Opinión. Juana de Asbaje, nuestra Sor Juana
Ferdusi Bastar Mérito Un 17 de abril de 1695 muere Juana de Asbaje y Ramírez Santillana, nuestra querida y admirable Sor Juana, llamada en su tiempo “sóror”, que quiere decir Sor, monja, palabra de la que deriva el neologismo “sororidad”, que define una hermandad de mujeres que viven en un ámbito de discriminación, violencia, y […]
18 de abril de 2023

Ferdusi Bastar Mérito
Un 17 de abril de 1695 muere Juana de Asbaje y Ramírez Santillana, nuestra querida y admirable Sor Juana, llamada en su tiempo “sóror”, que quiere decir Sor, monja, palabra de la que deriva el neologismo “sororidad”, que define una hermandad de mujeres que viven en un ámbito de discriminación, violencia, y negación de sus derechos elementales.

Y nuestra Juana de Asbaje, que a los tres años ejerció inauditas presiones para que la enseñaran a leer, y que siempre tuvo una verdadera obsesión del saber, los últimos años de su vida sufrió el aumento del rigor de las disciplinas conventuales, que la obligaron a vender su biblioteca de más de 4,000 volúmenes y sus instrumentos musicales, en beneficio de los pobres, y ocupar todo su tiempo en labores del convento y atención de enfermos, que finalmente la contagiaron y llevaron a la muerte.

Hija natural de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y del español Pedro de Asbaje, muy jovencita quedó huérfana de madre y padre y a los 16 años entró al servicio de la Virreina, y siendo inducida entre matrimonio y religión , como ella misma escribe: <>.

Brillante escritora, poetisa, erudita, bibliófila y compositora, dejó una vasta obra literaria, y de composiciones musicales y poéticas que le dieron fama y renombre en América y Europa, donde se editan y representan sus obras, abundando sus admiradores pero también opositores del clero fanático que insistía en que dejara las cosas mundanas y se dedicara a la adoración.

Es famosa la anécdota de Sor Juana con una boba superiora que le estaba prohibiendo estudiar alegándole que debía ser “cándida y santa”, a la que nuestra poetisa le dijo <>, y la abadesa indignada envió una enérgica queja al Obispo Fray Payo de Rivera, varón sabio como justo, quien a manera de decreto escribió al margen del remitido de queja: “pruebe la Madre superiora lo contrario, y se le administrara justicia”.

El ocaso de su vida fue triste, cuando la obligaron a deshacerse de su biblioteca e instrumentos musicales, y actos como la “petición al Tribunal Divino por impetrar perdón de sus culpas al tiempo de abandonar los estudios humanos”.

Encerrada en el convento y sometida a la disciplina eclesiástica, se deja de tener noticias de ella. Una nueva epidemia de peste se desata en la ciudad de México, y atendiendo enfermos, Juana de Asbaje es contagiada y muere.

En los hechos, la crasa estulticia del clero y las autoridades coloniales, matan a esta gloria de las letras mexicanas, y su restos se pierden en una infamante fosa común. Pero aquí recordamos a esta insigne poetisa, gloria de las letras castellanas 328 años después de su desaparición forzada.

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