Núñez y el bullying
Hoy el bullying —o aquel afán de fastidiar a otro, al más débil e indefenso, o al más ingenuo— ha adquirido características verdaderamente alarmantes y hasta criminales. Francisco Peralta Burelo 070714 / TH Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com En nuestros tiempos, quizá juzgaron mal a nuestros padres y en los tiempos de nuestros hijos también pensaron que […]
8 de julio de 2014

Hoy el bullying —o aquel afán de
fastidiar a otro, al más débil e indefenso,
o al más ingenuo— ha adquirido características
verdaderamente alarmantes y hasta criminales.
Francisco Peralta Burelo 070714 / TH

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com

En nuestros tiempos, quizá juzgaron mal a nuestros padres y en los tiempos de nuestros hijos también pensaron que actuábamos mal. Pero nos evitaron y evitamos muchos problemas. Nadie que pudiera ser reprendido nos lastimó o hirió al menos la autoestima de nuestros hijos. Ni tampoco lo hará con nuestros nietos. Ni permitieron ni permitimos las agresiones cobardes que hoy llaman bullying.

Como bien comenta ayer nuestro amigo y colega Francisco Peralta Burelo, esto “siempre ha existido en Tabasco, en México y seguramente en todas partes, aunque por años y años no se le prestara la debida atención, no fuera quizá, tan pernicioso en muchos casos, y no hubiera la dosis de sadismo que ahora parece haber”.

Claro que había ofensas, ataques, agresiones a quienes se consideraba el más débil; y más si no tenía un hermano (o hermana) mayor que le defendiera, si no tenía padres que estuvieran dispuestos a protegerlos tan pronto supieran de que su hijo había sido violentado.

Para algunos parecerá fuera de contexto las medidas de entonces. El agredido tenía que defenderse o en casa recibiría más castigo. Muchos “bullyings” fueron evitados así, aunque tuviera uno que enfrentar como hombrecito a uno de los que en manada son valientes.

Casos hubo en que el propio padre o la madre de la víctima tenían que acudir a las escuelas para exigir respeto o hacer verdaderamente que se respetara a sus hijos. Pidiéndoselo a los maestros o agarrando a los propios agresores y advirtiéndoles que los pequeños no estaban solos o abandonados como ellos, víctimas, tal vez, de padres al menos desobligados cuando no alcohólicos, drogadictos u otras cosas.

Pero de ello nadie tiene la culpa. Menos los niños que como Kevin de Jesús no tienen más error que tocarle un espacio escolar junto a verdaderos niños desadaptados, ya dije quizá víctimas de abandono y mal trato, pero que al paso que van pueden ser la delincuencia organizada de mañana, si acaso en las escuelas y las autoridades no ponen un enérgico freno a sus desmanes.

La nueva estrella que ya internacionalmente han colocado en la frente de Tabasco por este caso de violencia contra un escolar de la ciudad de Emiliano Zapata, tiene que avergonzarnos y motivar una actitud enérgica del Gobierno en contra de los agresores pero, más que nada, contra los responsables de la seguridad de los niños en ese plantel escolar. El director de la secundaria “Carlos Pellicer Cámara, Rafael Walls Silveira, ya debió haber presentado su renuncia y que no lo haga es mucha culpa del secretario de Educación en Tabasco, Rodolfo Lara Lagunas, que mucho tiempo ha tenido para investigar lo que ya se sabe hasta fuera de México y al menos en este caso actuar con mucha responsabilidad.

¿Qué necesidad tiene el gobernador Arturo Núñez de intervenir directamente si para ello delega funciones en un servidor público? Claro, su gira probable de hoy martes al municipio de Emiliano Zapata le permitirá llevar un poco de confianza —un mucho, en realidad— a la familia del niño agredido ante la irresponsabilidad de los directivos, maestros, ordenanzas y demás personal de dicha escuela secundaria.

Bien sabemos cuánto influye que un gobernante atienda estos casos cuando abajo no hay quien saque las castañas del fuego. Bien aplaudimos que la propia presidenta del DIF Tabasco, Martha Lilia López Aguilera, haya girado instrucciones para que se apoyara de inmediato al niño y a sus padres, para que no se quede en la impunidad un acto de esta calaña.

Pero ni Arturo Núñez ni Martha Lilia, pueden andar atendiendo casos como éstos que se magnifican ante la falta de responsabilidad de funcionarios que no sólo tienen que rendirle cuenta al mandatario sino al propio pueblo de Tabasco.

No se trata de este caso tan conocido gracias la denuncia periodística de nuestro colega Pedro Sala, sino de todo lo que sucede en las escuelas de nuestra entidad.

Bien que entendamos que en parte esto pasa porque ya los padres no tienen o no quieren hacer tiempo para estar pendiente de sus hijos, para que no les hagan bullying; bien porque no deben, como antes, aconsejarles a que se defiendan como nosotros y nuestros hijos lo hicieron; bien porque hay niños sin frenos de hogar, ni de iglesia, ni de escuela, que son criminales en potencia; bien porque hay maestros y directores a los que, como en el caso de Zapata, únicamente les interesa los sueldos y prestaciones nada despreciables que el pueblo les paga.

Arturo Núñez al estar con la familia de Kevin, estará con todos las padres de hijos victimizados. Lástima que otras necesidades me impidan esa crónica tan humana, pero el tema dejará para mucho en este espacio.

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