No salir de sus casas
Patrullas de la SS y Protección Ciudadana, desde este martes recorren Villahermosa y sus colonias Luis Enrique Martínez Rumbo Nuevo Es de la bohemia de Aquino, Calao, Jacome, Brindis y otros más. Por lo mismo, Graciano queda sorprendido cuando de una patrulla de la policía preventiva escucha un mensaje grabado y con música de fondo, […]
2 de abril de 2020

Patrullas de la SS y Protección Ciudadana, desde este martes recorren Villahermosa y sus colonias

Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
Es de la bohemia de Aquino, Calao, Jacome, Brindis y otros más. Por lo mismo, Graciano queda sorprendido cuando de una patrulla de la policía preventiva escucha un mensaje grabado y con música de fondo, exhortando a la población a quedarse en su casa: «¿Y ese perifoneo?»
Suelta la inquietud bajo el intenso sol de mediodía. En una de las paradas de combis de la avenida Mina, pasando la calle I. Ramírez. La tienda de la esquina, rumbo al parque José Martí, está abierta así como la carnicería La Esperanza. Mueve de lado a lado la cabeza para cruzar una de las arterias más transitadas del Centro Histórico de Villahermosa. No habría necesidad de hacerlo porque en estos días de coronavirus, el tráfico es menor al acostumbrado hasta en fines de semana.
Graciano tiene más de una semana sin ver a la palomilla. La más reciente ocurrió la tarde del viernes 20, después y antes de que el gobernador Adán Augusto López Hernández enviará un mesaje a la población y firmara el decreto con las medidas restrictivas disponibles legalmente para enfrentar la pandemia del Codivi19 en Tabasco. Desde esa fecha, prácticamente, está confinado en su domicilio de la calle Francisco J. Santamaría.
Una de las pocas ocasiones que ha salido a «tomar fresco» a la calle, ya sea por la mañana, mediodía, tarde o noche, ocurrió este martes. En la sala de su casa, dejó el periódico del día —»La edad de 83 años me permite ese y otros vicios», suele presumir a sus jóvenes vecinos—; apagado el radio, también desconectó la televisión. Además de la cartera en el bolsillo, llevó consigo el ahora indesprendible teléfono celular: «Es mi perro guardián…sirve para que me localicen los chamacos…»
Hace rato que dio una vuelta por Mayito. «No encontré a nadie afuera», lamenta. A su paso hacia Paseo Tabasco, encontró las oficinas del PRD cerradas con candado. «Ni las moscas se paran por ahí». Intentó subir la pendiente con acceso a la catedral de Tabasco pero al final, desistió. «Esta el sol poca madre», exclama en tono coloquial. Buscó la sombra de la parada de Mina. Con suerte, encontró a uno de sus coterráneos. Y se hizo el recuerdo de la Villahermosa antigua.
Para «no hacerla tan larga», don Gracho frenó la conversación en el recuerdo de las travesuras de Güichi Güichi —»ay hermano, todavía cuando se cambió a esa esquina de I. Ramírez, seguía con la misma chingadera del Foco Rojo: vendiendo saliva por cerveza…»—; y del no tan recientemente fallecido Daniel Romero: «No era licenciado con título pero sabía tanto que siempre tomó de fiado…»
Como desde hace más de una semana, la frecuencia de las combis es a cuenta gotas. Eso permitió que la platica entre contemporáneos fuera como en aquellos tiempos de las calles de tierra de Villahermosa. Uno y otro, pregunta por este o por aquel o aquellos que se quedaron en el camino: «De algo nos vamos a morir pero no de coronavirus», se escucha decir al interlocutor de don Gracho cuando este ya está despidiéndose. «No olvides lo que te dije», grita a mitad de la calle como dicen suele hacer el tabasqueño, tras un buen tiempo de conversación cara a cara, provocando, algunas veces, accidentes fatales.
Y ya cuando está del otro lado de la avenida Mina, frena el paso al escuchar el mensaje con voz de mujer proveniente de la cabina de la patrulla de la policía preventiva. Con la mirada sigue la unidad motriz que se pierde tras la pendiente al cruzar avenida 27 de Febrero. De nuevo, voltea a ambos lados de Mina. Reflexiona en voz alta. Luego grita al conocido que se ha quedado del otro lado, esperando la combi que lo lleve a La Selva.
«¿Escuchaste…?», vocifera. Luego de un breve silencio, retoma el soliloquio: «¿Cómo vez a la policía perifoneando…? Si es así de difícil el coronavirus, lo mejor es no salir. No queda más que encerrarse a piedra y lodo…supongo que por eso no veo a Calao por ningún lado…»
Calao es uno de esos juglares sobrevientes de la trova tabasqueña de los años sesentas del siglo pasado. Aún sigue cantando…corrigiendo a los jóvenes que irrumpen en los lugares de convivencia a la mexicana alegría con bocinas operadas con celular a la mano: «Chamaco, aprende a cantar no a gritar…»
No es el caso de la voz femenina que sale de las cabinas de las patrullas de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana que desde este martes recorren Villahermosa y sus colonias, exhortando a la población a no salir de sus casas. Es la única forma de reducir los efectos del Covid19 en Tabasco.

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