Opinión
Hay que respetar nuestros orígenes Ferdusi Bastar Mérito La costumbre es ley. De la misma manera que hace muchos años se impuso a los barrios de La Villa y San Angel los nombres oficiales de Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón y el pueblo los siguen mencionando con su nombre original, se ha intentado cambiar […]
22 de septiembre de 2021

Hay que respetar nuestros orígenes

Ferdusi Bastar Mérito
La costumbre es ley. De la misma manera que hace muchos años se impuso a los barrios de La Villa y San Angel los nombres oficiales de Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón y el pueblo los siguen mencionando con su nombre original, se ha intentado cambiar nuestra denominación y orígenes.

Nos llamamos mexicanos, originalmente mexicas, en honor a Mexitl, la otra cara de Huitzilopochtli, el dios tutelar de nuestro pueblo originario, que existieron antes que el país, y se llamaron así centurias antes de que fundaran su ciudad, la ciudad de México, acto realizado un 8 de junio de 1325.

El nombre de México se intentó infructuosamente de borrar, inventando el nombre de Tenochtitlán, y denominando a la ciudad y al país Nueva España, así como Nueva York , Nuevo León, o Nueva Galicia.

Pero fue superior la costumbre popular y a nuestra primera Constitución la denomina Morelos Acta Constitutiva para la Libertad de la América Mexicana, el Acta de Independencia, firmada únicamente por españoles, condes, marqueses y clérigos, habla del efímero Imperio Mexicano, y el 31 de enero de 1824 se expide el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana y finalmente el Congreso Constituyente expide la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824.

Los malinchistas apátridas han pretendido borrar el nombre de México y presentar perversamente un pueblo salvaje y antropófago para justificar el genocidio y el saqueo.

En el Imperio Mexica no había niños sin escuela ni campesinos sin parcela y los delitos de la nobleza se castigaban con mucho mayor severidad, pues “la clase gobernante tenía la obligación de poner el buen ejemplo.”

Si había ejecución de algún condenado, como las hay mismo en muchos países “civilizados”, pero en España se quemaban vivos a personas por sus ideas y para apropiarse de sus bienes y a las mujeres se les emparedaban vivas en las mismas iglesias.

Yo admiro a la España de Cervantes, no la del genocida Cortés, admiro a la España de Federico García Lorca, no a la del asesino Francisco Franco.

No hay que seguirles el juego a los malinchistas detractores del México profundo. No debemos hablar de Tenochtitlán y menos del “ombligo de la luna”.

Con todo respeto mando este mensaje a mi Presidente Andrés Manuel López Obrador y doña Beatriz Gutiérrez Muller, pareja presidencial que admiro, aprecio y respeto y de la que como mexicano me siento orgulloso.

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