Opinión
Al fragor de la tormenta Miguel Ángel Valdivia de Dios Estimados paisanos Nos está tocando transitar en tiempos turbulentos y todavía se miran al horizonte algunas nubes negras que no se despejarán tan pronto como quisiéramos, pero así es la vida que nos pone en estos predicamentos para despertarnos y sacudir nuestras conciencias, solo les […]
9 de diciembre de 2020

Al fragor de la tormenta

Miguel Ángel Valdivia de Dios

Estimados paisanos
Nos está tocando transitar en tiempos turbulentos y todavía se miran al horizonte algunas nubes negras que no se despejarán tan pronto como quisiéramos, pero así es la vida que nos pone en estos predicamentos para despertarnos y sacudir nuestras conciencias, solo les digo que pese a los altos costos que estamos pagando algo nuevo está por empezar y el sol volverá a brillar en nuestra tierra.

Si, estamos en medio de varias crisis, pero haciendo memoria, nosotros nos hemos curtido la piel a golpes de tempestades y con pericia hemos sabido sortearlas para luego volar más alto como las aguilas, las de este 2020 ciertamente nos han castigado fuerte y debilitado, pero las hemos resistido valientemente, nos han permitido crecer como sociedad, nos están dejando lecciones que aprender y estamos tratando de plantar una esperanza para los próximos años.

Solo nuestra visión y sentido de pertenencia a un pueblo que ha sabido escribir grandes historias en el pasado y que ha templado su carácter en medio de las tormentas, nos pueden llevar a cerrar estas páginas de gran sufrimiento y dolor para que entremos a una nueva era que nos aleje del declive que ha caracterizado al estado en los últimos años y renueve nuestras expectativas de vida.

Lograrlo desde luego que no será tarea fácil, aclarando que estos no son tiempos para los cobardes o pusilánimes y mucho menos para los flojos; nos toca una época en la que hay que luchar mucho para rehacer nuestras vidas en plena pandemia del COVID:19, la recesión económica y los estragos de las inundaciones, pero no olvidemos que todo lo grande siempre se encuentra en medio del fragor de las tormentas y no todas llegan a perturbar nuestras vidas sino a limpiar nuestros caminos.

Estamos pasando días aciagos por estas tempestades que nos exigen hacer muchos sacrificios, pero al final se verá la luz del día para los que en medio de truenos y relámpagos tuvieron la iniciativa de cambiar, se atrevieron a correr riesgos y albergaron la esperanza de llegar a una nueva vida con más prosperidad y más oportunidades para sus hijos y futuras generaciones.

No nos queda más que continuar nuestro viaje, para reconstruir los despojos que la tormenta nos deje y empezar a edificar nuevas instituciones públicas y privadas de acuerdo a la nueva normalidad a que la época nos obliga; a ser mejores que cuando empezaron estas crisis y esforzarnos para volver a ser un estado poderoso y próspero.

Así que preparémonos, porque para salir de la tormenta y seguir adelante, se va a requerir de actuar con mucho valor, arrojo y audacia; hay mucho por hacer todavía para construir los nuevos cimientos para que el estado recupere su grandeza y nuestra gente esté en el lugar que se merece estar.

Estos acontecimientos nos dejan una sensación de fragilidad y vulnerabilidad porque las cosas que nos daban confianza, credibilidad y estabilidad han cambiado, pero tras el fragor de la tormenta nuestro espíritu saldrá muy fortalecido.

No olvidemos que después de la tormenta vendrá la calma.

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