MISERIA HUMANA
En Memoria de don Sebastián Lamoyi Ulín. Delegado Regional de Bonos del Ahorro Nacional. Dicen que en la vida se pueden perdonar hasta las traiciones, pero el mal agradecimiento es imperdonable, sobre todo cuando las bondades sólo son de un lado, y se explota el cariño hasta los tuétanos. Pero bueno, así es una parte […]
29 de enero de 2013

En Memoria de don Sebastián Lamoyi Ulín.
Delegado Regional de Bonos del Ahorro Nacional.

Dicen que en la vida se pueden perdonar hasta las traiciones, pero el mal agradecimiento es imperdonable, sobre todo cuando las bondades sólo son de un lado, y se explota el cariño hasta los tuétanos. Pero bueno, así es una parte de la humanidad.

Hace unos días, el pasado miércoles 23 de enero del 2013, un grupo de amigos de la Mesa de los Viernes asistió al domicilio de don Sebastián Lamoyi Ulín, el famoso Delegado Regional de los Bonos del Ahorro Nacional.

Don Sebastián fue un hombre público, pues de la mano con Telereportaje, del inolvidable Jesús Sibilla Zurita, logró ser todo un personaje en la capital tabasqueña y por supuesto, en su tierra natal Jalpa de Méndez. Era un experto en las relaciones públicas.

Don Shebo, como le decíamos de cariño, fue un sembrador nato de la semilla de la amistad y se dio el lujo de cosechar durante sus más de 80 años de vida cientos de amigos; sin embargo, como todo ser humano tenía sus defectos.

Pero todos ellos basados en la amistad, pues le daba por extender cheques en blanco para sus amigos. Una vez que permitía que entrara a su corazón algún ser humano, este podía sacar crédito sin límites de la nobleza de un hombre muy activo que no hacía otra cosa que servir y pedir para los amigos.

Estas líneas se las escribo a usted, y sobre todo a las nuevas generaciones que no tuvieron la suerte de conocer y tratar al famoso delegado de Bonos del Ahorro Nacional para que se den una idea del gran hombre que era; seguramente durante el tiempo por venir leeremos y escucharemos cientos de anécdotas, mitad en serio y mitad en broma.

Don Sebastián me dijo una vez ante un problema personal que lo aquejaba: “¡Mira, Muñoz, ya me tocó alguna vez enterrar a mis padres, perder a un hijo y a un nieto! ¿Tú crees que no pueda resolver este problema?” Así era su filosofía de vida, así se daba ánimos para enfrentar los problemas de la vida.

Tenía amigos por montones. Era difícil no ser aceptado en algún círculo social, pues sus amistades eran empresariales y políticas; con hijos e hijas destacados en  ámbitos profesionales de las letras, artes y cargos públicos importantes.

Como todo ser humano tenía sus amigos preferidos, aquellos por los que daba la vida. No se podía hacer un comentario en su presencia porque entraba a la defensa o de plano se retiraba como si se hubiera ofendido a su familia.

Casi todos estuvieron en sus exequias, en el último adiós del amigo que  supo ganarse el respeto y el cariño de propios y extraños. Se cancelaron compromisos de agenda: el gobernador Arturo Núñez Jiménez y su esposa; el secretario de Gobierno César Raúl Ojeda; el ex gobernador Manuel Andrade Díaz.

El senador Adán Augusto López Hernández y su esposa; los diputados Marco Rosendo Medina y Gerardo Gaudiano; de los Secretarios, Pedro Jiménez y su esposa. Los empresarios David Gustavo Gutiérrez,  ex gobernador de Quintana Roo; don Jaime Domínguez y  don Manuel Calcáneo. Nuestro director, Jorge Alberto Javier Quero y su esposa; don Nacho Cobo; periodistas y sobre todo, amigos.

Pero fue notoria la ausencia  de uno de los supuestos mejores amigos de don Sebastián, el senador Humberto Domingo Mayans Canabal. Muchos políticos y periodistas cruzaban apuestas sobre si asistiría o no lo haría. En lo personal aposté triple contra sencillo a que sí acudiría.

¿Por qué estaba tan apostador? Hacerlo era de primaria: ganancia segura. Conocía la intensa relación de amistad entre estos dos personajes, pues viví en carne propia las peticiones de ayuda para Humberto Mayans cuando fue en busca de su primera senaduría, aquella donde también el extinto Héctor Arguello fue Senador de la República.

En esa campaña Sebastián Lamoyi inició la novedad de buscar el voto casa por casa, tocando puertas y entregando un folleto de Humberto Mayans y una muy larga explicación sobre todas las bondades del político al que consideraba un hermano, un hijo.

En alguna ocasión llegué a decirle: “¡don Shebo!, si no fuera por su edad me atrevería a decir que observa a Mayans como un padre a su hijo.” Con su sonrisa clásica aceptaba la broma. Humberto Mayans era el amigo que siempre soñó con ver como gobernador.

Para no hacer más largo este tema les digo, mis lectores, que perdí la apuesta. El Senador, ex secretario de Gobierno con su compadre y hermano del alma, Andrés Granier Melo, no asistió a darle el último adiós a don Sebastián.

Compromisos políticos y sociales lo retuvieron en la Riviera de Nayarit y como no tiene presupuesto gubernamental, no pudo mandar a poner una esquela. Así es Humberto con sus amigos, por ello poco a poco lo han abandonado, pues es parte de esa miseria humana que porta una enorme bandera que lo distingue como un buen político, pero un ser miserable y mal agradecido.

LA PIRAGUA

La enfermedad de don Sebastián estaba avanzada en el mes electoral del pasado junio del 2012; sin embargo, tuvo fuerza para hacer el último favor a Humberto Mayans, quien ante su necesidad de entrar a Jalpa de Méndez se lo llevó todo el día sin que le importara su estado de salud. Evidencia clara de que los votos son más importantes que la salud de un amigo.

Fue una campaña que perdió Humberto, pero gracias a la bondad plurinominal logró llegar al Senado en calidad de piltrafa, como dicen en las redes sociales,  pero llegó. Ojalá lo disfrute conquistando nuevos amigos  desechables, pues de esa calidad le gusta la amistad.

No hay por qué extrañarse, una y otra vez nos lo decían. Maldita la hora en que casi nos volvemos mayancistas. Una vez se lo dije en su cara, en un desayuno de los editores: “Así es Humberto con sus amigos, sólo le importa él mismo, como el retrato de Dorian Gray, como Caín y Abel…”, y a final de cuentas, aparte de sus pleitos y mezquindades, ¿qué más ha hecho por Tabasco?

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