Opinión
La desaparecida Yugoslavia Ferdusi Bastar MéritoRumbo NuevoEl final de la primera guerra mundial provocó la desintegración de tres grandes imperios: el ruso, con la caída del zarismo y la creación de la URSS; el otomano con la liberación de los Balcanes, el medio oriente y norte de África, y el nacimiento de Turquía como nación, […]
5 de diciembre de 2023

La desaparecida Yugoslavia

Ferdusi Bastar Mérito
Rumbo Nuevo
El final de la primera guerra mundial provocó la desintegración de tres grandes imperios: el ruso, con la caída del zarismo y la creación de la URSS; el otomano con la liberación de los Balcanes, el medio oriente y norte de África, y el nacimiento de Turquía como nación, y el austro-húngaro.

De este último imperio nacieron Checoeslovaquia, actualmente desintegrada en dos pequeñas repúblicas, la Checa y Eslovaquia, y la extinta Yugoeslavia, integrada por las actuales Eslovenia y Croacia, católicas, Servia, ortodoxa, Bosnia- Herzegovina, musulmana, y Montenegro, Macedonia y ahora Kosovo de tendencias mixtas.

Con mi esposa Marta recorrimos la Yugoeslavia de Tito, su constructor, un maravilloso país alegre, unido, trabajador y de avanzadas reformas. Su señorial capital Belgrado, navegamos gran parte del Danubio, hasta las puertas de hierro.

Caminamos por Sarajevo admirando sus minaretes. Aquí el

anarquista serbio-bosnio Gavrilo Princip asesinó al Archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio Austrohúngaro, y a su esposa Sofía Chotek, un 28 de junio de 1914, crimen que sirvió de detonante para el comienzo de las hostilidades en la Primera Guerra Mundial, que como antes digo, extinguió este centenario imperio.

Visitamos Mostar, una encantadora ciudad a orillas del rio Neretva, y a 25 kilómetros el pequeño pueblo Medugorge, que empezaba a recibir peregrinaciones por unas supuestas apariciones de la Virgen María.

El restaurante de nuestro hotel en Mostar tenía una hermosa terraza con barandal al Neretva que discurría unos 10 metros abajo. Una noche quería una mesa pegada al barandal para observar el paisaje, pero todas estaban ocupadas, y solo una tenía un comensal y le pedí al mesero que le preguntara si permitía que nos sentáramos en su mesa y aceptó y el que hablaba solo bosnio y yo que apenas mastico el castilla tuvimos una agradable plática, me dijo que lo de Medugorge era cosa de fanáticos y comentamos el reto que tendría Bora Milutinovich, entrenador de la selección mexicana, que en el cercano campeonato mundial se enfrentaría su hermano, entrenador de la selección yugoslava. Demostración de que cuando hay deseos de comunicarse se superan las barreras.

Recorrimos parte de la encantadora y recortada costa adriática, y una verdadera joya de la arquitectura medieval, el impresionante puerto amurallado de Dubrovnik, actualmente destino de cruceros, recorriendo sus plazas, muelles y caminando por sus altas y conservadas murallas.

La influencia de la iglesia católica, en paralelo con el imperialismo yanqui, promovió el separatismo de los croatas, eminentemente católicos, para segregarlos del régimen socialista y provocaron una terrible guerra intestina de limpieza étnica y religiosa, con grandes atrocidades de todos los bandos, que terminó con la bella Yugoeslavia, hoy subdividida en pequeñas repúblicas.

Navegamos mucho por el Danubio, su estrechamiento en las llamadas Puertas de Hierro, desembarcando en Kladovo para cruzar la frontera a Turno Severín, ya en Rumania, pero eso será materia de otra columna. Hoy recordamos y añoramos a la desaparecida Yugoslavia.

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