Opinión. Villahermosa XVI
La misión: salvar a la ciudad Miguel Ángel Valdivia de Dios Estimados paisanos Con esta carta concluyo el serial en donde hago referencia de múltiples aspectos de la ciudad de Villahermosa como capital del estado que está atravesando por una problemática muy compleja de dilucidar, por sus rezagos de años no solo de infraestructura o […]
22 de noviembre de 2022

La misión: salvar a la ciudad

Miguel Ángel Valdivia de Dios

Estimados paisanos
Con esta carta concluyo el serial en donde hago referencia de múltiples aspectos de la ciudad de Villahermosa como capital del estado que está atravesando por una problemática muy compleja de dilucidar, por sus rezagos de años no solo de infraestructura o de servicios, sino de gestión política, administrativa y financiera, que le impiden dar respuesta a las nuevas exigencias que plantea una sociedad altamente demandante de una mejor calidad de vida y un crecimiento urbano desbordado como polo de desarrollo económico de la entidad.

Para los que nos dedicamos a la vida pública, por lo menos en mi caso, siempre tenemos en mente una visión de como queremos que sea donde vivimos, por eso siempre imaginé que nuestro municipio o su capital fuera una ciudad segura, limpia y atractiva a la inversión privada, modelo de desarrollo sustentable, con más seguridad pública, un transporte público moderno, una mejor vialidad e imagen urbana, con acceso a la innovación, el conocimiento y la tecnología de vanguardia y con una gran riqueza educativa y cultural.

Que sea un lugar donde nuestros niños y jóvenes encuentren siempre oportunidades para jugar, hacer deporte, estudiar, trabajar, de ver al mundo y desarrollarse; las familias puedan recrearse, divertirse, reunirse, progresar y tener una mejor calidad de vida; y en el que los emprendedores y mujeres y hombres de negocios encuentren siempre facilidades y apoyos para materializar sus ideas o proyectos.

Los hechos nos dicen que estamos todavía muy lejos de esos propósitos, pero los podemos alcanzar si nos lo proponemos, empezando por tomar conciencia de la lejanía en que vivimos de las nuevas realidades que nos mantiene estancados; si damos los primeros pasos para acercarnos a ellas, empezaríamos a ver “la luz al final del túnel” para entrar en la senda del progreso y sacar de la precariedad en que vive mucha de nuestra gente.

Lo que les escribo en estas líneas son producto de las vivencias que he acumulado durante mi trayectoria en la vida social y política del estado, del barrio donde crecí en un ambiente de comunidad y solidaridad, en la UJAT como universidad pública liberal y progresista y en los gremios estableciendo lazos de cooperación; en la empresa privada donde se privilegia la planeación estratégica y se desarrolla la capacidad para innovar, el carácter para asumir riesgos y la responsabilidad social; los foros públicos donde participé para aportar nuevas ideas y visionar el futuro del estado; y en un partido político en el que milité, en el poder legislativo y la administración pública sirviendo a la gente, donde adquirí experiencia y desarrollé un oficio político.

Mi opinión es que ya es hora de establecer con claridad una misión para poder alcanzar los propósitos, porque sin esta no habrá resultados y todo se habrá quedado en buenos deseos.

Tener sentido de misión es una condición muy especial en estos tiempos de cambios, porque hay que sembrar una visión que corrija el rumbo que llevamos y dejar de seguir caminando en la oscuridad para evitar un futuro ingobernable.

Sin esa misión careceremos de timón e iremos a la deriva y si esa claridad no existe no podremos transitar en un proceso de cambio y encontrar las oportunidades, por lo que ha llegado la hora de asumirla, ahora más que nunca, después del impacto terrible del COVID-19 que nos llevó a una crisis sanitaria, económica, laboral y educativa, afectando a amplios sectores de la población.

La misión es: “Salvar a la ciudad”.

Lo que representa una gran oportunidad que tenemos como comunidad política para impulsar un movimiento que gestione los grandes cambios que nuestra ciudad necesita; de cumplirle a nuestra gente las justas demandas a una vida mejor, que ya no pueden seguir esperando; y para mostrar coraje estableciendo nuevos compromisos con la sociedad.

Pareciera banal o una ocurrencia proponer una misión a la comunidad política, pero su destino también va a depender de si se involucra o no para “salvar a la ciudad”, ofreciéndole un horizonte cercano, nuevas expectativas y un futuro posible a la sociedad capitalina; de ser capaz de dejar atrás los conflictos políticos estériles y atender sus reclamos; y de olvidarse de la autocomplacencia y el inmovilismo para poner en marcha instituciones más fuertes y eficaces que nunca.

“Salvar a la ciudad” es salvarnos nosotros mismos si le regresamos a la política la pasión, nos volvemos a identificar con los marginados, excluidos y desiguales y regresamos a las calles a servir a los ciudadanos; lo lograremos si nos sensibilizamos al ánimo social que es vital para la gobernabilidad y legitimidad política; y volvemos a conectarnos con una sociedad más informada e híper-conectada por las plataformas digitales para evolucionar al ritmo con el que ella lo hace.

Nos salvaremos si acortamos el distanciamiento tan grande que hay entre la comunidad política y la ciudadanía, en un entorno en que el humor social es de hartazgo con la política y su paciencia y tolerancia prácticamente se ha agotado.

Villahermosa, Tabasco a 22 de noviembre de 2022.

Postdata: Agradezco profundamente al Diario Rumbo Nuevo del Lic. Jorge Alberto Javier Quero y a la Sra. Gloria Karina López el apoyo y todas las facilidades para hacer públicas mis opiniones de la vida de Tabasco y a ustedes paisanos por leerme.

Compartir: