Heberto Taracena Ruiz
Ni el mundo se hizo
de domingo a viernes,
ni los cambios
habían de darse
en México
al abrir de un sexenio,
para después echarse de barriga.
La espera es complemento
de la esperanza
pero tiene un límite
antes de anteceder
la sílaba “des”.
En esa línea estamos,
a la espera,
miles de mexicanos.
No de brazos cruzados.
Quienes presionan
desde el principio,
traslucirán segundas intenciones
que chocan con la lógica:
es decir la razón,
el pensamiento…
El grueso de pendientes
por veces
se torna insospechado
e incomprendido
por su extensión.
No había
de sacarnos de quicio
que en el mismo equipo
de gobierno,
haya desacomodos
no siempre de buen grado.
La cuestión es tan amplia
como normal,
por el desgaste
de que vienen filtradas
ciertas instituciones.
Nombrarlas
no viene al caso.
Los puntos suspensivos
de antes
retumban fuerte
incluso al interior del gabinete.
Reestructurarlas
es un ordenamiento
social
que ha de seguirse
a breve plazo.
No en seis días.
En tanto que se logra,
habrá fatigas
a guisa de razones
y sinrazones.
Punto y aparte, no.
Punto y seguido.
Cunduacán, Tab.., a 27 de septiembre de 2020