Opinión
Nosotros los del sur Miguel Ángel Valdivia de Dios mavaldivia@outlook.com ¿De qué se quejan los del norte-centro del país cuando los del sur no tenemos las mismas oportunidades que ellos?, la disparidad económica es enorme y la calidad de vida no tiene comparación. El gran crecimiento económico que tienen producto de su industrialización -en particular […]
4 de noviembre de 2020

Nosotros los del sur

Miguel Ángel Valdivia de Dios
mavaldivia@outlook.com
¿De qué se quejan los del norte-centro del país cuando los del sur no tenemos las mismas oportunidades que ellos?, la disparidad económica es enorme y la calidad de vida no tiene comparación.

El gran crecimiento económico que tienen producto de su industrialización -en particular de la manufactura-, supone una enorme brecha con nosotros los del sur que padecemos de grandes carencias económicas y sociales porque nuestra gente enfrenta enormes obstáculos para salir adelante.

Ellos gozan de una mejor infraestructura, condiciones excepcionales para la salud y la educación, la tecnología y la innovación; con la vecindad con el mayor mercado del mundo que es el de los Estados Unidos de América, la apertura comercial les abrió un espacio de oportunidad y los tratados comerciales como el TLCAN, y ahora T-MEC, de los cuales han sido los más beneficiados.

Sí, no somos iguales, muchas diferencias nos separan, nuestras realidades son diametralmente distintas, no crecemos igual, nuestra competitividad y productividad no se parece en nada a la de ellos, la pobreza se asoma en muchas partes de nuestra región y nuestras condiciones para que prosperemos son muy limitadas.

La Revolución Mexicana llevó a reformas para que la Federación pusiera en práctica programas de desarrollo nacionales que compensaran los desequilibrios regionales tan marcados del país y tratar equitativamente las diferencias del norte, centro y sur del país. No pasó absolutamente nada, seguimos siendo los mismos estados atrasados, más bien parece que cada vez nos apartamos más, algo no funcionó bien.

Si algo sugiere la disputa por el federalismo fiscal es llegar a un acuerdo nacional -por lo menos para los próximos 30 años- de un apoyo extraordinario para los estados del sur que necesitan de incentivos para transformarse, y nos acerque a los niveles de prosperidad de los del norte-centro, porque no hay que olvidar que su fundamento responde a la construcción nacional de un sistema más igualitario.

Quizá quienes debieramos levantar la voz somos nosotros los del sur, ya que apenas ahora con los proyectos estratégicos del gobierno federal como el del Canal Transístmico Salinas Cruz-Coatzacoalcos, la Refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, se asoma un acto de justicia a nuestra región para evitar que la brecha se profundice cada vez más.

Justicia, de verdad justicia, para el sur y en todo caso para Tabasco, sería que con base al espíritu del federalismo se canalizaran a nuestra entidad las inversiones necesarias para modernizar nuestras carreteras y desarrollar nuestro potencial logístico; rescatar nuestros planes agroindustriales y explotar mejor nuestras vocaciones; sembrar una nueva infraestructura portuaria, ferroviaria hidroagrícola y sobre todo de gas para ser competitivos para la atracción de inversiones, crecer económicamente y generar los miles de empleos que necesitamos.

Justicia, sería poner al día urbanísticamente a nuestras principales ciudades para una mejor calidad de vida porque están hechas un desastre, y resolver de fondo sus recurrentes inundaciones que golpean una y otra vez a la economía local y los patrimonios de miles de tabasqueños por la falta de una importante inversion pública que solo está al alcance del gobierno federal.

A pesar del abandono en que hemos estado los del sur, nosotros no seremos quienes contribuyamos a una ruptura nacional, no caeremos en la rijosidad que sólo tiene motivos electorales, nosotros no le vamos a abonar a una regresión democrática que nos lleve a la anarquía institucional propiciada por los cacicazgos locales que buscan revertir el modelo federal, pero sí estaremos en desacuerdo contra todo aquello que ponga en peligro a la unidad nacional.

No, nosotros no seremos parte de la confrontación que fracture al país a la que nos llevan los que han sido los más privilegiados, más bien nos inclinamos por un diálogo nacional que nos lleve a nuevos acuerdos en torno a un proyecto de transformación del país, para ponerlo en sintonía con una sociedad del siglo XXI.

No, no polarizaremos, no haremos fuerzas con los otros estados. De nuestra parte, a pesar de lo apasionado que somos en la lucha política, le apostaremos por actuar con mucha madurez, practicar una buena política y no caer en protagonismos, para lograr acuerdos y conservar la unidad nacional buscando los más altos ideales a los que puede aspirar un país que necesita crecer para que nuestro pueblo prospere.

Para nosotros los del sur, la unidad nacional es primero antes de enfrascarnos en una batalla jurídica y política para romper el federalismo que podría llevar años; y ésta tiene sus prioridades ahora para: 1º Contener la pandemia del COVID-19; 2º la recuperación económica del país; y 3º rescatar nuestro territorio de la delincuencia.

Así que si a exigencias vamos, tenemos más derechos nosotros los del sur.

Postdata: Con esta columna cierro una segunda etapa de opiniones en el Diario Rumbo Nuevo, agradeciendo la gran oportunidad que me dio su Director General, el Lic. Jorge Alberto Javier Quero, y el apoyo de todo su equipo encabezado por Gloria Karina López, a quiénes felicito por el 77 aniversario de este prestigiado periódico. Espero volver a estar con ustedes más adelante apenas desahogue algunos proyectos personales.

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