a todos

Mario Gómez y González
chayogomezg@hotmail.com
Los hechos ocurridos durante los primeros días de enero, como resultado del alza en el precio de la gasolina, son actos delictivos y no de participación ciudadana, nos debe quedar perfectamente claro a todos los tabasqueños y ni que decir a todos los mexicanos.

Pretender aprovecharse de un movimiento social pacífico y legítimo como es organizarse para impulsar la disminución de los impuestos a los combustibles no debe ser pretexto para delinquir y buscar desestabilizar la economía y la gobernabilidad.

Los actores políticos tienen que ser responsables y no aprovecharse de la necesidad de la población para utilizarlos en acciones que ponen en riesgo los bienes de mayor valía: la salud, la vida y la libertad.

Hoy quienes han sido detenidos serán olvidados por los líderes que los impulsaron a actuar en contra de la propia sociedad, porque los hechos ocurridos en estos días afectan principalmente a la iniciativa privada, misma que genera los empleos y la riqueza para la propia población.

Por tanto, es necesario, que los detenidos y sus familiares denuncien ante las autoridades a quienes los incitaron y motivaron a delinquir y lastimar a la propia sociedad, así se podrá evitar que estos acontecimientos que buscaron la desestabilización económica, política y social se vuelvan a repetir.

Y es que el inicio de 2017 —con sus protestas, saqueos, filtración de rumores, tuits de Donald Trump y un dólar muy caro— dejó algo muy claro: los mexicanos no tenemos una cultura en manejo de crisis.

Empecemos por los propios ciudadanos y sus reacciones iniciales frente al aumento descomunal en los precios de las gasolinas, anunciado en los últimos días de diciembre. De entrada, la falta de educación en materia de protección civil y seguridad hizo que muchas personas incurrieran en compras de pánico y procedieran a adquirir la mayor cantidad de combustible que pudiera, almacenándolo en bidones, garrafones u otros recipientes. Las autoridades debieron alertar del grave riesgo que esto implicaba, fuera por la acumulación de gas o por la alta probabilidad de explosiones.

A la par de estas conductas desesperadas, comenzó a emerger un sentimiento colectivo de preocupación, pues a los aumentos al precio de la gasolina siempre se les han considerado como detonantes de la inflación en general, un mal augurio que se suma a los efectos perniciosos que ya causó Donald Trump en México y que ha resentido, sobre todo, la moneda nacional.

Sin embargo, a diferencia de otros momentos, esta vez no predominó la sensación de impotencia o apatía. Por muy deprimente que pareciera el panorama, esta vez cobró forma una voluntad colectiva de hacer algo. En las redes sociales surgieron los llamados a emprender una acción, la que fuera, para expresar inconformidad.

Lamentablemente, no hubo forma de organizar adecuadamente el enojo y la chispa cívica se diluyó en desinformación y sicosis, alimentada en redes sociales por entes irresponsables que difundieron noticias falsas sobre brotes de violencia, y también por ciudadanos que, sin mala intención, pero poco criterio, propagaron en servicios de mensajería —léase WhatsApp— llamados alarmistas sin verificar su autenticidad.

Y de ese río revuelto emergió la provocación. Vándalos y porros, movilizados por alguien con suficientes recursos para hacerlo, tomaron como pretexto las protestas para comenzar el saqueo de tiendas de autoservicio, llevándose pantallas planas de televisión en impunidad plena.

Pero el hecho de que lleguemos a estos extremos tiene un origen, que fue el manejo deficiente, desde un principio, para comunicar a la población la pertinencia o inevitabilidad del aumento del precio de las gasolinas. Nunca se buscó previamente un consenso social en torno a las afectaciones de la economía por parte de factores externos, ni se sensibilizó adecuadamente a la población, con campañas insistentes en medios, sobre los pasos que se darían previo a la liberación total del precio de los combustibles.

Buena parte de la crisis se habría manejado adecuadamente desde meses antes a que estallara, pues no era difícil anticiparla. Ahora, para contenerla se necesitará mucho más que enviar tuits llamando a la calma. El verdadero manejo de crisis no es una fórmula sacada de la chistera de mercadólogos o publirrelacionistas. Se llama gobernabilidad. Y nos compete a todos.

Y Para Usted También**Lo prometido es deuda: Con motivo del informe de gobierno de la presidenta municipal de Centla, Gabriela López Sanlucas, estuvimos en el Puerto de Frontera (12 de diciembre), observando desde lejos al personaje que brilla con luz propia en Palacio Municipal**Tal como lo describieron mis amigos, mi investigación indica que es respetado al interior de la gestión municipal, lo saluda la gente del pueblo y la clase política; desde mi punto de vista debemos agregar otras cualidades que posee, es sumamente discreto y respetuoso**El personaje se llama Rodolfo Riveroll Jiménez, escuche que lo llaman “River”, me imagino que es una síntesis de las primeras letras de su apellido y actualmente es el director de Programación. Tendremos oportunidad más adelante de tener una plática con él**buen inicio de semana**hasta mañana Dios mediante.

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