Nuestros jueces no imparten justicia. mal aplican leyes.
Por Ferdusi Bastar Mérito Filosóficamente el último fin del derecho, es la justicia. Pero en México, nuestros jueces, con las manos atadas por una Ley de Responsabilidades, no imparten justicia, mal aplican leyes. Esto viene a cuento porque acabo de reenviar un video en que un ciudadano es presentado ante un juez norteamericano, que le […]
22 de enero de 2020

Por Ferdusi Bastar Mérito
Filosóficamente el último fin del derecho, es la justicia. Pero en México, nuestros jueces, con las manos atadas por una Ley de Responsabilidades, no imparten justicia, mal aplican leyes.
Esto viene a cuento porque acabo de reenviar un video en que un ciudadano es presentado ante un juez norteamericano, que le podría haber impuesto a su albedrío una pena de prisión o una simple multa o un trabajo social.
El ciudadano detenido por conducir con exceso de velocidad en una zona escolar, al ser interrogado por el Juez, resulta contar con 92 años de edad y confiesa que conduce ocasionalmente y con prudencia, pero que ese día llevaba urgentemente a su hijo que padece cáncer a una atención médica. Y ese hijo resulta tener 73 años.
El Juez se asombra de que un anciano aún esté a cargo de su familia. Le dice que es un buen hombre. Que le desea buena suerte, que su caso queda desistido y que se puede ir.
Y comparo este actuar judicial con situaciones similares en mi país. Hace como 15 años, cuando fungía como Cónsul de Guatemala en Villahermosa, la legislación de aquel entonces consideraba un delito que un migrante no contara una visa vigente. Esta norma arbitraria fue causa de muchas injusticias y violaciones a los derechos humanos, que me hicieron recurrir en varias ocasiones a diversas instancias, entre ellas al Senado de la República, siempre sin éxito. Finalmente el despropósito se corrigió y ahora ya está configurado con la falta administrativa que es, pero no como un delito.
Pues bien, como decía Shakespeare, “Something is rotte in the state if Denmark” que actualizado al castellano nos traduce “No todo está podrido en Dinamarca”. Y afortunadamente tenemos muchos funcionarios honestos y valiosos.
Tal es el caso de un Agente del Ministerio Público Federal en Tenosique que en aquella ocasión me llamó telefónicamente para plantearme que podíamos hacer con cuatro mujeres guatemaltecas que tenía denunciadas y consignadas, pero que no habían cometido ningún delito, y que él tenía que consignarlas al Juez, y el Juez tendría también la obligación de decretarles auto de formal prisión, pues si no lo hacían, ambos incurrirían en responsabilidad.
Por suceder esto un viernes y fin de semana, no pude hacer nada para salvar de la cárcel a estas infelices mujeres migrantes.. Pero días después, este mismo fiscal federal me volvió a hablar, esta vez por 28 mujeres detenidas y en esta ocasión si pude enfrascarme en un fuerte debate con funcionarios de migración en México, y finalmente logré que retiraran la querella interpuesta y liberaran a las desdichadas guatemaltecas, modificando, al menos en Tabasco, este injusto proceder.
Recuerdo que al entrar a mi casa le dije a mi esposa que iba muy contento, porque acababa de hacer no una buena obra, sino 28 buenas obras. Y el mal sabor que nos queda, es que en nuestro México, al contrario de en otros países, nuestros Jueces no imparten justicia, mal aplican leyes. Ni son buenos, ni son justos, pues ignoran el viejo principio de Ulpiano: “ «El derecho es el arte de lo bueno y de lo justo”.

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